Capítulo 14

6.1K 696 65
                                    

GRAN SEÑOR

NOZOMI

Me dirigí a la habitación con los dos vampiros, cada uno cargando una caja del líquido que tanto anhelaba.

Colocaron los vasos de metal en los estantes detrás del escritorio, apartando libros para ocultarlos en caso de que alguien entrara. Acordamos reunirnos en el comedor en unos minutos para desayunar y almorzar, ya que era mediodía.

Mientras tanto, me quedo en el sillón observando la repisa a través del cristal que nos separaba. Todavía me costaba creer que mi ser ansiaba con todo ese líquido. Recuerdo que varias veces después de lesionarme, a veces me lo negaban. Y sí, también recuerdo haber tenido comportamientos difíciles de controlar en su ausencia, también fue un tormento psicológico y físico.

Francisco acomoda el último vaso metálico sobre la repisa y lo oculta tras un libro. Me mira con expectación y me pregunta. —¿Tienes idea de lo que puede contener?—.

Niego con la cabeza. No tengo ni la más mínima pista. —Podría ser lo mismo que las verduras—, murmuro, recordando la comida de la Esclavitud, esa que nos hacía sentir tan fuertes.

—¿La comida de la Esclavitud?—, pregunta Francisco con intriga.

Asiento en silencio.

Bajamos al comedor, casi vacío a esas horas. Fredom, con voz resonante, anuncia el destino de los vasos restantes —Iré con Dereck, la mayoría va al laboratorio para su análisis. Solo nos quedaremos solo con algunos por si acaso, pero será complicado si me llevo a Cladis—, comenta, dirigiendo una mirada a la pelinegra.

—Sería sospechoso—, interviene Francisco.

—¿Por qué?—, pregunto con timidez.

Francisco me mira con seriedad. —Robny, el que inició todo esto, desconfía de muchos. Si nosotros no estamos, levantará sospechas—.

Cladis, visiblemente asustada, rompe el silencio —Está bien si no voy, pero si me quedo sola, algo podría pasarme...—.

Fredom continúa —Mejor cuando venga Dereck—.

—¿Y cuándo será eso?—, cuestiona el príncipe, —podrían pasar semanas...— parece exasperado.

Los dos vampiros se sumen en sus pensamientos.

Una voz desconocida pronuncia los nombres de nuestros dueños. Al voltear, mis ojos se posan sobre una mujer que irradia belleza, alta, delgada y con una melena de color marrón que pareciera brillar.

Fredom y Francisco la saludan con sorpresa y alegría, invitándola a sentarse a nuestra mesa.

Siento un cosquilleo de temor al ver que se acomoda junto a Francisco, obligándome a desplazarme un poco más. No sé si mis amos comparten mi inquietud.

—¿Qué haces aquí, Vero?—, pregunta Fredom.

Ella se sienta con gracia, echando su cabello hacia atrás, y responde con una sonrisa —Nada, solo quería avisarles que en un par de días habrá una fiesta y no me la quiero perder—.

—Disfrutando de tu inmortalidad—, replica Francisco, aunque con un deje de cariño en su voz.

—¿Y ustedes por qué no viven la vida al máximo?—, cuestiona la vampiresa con picardía.

—Hay cosas más importantes ahora mismo—, responde Fredom con seriedad.

—¿Desde cuándo te volviste tan maduro?—, pregunta ella entre risas. —Tú y yo somos los divertidos, deja lo serio para Fran—.

Dama de un vampiroWhere stories live. Discover now