Expiación (Parte 2)

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Todo fue tranquilidad por los siguientes tres días: Sus heridas se curaban a una velocidad sorprendente, descansaba casi toda la mañana y daba pequeños paseos al lado de Gemma para estirar las patas antes del anochecer. 

Cuando la luna se alzaba imponente sobre el firmamento cenada a solas con Gemma en su habitación y dormían juntos. Hacía mucho tiempo que Jerome no había vivido días tan tranquilos y sin responsabilidades, un sueño utópico que un año atrás hubiera considerado imposible pero allí estaba. 

Lástima que los sueños no podían durar para siempre, al final había que abrir los ojos y despertar en crudo mundo real.

El décimo día después del ataque su rutina fue la misma que la de los tres días previos pero todo cambió cuando la el sol se ocultó en el horizonte.

A la luz de las velas en la solitaria habitación hasta parecía una velada romántica. «¿Cuánto tiempo durará esta ilusión?» Y cómo si los dioses hubieran escuchado su pregunta alguien golpeó la puerta. Gemma se levantó con la espada enfundada mientras Jerome seguía comiendo. Ahora, hasta que recuperara lo suficiente, Gemma sería su espada y su escudo.

—Charles —dijo Jerome, recibiendo al viejo caballero. Atrás de él un hombre un poco más bajo que el Segundo lo seguía, no se tenía que ser un genio para saber de quien se trataba—. Es un honor en estar en presencia de el Decimoprimer Caballero Thomas Seaguard.

Aunque nunca había visto a Sir Thomas en persona había escuchado de él, lástima que lo más relevante de su historial era su exilio y destitución. Fue nombrado el Decimosegundo Caballero tras la muerte del entonces Cuarto Sir Elnard Gottwald hacía nueve años y un año después de su nombramiento fue nombrado el Decimoprimer Caballero tras la repentina muerte del Quinto Caballero Sir Joseph Longwater. 

—Así que tú eres Jerome Whitetower —dijo—. Parece que los ahora Trece, han bajado en cuanto a sus requisitos para formar parte de la hermandad. No has cambiado mucho, tienes la misma cara arrogante.

—¿A qué se refiere ?—preguntó Jerome mostrando un educado y frío interés—. ¿Cuándo nos conocimos?

—Cuando tu padre todavía tenía la cabeza pegada a su cuerpo y yo era un simple escudero en un torneo —Sir Thomas suspiró. Si lo que decía el antiguo Decimoprimer Caballero debía tratarse del Gran Torneo de Puerto Plata cuando solamente tenía cuatro o cinco años. Aquellos recuerdos tan antiguos habían desaparecido casi en su totalidad de su memoria—. Ser derrotado por paladines, menos que simples altaneros con palillos de dientes por espadas, los Trece han decaído en sus estándares desde que me exiliaron hace cuatro años ¿Y por ésta me reemplazaron? 

—Técnicamente fue Sir Sebastian quien lo reemplazó yo solamente tomé el puesto vacante, Sir—comentó Gemma, fría y seca.

—No es el momento indicado para estos asuntos banales y triviales. Es el momento de discutir lo que realmente importa y es el motivo por el cual nosotros cuatro nos encontramos aquí esta noche —sentenció Sir Charles con seriedad y autoridad. 

Los cuatro tomaron asiento alrededor de la pequeña mesa redonda.

—¿Hay noticias de la princesa Luna? —preguntó Jerome.

—Iré al grano —comentó Thomas Seaguard—. Hay un barco que zarpa mañana al medio día a Vares.

—Entonces son buenas noticias, ¿no? 

—Si los dioses son buenos llegarán al puerto en menos de dos semanas —Siguió Thomas, ignorando la pregunta de Jerome—. Vares es conocida como una de las principales ciudades esclavistas del Quebradero junto a Leras y Zennera...

(GANADOR WATTYS 2018) Crónicas de la Torre y la Luna: El DecimoterceroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora