Interludio II

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—Mierda, me estoy cagando de frío y no deja de nevar.

—Da gracias que al menos tienes una capa y un par de calzones de lana, hace años ni eso hubieras tenido con el viejo rey.

—¿Te refieres al abuelo del nuevo?

—Ni más ni menos, un viejo avaricioso, o al menos eso es lo que dicen por allí. Al menos el nuevo rey Brandon no es nada como su abuelo aunque me gustaría que fuera un poco más como su padre, él personalmente solía visitar las almenas y barracones y hasta comía y bebía con nosotros. Con la princesa Luna sólo los Dioses saben que destino nos hubiera tocado.

—Solamente tengo una puta duda, ¿por qué carajos tenemos que vigilar las almenas? Este frío solamente hace que me congelen los cojones y no es como si esperáramos a alguien. Estamos en una isla en un puto lago que se empieza a congelar cada día un poco más

—¿Eres estúpido o qué, Mycah? Es por el puto juicio en contra de ese degenerado y su escudero. Todavía tiene tres docenas de hombres ocultos en la ciudad, quizás más, y es probable que tratan de escalar las murallas. Los norteños son así; son capaces de escalar las murallas para salvar a ese degenerado de mierda que llaman señor. Hablé con Walda de las cocinas y dice que se le ha visto ir a la torre del homenaje donde tienen cautivo a su esposo, al parecer a su escudero lo tienen en alguna de las mazmorras. El juicio se debe estar celebrando en estos instantes.

—Pobre de la princesa Joanne, con mi polla podría darle un poco de calor en estas frías noches.

—La princesa se tiraría a su doncella antes que a ti al menos ella no tiene la cara grasienta y llena de pústulas, mocoso cabrón. Y no hables de esa manera de la princesa, solamente los dioses saben lo mucho que ha de estar sufriendo.

—Claro, claro, su "honor" mancillado. Cosas tontas que nosotros los plebeyos no sabemos.

—¿Qué hacen sentados y cotilleando como un par de vivanderas? Pónganse de pie de una vez carajo que no les pagamos para que no hagan nada.

—Oh, ¡pero miren quien está aquí! El que no podrá tirarse a otra moza por el resto de su vida, ¡el niño ganso!

—Sir Lothan Swann, el Decimosegundo Caballero de la Mesa Redonda para vos, Trenor.

—¿Así es como tratas a un viejo conocido? Parece que esa armadura dorada te ha quitado el poco seso que te quedaba.

—Da gracias a que serviste a mi tío si no ya estarías en la horca por insultar a uno de los Doce.

—Hasta donde tengo entendido el pelirrojo sigue vivo al igual que el viejo y el hijo del traidor.

—Cuida tus palabras, Trenor. No es mi deber cuestionar lo que diga el rey, mi deber es solamente obedecer así que te sugiero que hagas lo mismo. Órdenes del Primer Caballero Sir Arthur Starlight: Bajad el puente levadizo de una puta vez que tenemos prisa.

—¿El Primero realmente dijo eso?

—No seas estúpido mocoso, ¿todos los nuevos son así  de inútiles Trenor?

—No lo sé, deberías preguntarte a ti mismo.

—Sólo bajen el puente levadizo para que los guardias y constructores empiecen a romper el hielo y preparar los barcos para mañana.

—Oh, ¿con qué hoy es el día?

—¿No escuchaste bien cabrón? Para mañana.

—¿Así que es el veredicto ya está arreglado?

—No es mi deber revelar esa información, solamente cumplo órdenes.

—¿Cómo cuando lo apresaste? ¿Cómo cuando usurpaste el puesto de Sir John Clark?

—¿Cuál es tu nombre muchacho?

—Mycah, mi señor.

—Pues déjame deciros algo, nunca cuestiones una orden. Nunca, ninguna. Asiente la cabeza y acátala. Me sorprende que lo hayan puesto como vigía.

—Con toda esta nieve y frío... que horrible día para morir.

—Cualquier día es bueno para regresar a los brazos de nuestra madre Laila, Trenor, cualquier día es bueno por eso hay que disfrutar lo más que podamos esta corta vida.

—¿Desde cuándo eres tan devoto, eh? Cuando eras un mocoso como aquel te importaban dos mierdas los dioses.

Los dioses actúan de formas misteriosas, de otra manera yo no sería el nuevo Decimosegundo Caballero.

—Escuché que la princesa Elena quiso defender al Blackwood.

—Al parecer tus oídos solamente funcionan para el chisme en lugar de las órdenes. No, no escuchaste mal. Sir Sebastian y Sir Trey la estaban entrenando, un sinsentido en mi mera opinión pero, ¿qué podemos hacer? Solamente acatar órdenes y ya.

—¿Es cierto que la princesa le rompió la nariz a uno de los guardias con la espada de madera?

—Esta venida se convirtió en una charla de vivanderas, vayan y bajen el puente levadizo de una puta vez.

—Sí, mi señor.

—Bien, si me disculpan tengo un juicio al cual estoy llegando tarde. Parece que hoy será todo un espectáculo.

—¿Exigirá un juicio por combate? Dada su alcurnia es imposible que se le niegue tal derecho, si no hay pruebas de eso... Solamente los dioses podrán juzgarlo.

—Sir Trey es un luchador formidable, lo he llegado a ver algunas veces en el patio de entrenamiento. ¡Pelea contra tres caballeros al mismo tiempo!

—Lástima que varios de ellos ya están muertos, vaya manera de resistirse al arresto. Sus hombres serán juzgados, los de alta alcurnia serán tomados como rehenes y el resto será acusado con crímenes de Alta Traición en contra la corona de Castelia.

—¿Quién inicio la carnicería? Hay tantas versiones que no sé cuál creer, al menos dinos algo por que los viejos tiempos cuando era tu niñera en el castillo de tu tío.

—La princesa Elena, ella fue la que inicio todo.

—Así que la princesita ciega, pobre.

—Esto ya se alargó demasiado, me tengo que ir. Buenos días.

—Con qué así están las cosas, no habrá juicio por combate.

—No Trenor, no habrá ningún juicio por combate. Adiós.


INICIO DEL ACTO III




(GANADOR WATTYS 2018) Crónicas de la Torre y la Luna: El DecimoterceroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora