XLIII - Al y Kari, Eli y Richard

4.2K 246 34
                                    

Narrado por Albert

Esta ninfa increíblemente sensual me está llevando literalmente a rastras hacia su habitación, me encantan las mujeres que no temen mostrar sus necesidades sexuales y ella definitivamente está siendo muy clara conmigo

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Esta ninfa increíblemente sensual me está llevando literalmente a rastras hacia su habitación, me encantan las mujeres que no temen mostrar sus necesidades sexuales y ella definitivamente está siendo muy clara conmigo.

Hace mucho tiempo que no estoy con una mujer, solo espero poder contener mi lado más salvaje, para amarla lo más lento posible y así hacerla disfrutar.

Llegamos a la entrada de su habitación, el deseo de tocarla ya es insoportable, así que mi mano toca su desnuda cintura, aguanto la respiración por el deseo tan ardiente que despierta en mi entrepierna, me mira con sus grandes ojos azules, mientras abre la puerta y me hala hacia adentro.

- Disculpa si te parezco muy atrevida, pero desde que te vi quiero hacer esto - ella acerca su boca a la mía y me besa suavemente, sus labios saben a vino y a menta, respondo a su beso con más intensidad, explorando su interior, ella gime dándome valentía y acaricio sus espalda de arriba a abajo, con ansías, ella vuelve a gemir, así que la aprieto más fuerte contra mi cuerpo, mi masculinidad está visiblemente preparada y se restriega calientemente en contra de su ombligo, ella baja su mano del cuello a mi camisa desabotonando con agilidad cada uno de los botones hasta dejar mi torso desnudo, ella tiene tan poca ropa que me obliga a esperar a que me deje, al menos, en igualdad de condiciones.

He dejado que ella tenga todo el control, es la primera vez que una mujer me desviste y se siente tan excitante como lo imaginé, cierro los ojos para disfrutar de su toque, de repente siento como va quitándome el pantalón hasta que cae al suelo. Ahora al fin ha llegado mi turno, toco su espalda hasta llegar al cierre de su sostén y lo desabrocho, sus increíbles montes quedan desnudos, siento la erección de sus botones cuando rozan mi pecho, así que la alzo sobre mí, mientras rodea mi cintura con sus piernas, la llevo a la cama y la deposito suavemente en el centro, con mi boca voy dejando un rastro de besos hasta chupar esos perfectos y endurecidos pezones, aprieto sus senos con mis manos, ella se arquea en la cama, me he prometido contener mis impulsos para hacerla disfrutar y lo haré hasta que mi escaso autocontrol desaparezca. Sigo bajando con besos hasta su falda.

- ¿Está bien que siga? - le pregunto para asegurarme.

- Sí sigue - me responde casi ronroneando con los ojos cerrados, así que abro su falda y se la quito lentamente. Ella tiene unas bragas muy finas y pequeñas, son de encaje rosado con destellos dorados, definitivamente es la sexualidad hecha mujer. Ella estira los brazos arriba de su cabeza y abre las piernas, en clara invitación para que la acaricie, ella sabe lo que quiere y eso me está volviendo loco. Tomo sus bragas con mi boca y la estiro de un lado para luego soltarla, ella brinca y gime fuerte.

- Desnúdame Al, por favor - esta sí fue la gota que derramó el vaso, siento como mi furia contenida explota y halo fuerte sus bragas hasta romperlas.

- Discúlpame, te compraré todas las que quieras - ella sonríe pero sus ojos son purto deseo. Veo su preciosos centro de placer y voy directo a lamerla, ella agarra mi cabello y me aprisiona para asegurarse de que no me mueva, lamo su perla y succiono su néctar, introduzco dos de mis dedos y siento su tibio y angosto interior.

El apartamentoWhere stories live. Discover now