Parte 70

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Me sentía tan apenada que no levante mi rostro, era la primera vez que reconocía tener un problema de adicción, algo que jamás creí tener, pero que quizá ya era evidente, después de semanas lograba aceptarlo.

Me avergonzaba tanto verme en está situación, no era emocionalmente fuerte, la muerte de mi hija me rompió por completo y alejarme de Ovidio terminó por desmoronarme.

Acepté su ayuda, pues él tenía razón, yo no debía estar en esta situación, él abrió la puerta de la habitación y hablo en el pasillo.

- Tello, llamele a Chávez y dígale que necesito un paro, que venga al rancho.

No dijo más, cerró la puerta y caminó hacia el vestidor, sólo podía escuchar cómo abría y cerraba los cajones.

Volvió con prendas de su ropa en las manos se paró frente a mi y comenzó a quitarme la ropa para colocarme la que había traído consigo.

Al terminar me brazo y yo sin pensarlo me aferre a él, después de un rato tocaron a la puerta.

- Patrón, Chávez ya está aquí.

- Ya vamos.-grito ovidio.- véngase reina, vamos a ver a alguien que nos va a ayudar.

Salimos de la habitación, nerviosa frote mis manos sobre el pantalón deportivo para secar el sudor, él al darse cuenta me tomó de la barbilla y besó mi frente.

- Confíe en mi reina, todo estará bien.- asentí cabizbaja.

Tomó mi mano con firmeza y comenzamos a caminar hacia la planta baja.

Entramos a su oficina, frente a mi tenia al boxeador más famoso de México, Julio César Chávez.

- Qué onda mi Chávez ¿Cómo estamos?.- Ovidio soltó mi mano para abrazarlo.

- Muy bien mijo gracias a Dios ¿Cómo ha andado el hombre?.

- Ya se la sabe compa, hay la llevamos.

- Un gustazo volver a verlo, pero dígame ¿Para qué soy bueno?

- Mire le presento a Fátima mi mujer.- me tomó por el hombro

Mis mariposas estomacales se alteraron, rápidamente extendí mi mano, el señor sonriendo accedió a mi saludo.

- Mucho gusto.- sonrío.- con todo respeto mijo, su señora está muy guapa.- solté su mano y sonreí apenada.

- Muchas gracias compa.- respondió Ovidio.- siéntese, miré para no hacersela más larga usted sabe la situación por la que pasamos hace unos meses.

Respondió el señor sentado frente a nosotros.

- Si mijo, su apa' me contó, de verdad lamentó que tuvieran que pasar por eso, mi más sentido pésame, aquí andamos pa' lo que necesite.

- Se le agradece viejo, si le llamé es pa' pedirle un favor, se nos está haciendo complicado superar está pérdida y queríamos que nos orientara, nos estamos ayudando con algunas cosas, usted me entiende.- Ovidio trataba de justificarse.

- Soy yo, yo estoy teniendo problemas para sobrellevarlo.- agache la mirada avergonzada.

Ovidio apretó mi mano, su gesto provocó que mis ojos se cristalizaron y unas gotas comenzarán a caer.

- No se apené mija, que aquí nadie la va a juzgarla.- me ánimo el boxeador.- al contrario siéntase orgullosa de reconocer que tiene un problema, es el primer pasó de la recuperación.

- Muchas gracias por sus palabras.- dije en sollozos.

- Que tire la primera piedra el que esté libre de pecado.- se levantó y palmeo mi hombro.

- Muchas gracias Julio, yo sé que tú eres el invadió para ayudarnos.

- Cómo no compa, está de más que le diga que su familia siempre va a contar conmigo cuándo lo necesite.- volvió a su asiento.- usted dígame en qué clínica y cuándo comenzamos el tratamiento.

- Compa, queremos que se maneje discreto, ¿Se podrá hacer aquí en el rancho? Mi mujer se va a sentir más comoda.

- Si mijo, hay que cuadrar todo.

Guarde silencio y me concentre en escuchar todos los detalles. Adaptarían una de las recámaras, un médico, enfermeras y una psiquiatra me acompañarían. De igual manera tendría que recurrir a terapia ocupacional y comenzar a realizar actividad física.

Ovidio estaba dispuesto a tener todo listo para comenzar está misma noche, el señor Julio de marchó para poder traer todo el material y personal necesario.

Sola subí a la recámara, me recosté para tratar de dormir, sabía que está noche sería larga, por más que trate los pensamientos en mi cabeza no me dejaban descansar.

- Gracias por todo lo que estás haciendo por mi.- dije al escuchar cómo Ovidio entraba en la habitación.

Sus pasos se dirigieron hacía la cama, se recostó a mi lado y me abrazo por detrás.

- No me tiene que agradecer nada mi reina, sabe que la amo un chingo y haré todo por verla bien.

- Por favor, está noche no me dejes sola.- con la voz entre cortada mencione.- te necesito.- me abrazo fuerte.

- Nombre reina, ya se chingo porque no la voy a dejar ir hasta que ya esté bien.- reí por su comentario.

-Me parece bien, haré todo lo que pueda para estar mejor.

-  ¿Confía en mí?.- cuestionó.

Me gire hacia él y lo mire fijamente.

- Si Ovidio, ciegamente.

Lo abracé fuerte y escondí mi cara entre su cuello.

Libertad- OGL 👑🐭Donde viven las historias. Descúbrelo ahora