XXIII - Enamórate de mí

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Narrado por Terry

Despierto muy temprano, aún ni amanece, he pasado otra noche mal dormido, extrañándola y buscándola por toda la cama...

Ayer juré que la haría caer en la tentación, pero ahora fue Eleonor la que estropeó mi plan, justo cuando ya tenía la guerra ganada...

Miro mi miembro y está muy erecto, estos días han sido un tormento, la deseo como un loco, estoy seguro que cuando al fin la tenga, le haré el amor como un animal. Respiro, tengo que calmarme.

Al fin amaneció, tengo que prepararme, esos periodistas llegarán muy temprano. Tomo un baño, me miro al espejo y mi inflamación es apenas notoria, mi enfermera deberá colocarme el ungüento antes que las maquillistas hagan todo lo posible para tapar mis moretones. Me pongo el conjunto más informal de los tres, me remango la camisa hasta mi antebrazo, no me pondré el corbatín, me gusta más que la camisa quede abierta un par de botones, me coloco los tirantes, y los pantalones, que son un poco más entallados de los que normalmente uso, parece que es la nueva tendencia.

- ¿Terry, estás ahí?- me grita Candy desde la puerta.

- Sí Pecas, ya te abro - Abro la puerta y la admiro, está preciosa, tiene un vestido rojo a rayas, el cabello suelto y está maquillada tenuemente, pero logra enmarcar sus preciosos ojos y sus labios.

- Candy te ves muy hermosa - le susurro, mientras la abrazo posesivamente.

- Gracias, y tú estás muy guapo, me gusta como te ves con esa ropa -

-¿Y ese vestido? no lo recuerdo de ayer-

- Me lo acaba de enviar Coco, quisieron agregar uno adicional- me dice sonriendo- Vine a ponerte tu ungüento, hoy amaneciste mucho menos inflamado, tal ves Robert no se moleste tanto cuando te vea - eso espero.

Ella comienza a colocarme la crema y cierro los ojos, sus dedos son suaves y su contacto es puro magnetismo para mi piel, ella corre un mechón que ha caído en mi cara, ya casi va a terminar así que tomo su cintura y la atraigo más a mí.

- Candy, cámbiame el castigo, hago lo que quieras, pero ya no soporto no hacerte el amor - sí estoy suplicando. Ella me mira fijamente a los ojos, pero no responde y no logro adivinar que está pensando.

- Terry, no sé, aún estoy dolida - me dice y logro sentir su tristeza, he estado tan metido en la idea de hacerle el amor, que olvidé lo que realmente trataba de hacerme entender, rompí su confianza, esa burbuja entre ella y yo la hice pedazos cuando mi estúpida boca le gritó al mundo lo que solo nosotros sabíamos, suspiro, desde hoy ya no intentaré llevarla a mi cama, haré que se vuelva a enamorar completamente de mí, que no tenga dudas.

- Candy, perdóname, no quise presionarte - ella me sonríe, mientras la beso suavemente en los labios.

- Candy, señor Terrence, ya llegaron los periodistas- nos llama Dorothy desde la puerta.

- Ya le dije mil veces a Dorothy que me llame Terry o Terrence, pero sigue con lo del Señor Terrence - vuelvo los ojos.

- Dale tiempo, aún se siente intimidada, hace solo unos días te decía Señor Grandchester, ya va mejorando- sonreímos.

La tomo de la mano y salimos rumbo al salón, hay un equipo de quince personas, en serio que es una gran producción, es casi todo el personal que necesitamos para montar una obra en el teatro.

Inician con las fotos, quieren algo casual, diario y espontáneo, así que salimos al jardín y jugamos un poco, Candy es increíble, no se intimida en lo absoluto y está feliz sonriendo y disfrutando del momento, admirarla logra que olvide que todo es un montaje y nos comencemos a divertir como dos niños, como cuando corríamos en Escocia. Corto unos narcisos del invernadero y se los regalo, ella está aún más feliz y la abrazo atrayéndola hacia mí. Cuanto la amo, mi Pequeña Pecosa.

El apartamentoWhere stories live. Discover now