CAPÍTULO 17.- tercer fragmento

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Entre al salón junto a Matt después de nuestra sesión de besos, decidimos hablar con más calma del tema cuando esta reunión acabe y la verdad es que los dos necesitábamos unas horas para pensar sobre lo sucedido, así que me pareció lo mejor.

Nos acercamos hacia el Rey y su escuadrón mayor, que no tardaron en presentarme a todo tipo de líderes cada vez que podían. Si hay algo que más odio de los hombres lobos, es su estúpida manía de fanfarronear lo importantes y poderosos que eran. Llenos de presunción, vanidad infundada y ridícula.  Así que cuando pude me escape del circulo donde estaba para caminar por el salón intentando pasar desapercibido o eso creía yo.

—Maldita sanguijuela— me dijo con el mayor desprecio, la madre de mi ex.

—Estoy igual de contento de verla señora— su cara era un poema de odio.

—¿Qué hiciste para tener ese puesto?, ¿hechizaste al rey?—parecía que se le iba a reventar una vena del cuello.

—Señora no quiero tener problemas—dije lo más bajo posible para no llamar la atención.

—Eso debiste pensar antes de lavarle la cabeza a mi Jonny—se acercó más a mi.

—Yo no tengo la culpa que usted sea una maldita anciana que no acepte que su hijo sea gay.

 Lo siento, no me pude controlar ¡alfin se lo dije!

—Desubicado, estupid...— la señora alzó su mano para tirarme una cachetada, pero alguien la sujetó evitándolo.

—Antes de que la queme viva en una hoguera, mismo estilo de la santa inquisición, le pregunto ¿sabe usted que no puede golpear a alguien del escuadrón del príncipe?—es la primera vez que me alegra ver como Alan pone su cara de asesino serial.

—Suelte a mi madre—dijo el alfa de mi anterior manada.

—¿Qué está pasando aquí? —llegó el rey a nosotros con todos los demás.

—Lo que pasa aquí es que esta mujer—torció el brazo de la vieja digo de la señora Gertrudis—. Intentó golpear al nuevo miembro del escuadrón del príncipe y si les recuerdo a nuestros invitados, eso está prohibido—sonrió maleficamente.

—¡Suelte a mi madre! —se acercó el alfa Caleb a Alan, pero salió volando hacia una pared.

—¿Que?, No te escuche—se burló Alan.

Oliver se acercó a la señora Gertrudis.

—¿Es cierto lo que el príncipe Alan dice?

—Si, mi príncipe—agacho la cabeza.

—¿Puedo hacer que mis lobos infernales se la coman? Total, están hechos de fuego es lo mismo que quemarla—sugirió Alan.

—Por favor no—intervino Jonny—. Yo aceptaré el castigo de mi madre.

—¡No! —me sorprendí yo mismo de haber hablado—. Esto solo es un malentendido, yo he pertenecido a su manada casi la mayor parte de mi vida y tenía asuntos pendientes con la señora Gertrudis eso es todo.

—¡Que aburrido eres Dylan!— se quejó Alan.

—Gracias Dylan—me agradeció el Alfa Caleb que no sé en qué momento se había acercado de nuevo a nosotros después de que Alan lo mandara a volar en sentido literal.

ALFA KINGWhere stories live. Discover now