Aunque Los Cielos Caigan(Parte 2)

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—Cuidad a Elena, por favor —ordenó al Decimoprimer Caballero, tras el yelmo podía ver sus cansados ojos castaños, ligeramente enrojecidos. Tal vez por la luz que emanaba desde las antorchas.

En la base de la torre tomaron caminos separados, Joanne se dirigió lo más pronto posible a sus habitaciones y Annabel fue de nuevo al Jardín de Arames con la esperanza de encontrar todavía a la baronesa Alysanne Whitetower. 

La valentía que los labios de Ann le dieron comenzó a desvanecerse con cada paso que daba. Se sentía vigilada, perseguida y asustada. 

Los macabros juegos de sombras que provocaban las antorchas en los pasillos le ponían los pelos de punta pero eso era lo que menos la asustaba, ¿realmente podía confiar información tan valiosa y crítica en la lady Whitetower? Un pequeño desliz de la información y Brandon la acusaría de traición. La imagen de su cabeza sobre una pica casi la hizo vomitar.

En una de las intersecciones se topó con un par de sirvientas, la juzgaban con la mirada, como si supieran lo que estaba a punto de hacer. «Traidora», los ojos de una decían; «degenerada», los ojos de la otra. Uno era el más grande pecado de Joanne, el otro el más grande pecado que estaba a punto de cometer.

Cuando llegó a sus habitaciones la primera cosa que hizo coger un trozo de pergamino y poner a calentar la cera sobre la mesa. A la luz de las velas y el sonido del viento y de la pluma rasgando el pergamino escribió la carta. Al principio las palabras no lograban ser transmitidas a su mano, no encontraba la manera de empezar pero al comenzar a escribir las palabras fluyeron junto a las lágrimas que caían con tal lentitud que al caer sobre el pergamino parecía que largos minutos habían pasado.

"Hermano, a estas alturas habréis escuchado acerca de la coronación de Brandon como nuevo rey de Castelia tras la muerte de padre. Que él pereció en un incendio en la Torre Central tal vez habréis escuchado; todo es una vil mentira. Una mentira que nos quiere hacer creer Brandon para usurpar el trono. Vi con mis propios ojos como dio la orden a Sir Arthur Starlight para asesinar a lord Alfred Langley, marqués de Colina Roja, quien se opuso a su coronación hasta la reaparición de Luna. Sé que el la desapareció... lo más probable es que nuestra hermana esté muerta. Brandon asesinó a nuestro padre, a nuestra hermana y a lord Langley con el apoyo de la Casa Gardener y el de todo el Consejo, todo para apoderarse del trono. Te lo ruego, por el bien de nuestra familia y la memoria de padre y Luna, que lo detengas. Por el bien de Elena, Elys y Nathaniel. Por el bien del reino..."

A la luz de los Dioses firma Su Alteza Real la Princesa Joanne ga Crystal, Primera Princesa de Castelia.

La carta no le convencía del todo pero era la mejor que podía hacer en aquella tan desesperada situación. Si tuviera un poco más de tiempo lo haría mejor pero tiempo es algo que  no tenía. Dobló la carta y vertió cera caliente para luego estamparlo con su sello personal: Cuatro estrellas dentro de un círculo.

Mientras esperaba que la cera se enfriara y endureciera limpió y ordenó todo. Se paró frente a al enorme espejo y ensayó lo que iba a decir, lo que le iba a pedir... No suplicar. 

Un golpeteo en la puerta de madera la alertó de la llegada de Annabel.

—Pasad —ordenó Joanne. 

La puerta se abrió, Annabel la sostuvo mientras entraban la baronesa Alysanne Whitetower y un hombre algo mayor que ella la seguía de cerca. 

Alysanne portaba un vestido sencillo de terciopelo verde oscuro con bordados de flores y sobre sus hombros una capa de piel bastante gruesa, no portaba ningún tipo de joyas. Su acompañante era un hombre de tal vez unos  treinta y cinco años de edad, tenía el rostro curtido y cabello corto, lo que más destacaba era su larga y ganchuda nariz. Éste iba incluso de manera más humilde que su señora.

(GANADOR WATTYS 2018) Crónicas de la Torre y la Luna: El DecimoterceroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora