La Primera Princesa

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Era su día, por lo tanto tenía que ser inolvidable.

Ese día cumplía diecinueve años y Luna seguía sin casarse, virgen y nunca había besado a ningún chico ya que sus doncellas jamás la dejaban a solas ni por cinco minutos. 

Luna suspiró, tal vez hoy sería el día en el que besara a un hombre por primera vez, sólo pensar en la idea hizo que se ruborizara y sintiera mariposas en el estómago. 

Recostada sobre su cama leía uno de sus libros de historia favoritos: «La Caída de las Estrellas». Debido a los acontecimientos de ese periodo histórico ella era la primogénita y en un futuro subiría al poder como Su Majestad la reina Luna, la primera de su nombre. Esperaba que los futuros historiadores le pusieran un sobrenombre digno de alguien como ella.

 «La Bella»,«Ojos de Dragón», «La Perfecta»

El último era el que más le gustaba. Era inteligente, podía hablar a la perfección castelita, lerassi, astek, vlassus y un poco de alto hemeroki; igualmente podía tocar el arpa, la lira y la ocarina además de ser considerada la mujer más hermosa de todo el reino: su largo cabello como la nieve, piel blanca y fina como la porcelana y ojos carmesí como las mismas llamas eran la envidia de todo el reino. Gracias a su madre, quien fue oriunda de la lejana ciudad de Hemerak, sus ojos eran ligeramente rasgados, lo cual le daba un aspecto exótico.

Había leído por lo menos cien veces ese libro que narraba los acontecimientos de la Segunda Purga Real, donde casi todos los miembros de la familia real fueron asesinados durante la Primera Guerra Castelia-Woodstrange en el corto reinado del rey Alexander III «El Maldito»  de la Casa Crystal, hacía casi setecientos años.

Al finalizar la guerra sólo quedaron vivos el hijo mayor del rey, Sir Alexander, «El Caballero del Crepúsculo» y Alice Ashford, la hija menor de la hermana del rey. Apenas era una niña de nueve años cuando la guerra finalizó con la Batalla del Crepúsculo donde Sir Alexander ganó su famoso apodo pero quedó gravemente herido. Debido a la repentina muerte del rey, el grave estado de salud del heredero y las escasas posibilidades de que sobreviviera se convocó a una asamblea que terminó siendo conocida como la Asamblea de los Treinta días en donde se discutió con los señores del bando realista y los consejeros del fallecido rey Alexander III acerca de quién debía tomar el trono.

Hubo muchas discusiones ya que cada señor quería poner en el trono a algún miembro de su Casa que tuviera al menos una gota de la sangre de las estrellas. Todo esto terminó cuando Sir Jacelyn Dawn, el hijo bastardo del rey Alexander, propuso que independientemente del sexo el primogénito éste sería nombrado heredero. En su momento causó controversia pero finalmente fue aceptado por tres cuartos de la Asamblea, decretándose así la conocida vulgarmente como la Ley del Bastardo. Gracias a eso la infanta Alice subió al trono como la reina Alice I «La Grande», a los diez años tomando el nombre Crystal sobre Ashford. 

Cerró el libro y lo asentó en su mesita de noche, justo en ese momento alguien tocó la puerta.

—¿Quién es?  

—Soy Margaret, Su Alteza Real —contestó la voz de una anciana.

—Pasad —ordenó Luna—. Llega tarde. ¿Sabe qué día es hoy? Es la celebración del día de mi nombre y posiblemente el día que mi padre me comprometa. Y usted llega tarde. Inaceptable.

—Lo siento mucho Su Alteza Real, le prometo que no volverá a pasar.

—Más le vale si quiere seguir conservando su puesto.

(GANADOR WATTYS 2018) Crónicas de la Torre y la Luna: El DecimoterceroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora