Memorias Olvidadas (Parte 1)

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El camino hacia Séptima suponía recorrer la mitad del largo del reino. 

Debido a la distancia sus captores finalmente decidieron seguir el camino real que recorría paralelo a la Hermana Mayor quien fluía lento a su lado, el mayor río de los dos que conformaban a Las Siamesas. 

En todo momento Luna permaneció recostada y envuelta entre varias capas de pieles que los mercenarios llevaban consigo en la parte de carga del carromato. A su lado Ivynora dormitaba tirada sobre una pila de paja con meramente una capa de lana cubriéndole el cuerpo y Mairgold  la observaba desde un rincón mientras los otros dos idiotas conducían. 

El ritmo del recorrido podría ser más rápido pero las lluvias de los últimos días habían hecho un lodazal. Gracias a esa bendición o maldición, dependiendo de a quien le preguntaras del grupo, el camino se encontraba casi en su totalidad desierto. 

«Cada vez esto tiene menos pinta de ser la Castelia que yo conozco», pensó con melancolía mientras veía pasar los sauces, robles y álamos al lado de la carretera. 

Una leve lluvia caía sobre el techo del vehículo. Extrañaba la comodidad de su cama, la comida caliente durante las cenas e incluso los baños de agua casi hirviendo sobre su piel blanca. Con cierto aire de tristeza se observó las muñecas donde las costras comenzaban a cicatrizar. La princesa suspiró al ver el contraste desigual que hacía la nueva piel con el resto. Sus piernas al igual que sus brazos y abdomen mostraban todavía los moretones de la tortura que le propició Eznor. El recuerdo de su muerte a pesar de las semanas se encontraba vívido en su memoria. Luna sonrió.

El cielo grisáceo, el fuerte olor del petricor que impregnaba el ambiente y el suave ritmo del carruaje la hicieron bostezar, aquel ambiente tenía una especie de efecto somnífero que al cabo de un rato hizo efecto y la hizo dormir.

Últimamente había estado teniendo sueños recurrentes en los cuales era coronada pero de lo que llegaba a recordar al amanecer estos variaban entre sí. 

En algunos sueños su padre, como un hombre anciano; se encontraba presente en su coronación como si hubiera abdicado. En otros sus hermanos no se encontraban presentes y sus lugares eran ocupados por personas que nunca había visto pero que se le hacían extrañamente familiares y en los más raros no era ella la que se encontraba siendo coronada si no que estaba entre el público. Sin embargo, aquellos no eran ni por asomo los sueños más extraños.

Sentada frente a una larga mesa de madera negra y nadie salvo ella estaba presente en la habitación. Trató de levantarse pero no podía. Movió su mano y se quitó la máscara y la sostuvo entre sus manos. Era una máscara terrorífica. Dos cuernos nacían de la frente, los alrededores de los ojos pintados como si estuviera llevando un exceso de maquillaje pero lo que más le helaba la sangre era la fina sonrisa femenina con los labios pintados de negro formando una mueca que se asemejaba a una ligera sonrisa.

Escuchó como una puerta se abría y alzó la cabeza poniéndose de nuevo aquella terrorífica máscara. Entró un hombre que portaba una máscara al igual que ella. Ésta al contrario de la suya se encontraba hecha de algún metal, quizás oro y además estaba adornada con finas incrustaciones de zafiros. Iba bien vestido con una túnica larga negra , con su mano izquierda jugaba con el anillo del dedo anular de la otra. Permaneció sentada sin pronunciar una palabra hasta que aquel misterioso hombre notó su presencia.

 Al verla se sobresaltó y gateó hacia ella.

—Mi señora, no esperábamos vuestra llegada sino hasta dentro de unos días —Estiró el brazo al hombre arrodillado, éste removió ligeramente la máscara con forma de lobo, dejando los labios carnosos descubiertos y besó el dorso de la mano—. Es todo un honor teneros aquí.

(GANADOR WATTYS 2018) Crónicas de la Torre y la Luna: El DecimoterceroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora