Capítulo 38

3.1K 443 62
                                    

Si no ven los comentarios en los párrafos es porque el capitulo tubo cambios*

NOZOMI

La lluvia caía sin cesar, las palabras de Francisco aún resonaban en mi mente, como un eco que se negaba a apagarse. No lo había visto venir, nunca lo imaginé así.

Mis manos temblaban un poco mientras llevaba la taza de chocolate caliente a mis labios, tratando de encontrar calma, pero el sabor dulce no lograba calmar el temblor que yacia en mi cuerpo.

Minutos eternos se convirtieron en una agonía silenciosa. Esperaba, anhelando que él dijera que solo era una broma, algo para aliviar la tensión de los últimos días. Un juego cruel propio de los vampiros, pensé, pero el silencio se prolongaba.

La curiosidad pugnaba con la timidez, el deseo de conocerlo mejor con el miedo a ser lastimada. ¿Era posible que, en medio de esta confesión inesperada, me atreviera a preguntar sobre su pasado?

Lo único que sabía de él era su título nobiliario, su lejano origen y de su hermano Fredom, ambos unidos por la vampiresa Verónica. Poco más que detalles superficiales. Su infancia, sus sueños, sus alegrías y penas, todo permanecía envuelto en un velo de misterio.

Y luego, como un relámpago en la tormenta, la imagen de sus padres llegó a mi mente. Recordé su breve mención ¿Sería posible indagar en ese suceso doloroso de su vida? ¿Podría mi atrevimiento ser interpretado como morbo o falta de tacto? Un sinfín de dudas me asaltaban. Ansiaba conocerlo, comprenderlo, pero el temor a traspasar los límites me paralizaba.

La mirada de Francisco se posó en mí, con esos ojos azules que tanto me atemorizaban en un inicio y que ahora me atraían.

—¿Qué pasa?— preguntó con suavidad, su voz ronca rompiendo el silencio incómodo que se había instalado entre nosotros.

Tomé aire hondo, sintiendo que mi corazón latía con fuerza en mi pecho. —Tus padres...— susurré, —¿de verdad murieron en una tormenta?—

Francisco asintió con la cabeza, su mirada se perdió en la distancia.

—Sí— respondió con voz apagada —en realidad, mientras la tormenta azotaba con fuerza, un rayo se los llevó—

Justo en el momento en que lo mencionó, un resplandor brillante iluminó el cielo, como si un eco de aquella fatídica noche quisiera hacerse presente.

—Pero en aquella noche, ese rayo no era como cualquier otro— continuó, —era enorme, tanto que se los llevó a ambos en un instante—

Mis oídos resonaban con sus palabras, sintiendo un escalofrío recorrer mi cuerpo. Jamás hubiera imaginado que un rayo pudiera ser capaz de arrebatar la vida.

—Nunca imaginé que los rayos se llevaran a la gente— confesé con un hilo de voz, llena de temor e incertidumbre.

Francisco me miró con ternura, comprendiendo mi miedo.

—Tampoco lo creí—, me dice con una sonrisa —pero ellos me contaron una vez que había un ser que controlaba los rayos, o que era parte de ellos, y que un día, no sabían cuándo, se los llevaría, pues debían hacer algo importante que nunca entendí—

Hizo una pausa, observando mi rostro pálido. —Quizás solo fue un cuento— se dijo a sí mismo, más que a mí —una historia para calmar mi dolor—

Podía sentir su tristeza, su anhelo por volver a ver a sus padres. —Pero como que siempre supieron que se irían— continuó —ya que dejaron a personas que nos cuidaron—

—¿Los extrañas?— pregunté sin pensarlo, sin medir mis palabras. La emoción me dominaba.

Francisco sonrió con tristeza, dejando ver un hoyuelo en su mejilla. —Algunas veces— respondió —me gusta pensar que están en un lugar mejor—

Dama de un vampiroWhere stories live. Discover now