|2 0 : 1 7| ¿Hasta cuándo?

Mala jugada

Miro una vez más el papel entre mis manos, y aunque todo me parezca bien planeado, no pienso hacerlo. Vaya que Chad de vez en cuando me sorprende, parece que dentro de esa cabeza llena de cabello esponjoso no hay nada. Aunque mientras veo estas fórmulas y este plan, me doy cuenta que cuando quiere, puede ser muy ingenioso.

—No pienso ser parte de esto —respondo tajante mientras arrugo el papel que me dio Chad.

—Vamos, no seas aguafiestas Dante —comenta el ruloso con un tono de voz burlón, además de que me mira con una sonrisa socarrona. Ahora me retracto de mis antiguas palabras, el único futuro que veo para este chico, es uno detrás de las rejas.

—No lo haré, con estas fórmulas podríamos lastimar a alguien —digo mirándolo fijamente con el ceño fruncido. Pero parece que a Chad no le termina importando nada, pues levanta la hoja de papel que he tirado al suelo.

—¿Y desde cuándo te han importado los demás Dante? Si tan sólo piensas en ti y nadie más que tú —anuncia lleno de veneno. Así que lo miro con el ceño aún más fruncido, en serio que me va a volver loco.

Y siendo sincero no entiendo porque quieren hacerle esto al maestro sustituto de química. El pobre llegó, porque nuestro maestro sufrió un accidente en un juego mecánico, en pocas palabras se fracturó la pelvis. ¿Lo ven? Yo siempre he creído que esas cosas son horribles y bastante peligrosas.

—Tú también lo odias y lo sabes —infiere Chad con la mirada fija en mí. Aunque eso no es cierto, tan sólo es un maestro sustituto que no me importa en lo absoluto. No lo odio, sólo me es indiferente.

—Vamos, será divertido Dante. —Me sorprende escuchar eso salir de los labios de Barry, pues por lo regular es el que siempre nos pone los pies en la tierra—. Ya es el último año, además ya hicimos la mezcla, lo haremos en diez minutos. Cuando el maestro pase por la puerta del baño, ese líquido caerá en su cabeza. Siempre viene aquí a las once.

Lo cierto es que se vuelve inevitable mirar a Barry y rodar los ojos. Estos chicos sí que están locos... aunque una bromita no le hace mal a nadie.

—Es como un reloj. —De nueva cuenta aparece un monólogo de Chad, quien mira a su otro par de amigos. Paul, el de cabello negro y ojos color miel, y Erick el pelirrojo simplón.

—Sé que me arrepentiré luego —sentencio resignándome por completo.

Así que los cinco acomodamos el líquido transparente que simula ser agua, pero que en el cabello tiene una reacción muy rara. En pocas palabras, lo pone de color verde.

Y sentados en la banca cercana a los baños, esperamos diez minutos, los que se supone tendrían que pasar para que el maestro llegue. De repente a nuestros oídos llega el sonido del silbido del profesor y como un reloj, llega a las once en punto. Creo que está de más decir lo que pasa. El maestro entra al baño y el líquido le cae en todo el cuerpo.

Comenzamos a reírnos como unos locos mientras escuchamos el grito más agudo del mundo, que casualmente sale de la garganta de nuestro profesor. Aunque lo peor viene después, ya que nos escuchó. Todos comenzamos a correr, sin embargo con sus escurridizos dedos me atrapa en el acto.

—Collins, estás en serios problemas. —Por esto debí de haber dicho que no. Ahora me encontraré en verdaderos problemas con mi padre.

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Nota de la autora:

Pobre Dante, el pobre no quería meterse en este lío y miren, fue el más perjudicado. La moraleja del día es que debemos respetar a nuestros maestros o te irá mal como a Dante jajaja, pobre.

Aunque bueno, esto nos traerá situaciones muy importantes para la trama. No hay mal que por bien no venga. Y cuéntenme, ¿alguna vez le han hecho una broma a sus profesores? En lo personal yo jamás lo he hecho, pero me gustaría saber si ustedes sí.