¿Qué es lo que quieres?

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Las últimas semanas han transcurrido entre los "recuerdos tipo sueños" de Jungkook y los análisis médicos de turno.

Él doctor le ha recomendado hacer una especie de rutina, basada en ejercicios de estimulación cerebral que incluso le otorgan relajación para evitar el estrés. Pudiendo controlar así, todo tipo de ansiedad que se le presente.

Diría que realmente me hace feliz que esté durmiendo a mi lado todos los días, pero la verdad es que tenerlo así de cerca, eleva mis deseos más allá de lo soportable.

He aprendido qué tal vez no es mala idea la auto estimulación con mayor frecuencia. Llega a ser algo gracioso que después de años sin necesitarlo, he terminado por satisfacerme de ese modo pero es real. También he optado por dormir mirando hacia el lado contrario, evitando a toda costa que mis deseos sexuales afloren.

Ahora está sentado en el sofá, como si nada de lo que sucede a su alrededor, le preocupase en absoluto.

—Hoy cenaré con BoGum. Así que no me esperes despierto. —señalo, lo más rápido posible para evitar un reclamo mayor.

—¿Ahh? ¿Otra vez? Es la segunda vez en ésta semana, Tae. —protesta, frunciendo el ceño ligeramente.

—Jungkook no empecemos... necesito distraerme de vez cuando, no puedo estar encerrado siempre entre cuatro paredes. —señalo, dejando el vaso con agua a medio tomar, sobre la mesa.

—¿Y cómo yo?. —refunfuña, sin dejar de lado su seriedad.

—Tu te encierras porque sí, podrías perfectamente llamar a Seokjin y salir con él. —indico, evitando alzar la voz.

—¡No es justo!. —exclama, haciendo un pequeño chasquido con su lengua.

Cojo una bocanada de aire para luego soltar un suspiro... —Me voy, bien... —anuncio, depositando un beso sobre su frente, marchándome antes de que las cosas cambien de tinte.



★☆★



La cena con BoGum resulta del todo bien, como cada vez que nos reunimos para pasar tiempo juntos.

Al finalizar la cena, cojo un taxi hacia el departamento. Y en el camino, le envío un mensaje a Jungkook porque soy consciente de que a pesar de haberle recalcado que no me esperara, debe estar haciendo de todos modos.



Novio que no debo olvidar:
<<Voy en camino, llego en diez minutos más>> -2:03 a.m-

My sweety:
<<Que bueno por ti 👍>>
-2:05 a.m-

Novio que no debo olvidar:
<<Tan lindooo>> -2:06 a.m-



Tras bajar del taxi y una vez adentro del edificio, tomo el ascensor para llegar al piso. Al ingresar al hogar, no veo nada inusual, Jungkook tampoco está por ningún rincón, o al menos en ninguno visible.

Ya en la habitación, me apresuro para entrar en la cama, reemplazando mi ropa por una camiseta de dormir, que a duras pena logro encontrar entre toda la obscuridad de la habitación.

Minutos después y sólo tras lograr acostarme, me sorprendo al divisar a Jungkook a medio sentar y de brazos cruzados. Decido entonces, imitar su posición prendiendo de paso la luz de la lámpara del velador.

—¿Pasa algo?. —le pregunto en total calma.

—Si. —indica, asomándose una arruga en su frente. —Se supone que cuando uno cena, no lo hace hasta altas horas de la madrugada. —recrimina, sin más rodeos.

—El lugar donde vamos siempre, es una especie de bar restaurant. Allí se come y se bebe, Jungkook. —respondo ante su arremetida.

—Donde vamos siempre, siempre... ¿Y qué hay de mi?. —cuestiona, abultando sus labios en un leve puchero.

—¿A qué te refieres?. —infiero tras lanzar un cojín hacia los pies.

—¿Qué, quién piensa en mi? ... en lo que yo quiero... —continúa, desviando la mirada.

—Yo pienso en ti siempre, por sobre todo y todos, Jungkook. ¡Maldición!, dime ¿Qué mierda te sucede? ¿Qué es lo que quieres?, necesito saber para poder ayudarte, si no me lo dices yo no puedo adiv...

—Quiero, q-quiero que me abraces, que estés conmigo, quiero que me beses, ¡Maldita sea!, no sé porque pero quiero que me beses...interrumpe, soltando lagrimas a su paso, aquellas que inundan todo su rostro, posándose en sus mejillas. —No sé que me pasa, n-no me entiendo. Yo sólo...

Las palabras mueren a medio camino cuando mis labios conectan con los suyos. Me aparta con brusquedad, sin romper el contacto visual. Segundos, segundos tárdanos en volver a besarnos.

Es un beso intenso y extrañamente hambriento, parsimonioso. En donde nuestras lenguas se encuentran una y otra vez para saciar la ansiedad que nos consume. Muerdo su labio cuando los dedos de su mano presionan mi hombro.

Aún así, continúa llorando. Tal vez es la única forma de darme entender lo que lleva callando por tanto tiempo. Tras cada beso es un sentimiento nuevo y especial, me necesita, mucho más de lo que pude haber llegado a imaginar.

Porque lo que no recuerda su mente, su cuerpo se encarga de hacerlo evidente.

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