Cartas y Máscaras (Parte 3)

345 107 44
                                    


—Tenemos que ir —afirmó Jerome a su compañera y antes que pudiera replicarle agregó—: Es la única pista que hemos logrado hallar en este lugar.

Trataron de encontrar más información el resto del día antes de que anocheciera y como ya era costumbre no lograron encontrar nada. Lo único relevante aparte del misterioso y horripilante Hombre de la Máscara fue que se metieron, de manera accidental, en medio de un baile en la Plaza Arafa. 

Unas ancianas bastante alegres los vieron pasar y los empujaron donde se encontraban las parejas danzando. Lo destacable aparte del cuarteto de cuerdas que tocaba de manera espectacular eran los dos pies izquierdos de Gemma, daba gracias a todos los dioses de Castelia que no terminó con los dedos de los pies rotos. Aunque no era de sus habilidades más diestras Jerome sabía bailar con cierta gracia y elegancia, todo gracias a las presiones e insistencias de su hermana menor. 

El solamente pensar en ella le hizo encoger su corazón, no había podido despedirse de ella apropiadamente. Escribió una carta y se la encomendó a Sir Duncan que la entregara, esperaba que Alysanne su amada hermana menor pudiera entenderlo.

Antes que se dieran cuenta el sol comenzó a ocultarse y se encaminaron, con cautela y tratando de llamar la menor atención posible, a la plaza donde el Hombre de la Máscara les había dicho que encontrarían a la chica albina. En lo que caminaban por las calles adoquinadas pudieron observar como los dueños de tiendas y hasta los propios guardias de la ciudad encendían lámparas, iluminando las cada vez más sombrías calles. Aunque eso era la norma hoy era diferente. Las velas se encontraban en lámparas hechas de un material similar al papiro que dejaba pasar la luz, lo cual le daba un aspecto casi mágico, por llamarlo de alguna manera.

—Parece que una obra se llevará a cabo en medio de la plaza —señaló Gemma con el abanico—. Tomemos asiento en una de las gradas. ¿Esto era lo que se refería el Hombre de la Máscara?

La tomó de la mano y prosiguieron a sentarse. 

Una persona vestida de bufón pasó con una canasta pidiendo dineroy le dio una moneda de plata rectangular, un argnt, como lo llamaban en la ciudad.

—Recorreré la plaza en lo que comienza, puede que encuentre algo más —dijo Gemma, yéndose sin decir nada más.

Un par de muchachas que pasaron a su lado rieron disimuladamente, Jerome iba a tener una serie plática con Charles cuando se vieran de nuevo.

—¿Alguna buena nueva? —preguntó Jerome.

—¿Todos los hombres son unos cerdos? —bufó—. En lo que me fui cuatro trataron de abordarme y creo que uno me tocó el trasero.

—Me alegro que no hayas tenido tu espada. Habrían terminado con sus cabezas rodando por uno de los canales o con las tripas derramadas sobre los adoquines.

—¿Te crees muy gracioso, no es así? —rezongó a la defensiva—. Voy a matar a Charles por obligarme a usar este jodido vestido de mierda. No puedo caminar bien, mi espada la cargas tú y este sombrero gigante hace que me desbalancee, la pintura en mis párpados y rostro arde. Al menos no me calcé esas zapatillas que tu amiga puta me ofreció.

Jerome soltó una estruendosa carcajada.

—¿De qué te ríes, imbécil?

—Charles ya se había ido antes siquiera que te pusieras el vestido. No te obligó a hacer absolutamente nada, con la misma pudiste negarte a no usarlo y yo sería el único que caminara por las calles con este ridículo traje. Vaya... vaya... Parece que la marimacha tiene su lado femenino. ¿No es así?

(GANADOR WATTYS 2018) Crónicas de la Torre y la Luna: El DecimoterceroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora