CAPÍTULO 24.-tercer fragmento

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— ¡Ayúdenme!

Grité a todo pulmón cuando vi como Lucy cayó por las escaleras arrastrando a Evangeline cuando esta intentó cogerla.

— ¡Lucy! ¡Evangeline!

Varios empleados del palacio aparecieron y nos ayudaron.

—Tenemos que llevarlas a la clínica del palacio rápidamente—dijo uno.

—Me duele el vientre—lloro Lucy—. Mis bebes.

—Van a estar bien Lucy—intente calmarla—estarás bien.

Se llevaron rápidamente a las dos a la clínica donde hace meses llevaron de igual manera a Lucy cuando Alan la encontró envenenada, donde Dylan conoció a los chicos y a Matt, por dios cuantos recuerdos me trae este lugar.

—Espere aquí fuera por favor—me dijo una enfermera—le avisaremos cualquier cosa.

—Gracias.

La enfermera se fue yo me senté en la pequeña sala de espera, me acuerdo cuando Dylan entró aquí cuando lo llame, cuando le dijo a Oliver que Lucy era mate de Alan, cuando Matt se desmayó al darse cuenta de que Dylan era su mate.

—Hola—conteste el teléfono rápidamente.

—¿Te encuentras bien? —la voz alarmada de Jeremy me puso la piel de gallina ¿es que ya lo llamaron?

—Sí, estoy bien.

— ¿Dónde está evangeline?

—Lucy acaba de tener una contracción justo cuando bajaba por las escaleras, cayó y Evangeline que estaba ayudándola, intentó sujetarla, pero cayó con ella. Ahora las dos están en la clínica, lo siento hermano esto es mi culpa, yo debí ayudar a Lucy a bajar— mis lágrimas corrían por mi cara, soy una idiota.

—Cálmate Rosali, tú no tienes la culpa, no seas tonta— ahora él intentaba calmarme.

—Evangeline es una niña pequeña no debí dejarla.

Escuche como forcejeaban el teléfono.

—¿Cómo está Lucy?—la voz de Alan ahora estaba en el teléfono—¿Mis hijos están bien?

—No lo sé.

—¿Cómo mierda no sabes?, ¿Cómo carajos no dejaste que esto sucediera?,¡te juro que...!

Otra vez forcejeaban el teléfono mientras yo seguía llorando, Alan tiene razón es mi culpa.

—Hola preciosa—la voz de Dylan estaba al teléfono—. Estamos a punto de subir al jet, cuida de las chicas ¿está bien?

—Te quiero Dylan, dile a Alan que lo siento mucho.

—No le hagas caso, sabes cómo es de melodramático—intentó restarle importancia—adiós.

Colgó

—¿Dónde están mis hijas?—llegó la reina, junto a mi madre y la señora Leyla (la mamá de José)

—Adentro—les indique.

—¿Qué pasó?—pregunto mi mama.

Les expliqué rápidamente, la reina quiso pasar, pero las enfermeras la detuvieron, incluso cuando ella se les impuso como su luna. Mi madre me abrazó y la señora Leila hizo lo mismo con la reina, las dos estábamos muy sensibles y no podíamos más con la incertidumbre.

ALFA KINGWhere stories live. Discover now