Mentiras Verdaderas y Realidades Falsas (Parte 2)

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El gordo sacerdote hizo una pausa y pidió recitar una plegaria para que los dioses los guiara al camino de la verdad.

—¿Mantuviste relaciones con algún hombre? —preguntó Sir Casper. No estaba perdiendo el tiempo.

—No, mi señor —respondió Trey con una sonrisa en los labios. 

«Idiota, no te lo tomes como si fuera un juego».

—Tengo entendido que varios de tus testigos son prostitutas, ¿o me equivoco, Sir?—dijo Brandon.

—No se equivoca, está completamente en lo correcto.

—Entonces con esa declaración deja en claro que nunca compartió lecho con su señora esposa, Joanne ga Crystal. Creo que a todos nos gustaría saber el por qué.

—En eso caso tendrá que esperar a que mi amada esposa suba al estrado, igual a mi me gustaría saber las razones. Sí, me acosté con prostitutas, ¿es eso un crimen? Un hombre tiene necesidades y sí así lo fuera creo que la mitad de los presentes en esta sala deberían ser juzgados al igual que yo.

Joanne escuchó un par de risitas nerviosas, sentía como las miradas se clavaban en su nuca pero no miró atrás, su vista estaba fija en Trey Blackwood.

—Hay testigos contra vos —sentenció Brandon.

—Y a mi favor que no se le olvide, Su Majestad.

—Los escucharemos hablar a ellos primero y luego podrás presentar a tus testigos —dijo Sir Casper.

—Me gustaría saber donde están —Trey dio media vuelta haciendo sonar las cadenas—. Porque aquí no los veo.

—Están aquí, no se preocupe. Vos será tratado como se debe por su alcurnia —le contestó Sir Casper—. Y por obligación de los dioses se me obliga a recordarle que puede optar un juicio por combate si es que así lo desea. 

—No quiero lastimar a ninguno de las estatuas dorada. Sería una desgracia manchar de sangre tales esplendorosas armaduras.

—Si al final del juicio no se llega a un veredicto a base de los testimonios dados éste será resuelto mediante un juicio por combate. Uno de los Doce será su oponente —le informó Sir Casper.

El primer testigo fue nada más que la Reina Consorte Alicent Gardener. No entendía bien a que estaba jugando Brandon poniendo como su primer testigo a su esposa, aunque no tardó mucho en darse cuenta. El sacerdote le tomó juramento de decir nada más que la verdad.

—¿Conoce al hombre que se encuentra parado en el estrado?—preguntó Sir Casper a su sobrina.

—Es el esposo de la princesa Joanne, Trey Blackwood.

—¿Qué es lo que sabes de los crímenes de los cual se le acusa?

—Sé que él y Joanne no compartían lecho desde hace mucho tiempo...

—Al igual que vos y el nuevo rey, ¿o me equivoco?—interrumpió Trey. Su comentario generó murmullos entre los presentes y la reina se puso colorada como un tomate en cambio Brandon permaneció con el mismo rostro inexpresivo como si estuviera tallado en piedra.

—¡Silencio! —Alzó la voz Sir Casper—. Solamente hablará cuando se le de permiso, considere esto como su primera y última advertencia si es que no quiere pasar el resto de su juicio amordazado. Continúe por favor, Su Majestad.

—N-no hay mucho más que decir, m-mi señor—La reina cedió ante el nerviosismo—. Hay muchos rumores que circulan en la corte y-y creo que es por eso que estamos aquí. P-pero si me tuvieran que preguntar s-si es culpable diría que no. C-creo que lo que dice es cierto, el decir la verdad es la cualidad de un caballero.

(GANADOR WATTYS 2018) Crónicas de la Torre y la Luna: El DecimoterceroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora