Días

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El segundo día fue bastante agotador.

Decidimos probar nuestras destrezas en un trecking, preparamos como si se tratara de un campo de supervivencia.

Preparamos dos mochilas pequeñas, cuyo interior contenía algo de comida instantánea, utensilios, una cocinilla portátil en la de Tae y un gas en la mía. También un par de bastones de refuerzo para ayudar en sujeción y la estabilidad en el camino inestable.

El ascenso duró un par de horas pero la vista era simplemente maravillosa. Allí se apreciaba la inmensidad de la isla, una panorámica comparable a una hermosa pintura a mano.

Cocinamos, almorzamos y exploramos; todo en torno a conversaciones y risas que llenaban el lugar, provocando un momento único y especial.

Ya para la tarde y antes de que el sol se escondiera, decidimos descender para volver al hotel. Nos divertimos como dos pequeños niños, que salieron a explorar la vida por primera vez.

Para el tercer día, las cosas habían comenzado muy bien.

Cenamos en un local de comida típica de la zona y visitamos la famosa Cueva de Manjanggul. La cual se encontraba más retirada de lo que pensábamos, aún así no fue impedimento para disfrutar y crear nuevos recuerdos.

De vuelta al hotel, tomamos un tiempo para el descanso y reponer las fuerzas suficientes para salir a beber unos tragaos a la noche.

El tiempo pasa en un abrir y cerrar de ojos. Es incalculable lo agotados que estamos pero afortunadamente, no es impedimento para continuar nuestras odiseas.

En el bar, la bohemia es encantadora. El lugar es uno de los más concurridos de la isla, para nuestra suerte hemos pillado una mesa libre. El camarero no tarda en atendernos y al cabo de unos minutos, nos entrega una botella de vino y un vaso de vodka naranja.

La música es envolvente y los turistas de vez en cuando, elevan la voz en un canto. Incluso hay una fila a la espera de que se desocupe alguna mesa, en las afueras de bar.

Minutos después, me encuentro en el baño. Lavo mis manos y acomodo mi cabello con las manos, luego reviso que todo esté en orden y cuando me siento satisfecho con mi apariencia, camino de regreso a la mesa.

La alegría se esfuma en menos de tres de pasos. Avanzo con lentitud como si de esa forma pudiese retrasar toda la molestia que me provoca Jihoon.

Le dedico una mirada de reojo a Tae mientras me responde encogiendo sus hombros. Tomo asiento frente a él porque él idiota, ha ocupado mi lugar.

—¡Hey, Jungkookie!. —exclama con cinismo. —Te dije que nos volveríamos a encontrar, aunque debo confesar que jamás pensé que sería por acá. Que sorpresa, ¿No? —sonríe ladino mientras espera mi respuesta.

Lamento no estar tan entusiasmado como tú, Jihoon. —enfatizo sin más adornos:

—Tan amargo. —suspira acongojado. —En fin, éste es mi... mi amigo Guanlin. —titubea, mostrando incomodidad en su rostro. —Linnie, ellos son TaeTae y Jungkook.

Jihoon es lo más parecido a un cuervo en busca de comida. Menuda mierda venirnos a encontrar con él, acá...



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Me acabo de crear una cuenta en Instagram para subir mi colección Taekook Shiper. Por si gustan seguirme, me pueden encontrar como borahae.9597 || Por otro lado, ya publiqué el prólogo de mi primer fic Yoonmin "Masks". ¡Buenas noches, bonis!.

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