Pastelillos de Limón y Águilas de Plata

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Mientras disfrutaba de otro pastelillo de limón, su padre, el rey Brandon el tercero de su nombre entró acompañado de una mujer que jamás había escuchado en su vida, por el apellido supuso que era pariente de Sir Jerome. Al momento en que anunciaron el nombre de la mujer toda la sala quedó en silencio, hasta los músicos dejaron de tocar. 

En ese momento supo que era la hermana del Decimotercero, su caballero de armadura dorada.

El silencio pareció resonar como si de una orquesta se tratara. Siendo las respiraciones profundas de los invitados el ritmo a seguir en aquella incómoda melodía, al mismo tiempo que eran los instrumentos.

—Llegáis tarde —dijo la princesa Luna, poniendo un alto a la muda melodía.

Otro error por parte de la princesa ciega. Lady Alysanne no causó la repentina afónica tonada sino la penetrante y juzgadora mirada de fuego de Luna.

«Al menos hay una ventaja de ser ciega y es que Luna no podrá mirarme de esa manera otra vez, no, si lo hará pero yo no la podré ver ». 

La famosa mirada de la princesa era conocida por todo el castillo y sus hermanos. Algo que todos habían aprendido desde pequeños era a no meterse con Luna y mucho menos cuando se enojaba. 

Quizás esa era la razón por la cual ella no tenía ningún apego por el resto de sus hermanos. Desde pequeña se había cerrado. 

Los únicos recuerdos felices con su hermana eran de sus primeros años de vida pero eran tan difusos que parecían sueños. 

No tenía ningún recuerdo reciente y feliz con Luna. Bueno, había uno pero no era feliz del todo.

—Lo siento mucho querida, hubo un contratiempo pero lo que importa es que estoy aquí. ¿No? Que continúe la fiesta —dijo su padre algo avergonzado pero riendo, típico de él. 

El rey Brandon, como siempre, despreocupado no le dio más importancia al asunto y se dirigió a la mesa de honor con sus hijos.  Una vez su padre pasó a su lado le dio un tierno beso en la cabeza para saludarla.

«A pesar de siempre estar ocupado ha sido un buen padre, siempre nos ha cuidado».

—Princesa Elena, príncipe Elys —dijo la voz de Sir Edduard—. Se me ha ordenado velar por su seguridad esta noche.

—Muchas gracias, Sir Edduard —respondió Elys—. Apreciamos su trabajo.

—Sí, muchas gracias Sir Edduard —repitió Elena con la boca llena.

—No hable mientras come, Su Alteza Real. Puede atragantarse.

—Está bien —respondió mientras tragaba. 

«Al menos no dijo que no hable con la boca llena porque soy una dama».

Al momento que el rey tomó asiento la fiesta siguió su curso natural. La primera acción del rey fue pedir a gritos chuletas de cerdo bañadas en miel y su canción favorita: «La lluvia de estrellas».

Una canción en honor a él y a tres de sus hermanos menores. Los tres príncipes: Nicholas, Derius y Luistel. Por desgracia nunca llegó a conocerlos. Los tres dieron su vida en la Batalla del Prado Sangriento al final de la Rebelión de la Torre. 

El único hermano de su padre con vida, era lord Mikar quien era el maestro de espías del reino.

La última vez que lo vio, literalmente, fue un día antes de que perdiera la vista. 

Desde entonces ella no sabía nada de él. 

«Pero el sabe de nosotros gracias a sus mil ojos y mil oídos a lo largo del mundo conocido» 

(GANADOR WATTYS 2018) Crónicas de la Torre y la Luna: El DecimoterceroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora