La Segunda Princesa

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Bajó un poco más la ventana y sacó su mano para saludar al pueblo. 

En ese momento la empezaron a vitorear y gritar el nombre de su Casa, «Crystal», podía escucharse desde cada rincón de la calle. ¿Cómo era que a pesar de tener ellos tan poco eran tan felices y ella que tenía todo no lo era? Se solía preguntar esa misma incógnita cada vez que salía del castillo. 

Era la princesa Joanne ga Crystal, cuarta en la línea de sucesión, esposa del guapísimo Trey Blackwood, futura duquesa y aún así no era feliz.

Empezó con el pie izquierdo ese día, ni siquiera una conversación decente durante el desayuno.

—¿Cómo estuvo la búsqueda del barco? 

—Nada fuera de lo usual. Ya sabes, marineros borrachos, capitanes tacaños y capitanes estafadores —respondió secamente mientras picaba un poco de fruta.

El silencio volvió a reinar sobre ellos. Llevaban un año casados, fue en una increíble boda triple donde su hermano Sander y su medio hermano Brandon contrajeron matrimonio con Elizabeth Silverwing y Alicent Gardener, respectivamente. Joanne ese día contrajo nupcias con Trey, una persona que no conocía y apenas había visto a lo mucho diez veces.

Se podía decir que eran completos desconocidos el uno para el otro.

—Los rumores dicen que tal vez mi padre comprometa a Luna el día de hoy, aunque bueno, eso dicen desde que ella tenía doce años.

—Supongo —respondió en tono aburrido—. Recuerdo cuando fue nuestra boda —Era la primera vez que el menciona el tema por lo cual Joanne se sorprendió—. Luna asistió a la ceremonia pero se ausentó el resto de la celebración, supongo que ver que su hermana de catorce años se case antes fue un golpe bajo para ella.

Trey era algo bromista, con sus hombres era una de las personas más vivaces que existían pero con su esposa era todo lo contrario, como si nunca hubiera querido casarse con ella, aunque Joanne creía que todo era su culpa. 

Después de la noche bodas donde compartieron lecho por primera vez  donde le entregó su virginidad. Tuvieron que pasar tres meses para que lo volvieran a compartir. Joanne se culpó  todo ese tiempo de lo que pudo haber hecho mal, l final se dio por vencida. Ninguno de los dos disfrutaba la compañía del otro, agregando el hecho que pasaban mucho tiempo separados. 

Ella permanecía en la capital ya que se negó rotundamente a abandonarla después de casarse, cosa que disgustó a su padre pero al final todos terminaron aceptando su capricho, como siempre. Trey iba y venía del Bastión del Bosque siempre que podía, de mala gana todo el tiempo y lo menos que quería hacer al llegar era ver a su esposa. 

Aquel pensamiento de culpa le entristeció. 

No lo amaba pero tampoco lo odiaba. No es que le desagradara pero tampoco le llenaba de alegría el estar a su lado. Esperaba que los dioses le enseñaran a amarlo. Tal vez era por que su corazón le pertenecía a otra persona, tal vez, si pudiera casarse con ella sería feliz.

Un súbito movimiento interrumpió su pensamiento. El palanquín descendió sin aviso previo. 

Sir Emile Smith le abrió la puerta y le extendió su mano para ayudarla a descender, al salir tuvo que taparse la cara con la mano que tenía libre debido al reflejo de los rayos solares que provocaban los cristales de la fachada del Templo, un pésimo diseño arquitectónico.

«Y los viejos sacerdotes no permiten hacer modificaciones al Templo, con el reflejo de la luz estoy segura que se podría freír un huevo»

Uno de sus pasatiempos favoritos era admirar y estudiar la arquitectura de las edificaciones.

Al llegar con ellos los tres caballeros tomaron una formación triangular alrededor de los tres príncipes mientras la Guardia Zafiro hacía una formación ovalada y alejaban a los ojos curiosos. Todo eso era demasiado escándalo para solamente ir a rezar a los seres que la miraban desde los cielos. 

(GANADOR WATTYS 2018) Crónicas de la Torre y la Luna: El DecimoterceroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora