XXII - Declaraciones

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Narrado por Candy

Entro a mi camarote victoriosa, después de milagrosamente no sucumbir a la tentación ¡muy bien Candy! Me felicito.

Dorothy está mirando varios folletos de institutos, le he sugerido que estudie alguna carrera corta en Nueva York, está pensando en secretariado o administración, estoy feliz por ella, a lo mucho la necesitaré solo medio tiempo, así que tendrá mucho tiempo libre para estudiar, quiero darle oportunidades de crecer y educarse, así como Albert hizo conmigo.

Cenamos solas en el camarote, muero de sueño, ayer de verdad no dormí nada, así que rápidamente me quedo dormida, día 1 superado.

Al día siguiente Dorothy me ayuda a asearme, desayunamos con Terry para luego aplicarle su ungüento antiinflamatorio, esta vez en mi camarote y junto a Dorothy, para evitar cualquier tentación.

Ya es media tarde y llegamos a Nueva York. Salimos del tren y hay muchísimos periodistas, no damos declaraciones, todas las preguntas tienen que ver con el ducado y la boda y prometimos la exclusiva para la entrevista de mañana. A empujones logramos llegar al auto.

- Terry, que viaje tan cansado- le digo en el auto, Dorothy va adelante con Max, el chofer.

- Pecas, a mi también se me hizo eterno y más sin sexo - me dice en tono medio recriminatorio y medio en broma. Me río y lo beso suave.

- Ya la inflamación ha bajado bastante, ese ungüento en serio es muy bueno-cambio radicalmente la conversación.

- Gracias Pecas, es bueno tener una enfermera personal, aunque hay algo que no está bien- me dice pensativo - Que una enfermera debe llevar un uniforme de enfermera -

- En tres semanas, Terry - le digo secamente.

Él se acerca a mí oído y muerde el lóbulo de mi oreja, la sensación llega directo a mi zona íntima.

- Terry, nos pueden ver desde el retrovisor- lo regaño.

- Que se acostumbren Pecas, cuando estemos casados nadie me detendrá de amarte libremente, donde y cuando quiera -sus palabras me asustan - No me hagas esa cara Candy, quiero decir besos, abrazos y caricias, el amor sí quiero hacértelo en todo lado, pero a solas -trago saliva, Dios mío, ¿qué me espera?

- Albert me contó que nos dio la mansión como obsequio de bodas, me parece un exceso Terry - cambio el tema, ya se estaba poniendo muy acalorada esta conversación.

- Sí a mí también me pareció un exceso, pero al parecer mi padre y los Ardley están haciendo mucho dinero con esta alianza, así que Albert me dijo que no aceptaría un no como respuesta, me sugirió remodelarla y si deseamos cambiarle el nombre, así que puedes llamarla como quieras Pecas, te toca bautizar a nuestro primer retoño- solo la mención de un bebé me hace estremecer de ternura, un Terrycito para amarlo y consentirlo, aunque sé que me habla de la mansión.

- Mmmm no sé ¿Mansión Ardley - Grandchester? para que no sea mucho el cambio- sugiero dudosa.

- Es perfecto- me dice complacido.

- Otra cosa Pecas, sabes que hay un equipo de seguridad que nos sigue a todos lados-abro los ojos como platos.

- ¿Adónde? ¿Cuándo? ¿Cómo?- le respondo sorprendida.

-No te alteres, son profesionales, no te darás cuenta que te siguen y solo aparecen cuando hay problemas, a mi me han seguido desde niño, son como un mal necesario, no me gustan pero te confieso que me siento muy tranquilo pensando que alguien te cuida-

- ¿Pero entonces cuando te peleabas en la calle y te escapaste a América no te cuidaban?-

- Mientras estaba en el San Pablo, la seguridad era la misma que tenía el colegio, porque en teoría no podía salir, consideraban que era suficiente y como a ese colegio asiste toda la realeza de Europa y nunca habían tenido rebeldes que se escaparan, no lo consideraban necesario, hasta que llegamos Candy, me encantaba pensar que te salías tan fácil del colegio y del cuarto de meditación, desde ahí imaginaba que serías una delicia en la cama-

El apartamentoWhere stories live. Discover now