Capítulo 22

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HUMANIDAD PERDIDA

VERONICA

La dignidad y la capacidad de la humanidad fueron destruidas sin distinción de raza. Todos, incluyéndome a mí, nos convertimos en sus juguetes. Todavía recuerdo que los vampiros no se acercaban a los humanos gracias a los cazadores. Yo creía en ellos hasta ese día, cuando mi amor por ellos se convirtió en odio.

Ese día perdí a mis padres y mucho más, a manos de los mismos cazadores que se unieron a ellos y se convirtieron en vampiros.

Todo comenzó como un día soleado. Todo parecía ir bien, porque cuando brillaba el sol era menos probable que hubiera vampiros cerca. Las leyendas decían que no podían salir con la luz del sol, además de que la ciudad estaba poblada por humanos que siempre parecían preparados para una guerra.

¿Pero qué sucedió ese día?

La leyenda era falsa. Los cazadores actuaban de manera extraña y no todos estaban presentes. Mis padres trabajaban y yo me encontraba en casa. Para ese entonces, mi familia era reconocida por su dinero y empresa. Como en otras casas, había guardias en la mía mientras yo me preparaba para ir al trabajo con mis padres. Pronto tendría que asumir sus responsabilidades. Ya estaba por llegar al edificio cuando el auto se detuvo de repente. Me di cuenta de que muchas personas corrían de un lado para otro y que otras se defendían de hombres y mujeres de cuerpo alto, pálido y ojos rojos.

Mi corazón se detuvo cuando uno de ellos sacó al conductor del auto. Recuerdo que me escondí debajo de los sillones, pero aun así me encontraron. Me sacaron a la calle y me arrastraron junto a otras chicas que también lloraban y estaban horrorizadas por lo que estaba pasando.

Al frente, veía cómo sacaban a la gente de sus trabajos y de sus casas. Cuando salieron mis padres, sentí un terror indescriptible al ver que querían dispararle a todos los vampiros. Pero uno de ellos fue más rápido y los asesinó.

Corrí desesperada hacia sus cuerpos, pero ni siquiera me dejaron llorarlos. Al poco tiempo, apareció "El Gran Señor", como ellos lo llamaban.

Sus siguientes palabras fueron —Es momento de que surjan los vampiros. Humanos, ustedes deciden si aceptar la nueva sociedad o ser mis enemigos—.

Muchos de nosotros nos opusimos, pensando que los cazadores nos ayudarían a pelear. Pero no fue así. Muchos de ellos nos agarraron por la muñeca y nos arrestaron. Nos llevaron a lo que ahora se llama La Esclavitud.

Muchos de nosotros fuimos castigados a latigazos y pasamos mucho tiempo sin comida mientras, seguramente, establecían las normas del lugar. Pronto supe que no solo los humanos estábamos ahí, sino también los que se opusieron. Algunos cazadores se unieron a la causa, pero no todos sobrevivieron como los humanos.

En cambio, muchos de ellos decidieron convertirse en Sangre Blanca y servir a los vampiros. Los Sangre Blanca son aquellos que aceptan vivir bajo la ley vampírica. No pueden ser dañados mientras sigan las órdenes, y están de acuerdo con eso.

Y desde ese día, perdí mucho más que mi libertad: perdí mi humanidad.

—¿Vamos a desayunar?—, me pregunta Yuen. Sus rasgos asiáticos y su sonrisa son algo diferente a todo lo que he conocido antes. Me hace pensar que él también es un convertido de hace poco, pero creo que ambos preferimos no hablar de ello.

Me levanto de la cama y lo abrazo. Le susurro —Sí, pero antes tengo que ir a ver...—

Ni siquiera me deja terminar. Con una voz calmada, me dice —A tus amigos—. Me da un beso suave en la mejilla.

Camino por los pasillos con la frente en alto, saludando a algunos que me ven. Solo yo sé cuánto me gustaría volver a mi humanidad y matarlos a todos. Y ahora que conozco la necesidad de los vampiros, es tan absurdo tener esclavos cuando pueden beber de animales y sobrevivir con comida al mismo tiempo.

No hay necesidad de esclavizar a los humanos. Y yo, que soy una vampiro convertida fingiendo estar completamente de su lado, voy a destruirlos.

Aunque mi forma de ayudar es lenta. Cuando llego a la puerta en donde están Cladis y Nozomi, respiro hondo y pienso que, dándoles mi apoyo, vamos a superar todo esto juntas. Porque sé lo que es ser una esclava, y ella es la más afectada.

La chica que me abre la puerta me mira con temor, pero aun así me deja pasar. Cierra la puerta detrás de nosotras y yo cierro los ojos para luego abrirlos y decirles.

—¿Se encuentran bien?—. Quiero ser amable con ellas, ya que aún tienen su humanidad, y para mí eso vale mucho.

Ambas me dicen que están bien, así que iré por sus desayunos.

Sonrío mirándolas antes de irme. Sus rostros, sus movimientos y su respiración me llenan de vida. En el fondo, aún me aferro mi humanidad.

Al llegar a la cocina, pido tres desayunos para la habitación de Francisco y antes de poder irme, un chico de cabellos rojos se hace una herida en el dedo cortando algo de verdura. Inconscientemente, mis ojos arden, mis dientes salen y mi cuerpo empieza a temblar. Todos en la cocina me observan alarmados, y mi parte vampírica pide a gritos morderlo. Sin embargo, salgo corriendo al jardín, donde puedo respirar hondo y pensar en otra cosa que no sea la sangre del joven que es Sangre Blanca.

—Tranquila, Verónica—, me digo a mí misma, agarrando mi pecho con la esperanza de calmarme. Pero no funciona.

Y lo peor es que el chico que se acaba de cortar viene hacia mí, preocupado.

—Señorita, puede morder si usted gusta—, dice Nethan, alzando la garganta y apartando el cuello de su camiseta.

¿Que si quiero? Claro que sí. Pero, ¿por qué me ofrece su sangre? ¿Acaso quiere que me castiguen? No es correcto si se trata de un Sangre Blanca.

—¿Por qué te ofreces?—, le pregunto, tratando de no abalanzarme sobre él..

—Nethan, mi nombre es Nethan—, responde. —Y me ofrezco porque se ve que la está pasando muy mal—.

Mi oscuridad interior me incita a hacerlo. Pero, ¿y si mi humanidad es más fuerte? ¿Podré decirle que no?

Abro la boca para negarme, pero lo que sale de mí es perturbador.

—Bien, lo haré—. Mis colmillos se afilan, mis ojos arden y estampo al pobre chico contra el tronco de un árbol.

Mientras succiono su sangre bajo el cielo que ya no expide nieve, una parte de mi humanidad se desvanece.

Y una lágrima cae por mi mejilla, limpiada por el cálido tacto del chico pelirrojo.

Ya no queda nada humano en mí...



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Dama de un vampiroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora