La Encrucijada (Parte 1)

635 126 97
                                    

Los marineros subían y bajaban por los altos mástiles y caminaban por los aparejos para arrear las velas rojas. Abajo los remeros jadeaban y se movían al ritmo unísono del tambor que resonaba por toda la cubierta.

Jerome se encontraba observando todo el espectáculo desde la cubierta. La madera crujía bajo sus pies mientras se inclinaban a babor. La isla conocida como la Encrucijada se encontraba frente a ellos. Con una manzana en mano se abrió paso entre la ajetreada tripulación para acercarse a la proa. En aquella ciudad del pecado se encontraba las respuestas que andaban buscando, con una mano acarició el mascarón de proa con forma de doncella y con la otra mordió la manzana. Su dulce sabor le dio la sensación de un buen augurio. 

El agua salada le respingaba en el rostro, miró al cielo despejado y murmuró una plegaria a los dioses; en especial a Arkos, el Dios de las Tormentas, el cual les había dado su bendición al  tener buen tiempo durante todo el trayecto. Ya llevaban cerca de dos semanas a bordo y sus pies le picaban de lo impacientes que estaban por pisar tierra. 

—¿Admirando la vista, no es así hijo? —le preguntó por sorpresa el capitán de la Viuda del Rey, Nero Nayar, al darle una palmada en el hombro. Un hombre robusto y corto de estatura pero tenía brazos musculosos. Siempre andaba vestido con la misma capa azul raída y remendada. El capitán era una persona a la que Jerome no le gustaría entrometerse. Aunque pareciera relajado y flexible con sólo una mirada toda la tripulación se ponía de pelos de punta y huían despavoridos a cumplir con sus órdenes. Era un hombre de temerse y respetarse—. Aquella vista te deja sin palabras la primera vez que la ves. Recuerdo la primera vez que llegué a la Encrucijada, fue hace tanto tiempo pero el recuerdo sigue fresco en mi mente como el barro húmedo. Tal vez el estar tanto tiempo en el mar hace que el barro dentro de mi cabeza siga mojado... ¿Y qué planean hacer al llegar a la ciudad? No muchas personas viajan de pasajeras a la Encrucijada.

—Supongo que ir a burdel o a una taberna. Él aguardiente que tienen aquí sabe de la mierda y no podrían tener un vino más aguado —se apresuró a comentar mientras daba otro mordisco. 

El capitán soltó una carcajada.

—Tienes toda la razón, hijo —le dio otra palmada en la espalda—. Debemos llegar antes del anochecer. No tiene caso que te quedes en la cubierta —El capitánmiró a su alrededor—. Aquí solamente estorbas.

Tiró el corazón de la fruta el mar y dio media vuelta para dirigirse al camarote que compartía con Sir Charles. 

—Una cosa más, Brune. Hay una taberna en el Muelle de la Doncella llamado La Isla. Habla con el cantinero, es un viejo conocido mío. Él te dará lo que buscas...

Paró en seco. ¿Cómo era posible que el capitán lo supiera? Habían utilizado nombres falsos desde que abordaron la embarcación y trataron de no hablar del secuestro de la princesa y que en verdad eran tres de los Trece Caballeros. 

—...él tiene contacto con varios líderes de compañías mercenarias. Estoy seguro que les puede conseguir un trabajo, un buen guerrero siempre es bienvenido con los brazos abiertos en las compañías —El capitán vio la cara de Jerome y prosiguió—: No son los primeros ni los últimos que deciden autoexiliarse para volverse mercenarios, no quiero preguntar que habrán hecho y no me interesa pero por la prisa que llevaban debió ser algo grave, ¿o me equivoco?

Una extraña paz lo invadió al escuchar tales palabras.

—Lo tomaré en cuenta y no, no se equivoca. Es algo grave.

Entró al camarote con la esperanza de encontrar despierto a Sir Charles pero solamente al abrir la puerta pudo escuchar sus ronquidos. Últimamente era lo único que hacía. Jerome suspiró, se recostó en la litera y pensó en todas las cosas que habían pasado. Tratando de recordar todo lo que había sucedido aquella noche. «Estoy seguro que ninguna persona sospechosa entró en el castillo —pensó—. Taché cada nombre de cada invitado a su entrada y salida. Tal vez hubieran entrado de polizones en los alimentos o escalando las murallas, no, imposible. Cada pensamiento es más estúpido en incoherente que el anterior» La información que había proporcionado uno de los cientos de espías de Lord Mikar daba a entender que la princesa abordó otro barco a un rumbo desconocido. 

(GANADOR WATTYS 2018) Crónicas de la Torre y la Luna: El DecimoterceroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora