No te vayas nunca Barry.

811 115 107
                                    

(Escuchar canción en multimedia)

Capítulo XXV

Antes de irme de la casa de los Maxwell, me aseguro que Margaret se quede en su cama durmiendo. Enserio se le ve bastante cansada. Me alegra saber que la puedo ayudar un poco.

Así es que me subo a mi auto y comienzo a conducir hasta el hospital. Esta vez tardo veinte minutos, el tráfico aún no mejora. Sin embargo mientras conduzco, siento como mis mejillas comienzan a mojarse. Es mi mejor amigo, claro que esto me duele. Imaginen que les digan que su mejor amigo ya no va a existir. Aunque lo peor de todo, es que estos últimos días no nos hemos llevado de lo mejor.

Bien Dante, es hora de tranquilizarnos. Por lo que bajo de mi auto y a paso veloz me adentro al hospital. Una mujer detrás del mostrador me dice el camino que debo seguir para llegar a la habitación de mi mejor amigo.

Comienzo a correr. Y cuando llego al lugar indicado, fuera de la habitación, veo a una chica de piel morena y cabello color castaño. Debo de admitir que es una chica muy linda, aunque su rostro muestra congoja. Esa chica se encuentra justo fuera de la puerta de Barry, por lo que hablo un poco con ella.

—¿Puedo pasar?— cuestiono. La chica me mira fijamente y veo como se queda paralizada, sus ojos comienzan a brillar y se sonroja un poco.

—Claro, pero su amiga está dentro, sólo puede entrar uno a la vez— resalta la chica poniéndose nerviosa y jugando con sus dedos.

—¿Eres Frida?— pregunto mirándola a sus lindos ojos color marrón. Creo que la he puesto un poco nerviosa, pues sólo se limita a asentir con la cabeza. —Bueno, mucho gusto, lamento que nos conozcamos en esta situación, pero soy Dante Collins, el amigo de tu primo— le estrecho la mano y siento como se tensa a mi contacto.

Y dejo a un lado a Frida, para tocar la puerta, ya no tengo nada más que decir. Cuando me adentro a la habitación, me doy cuenta que Dakota toma la mano de Barry y la tiene justo en sus labios. Ambos se miran de una manera que no puedo describir, es que es una mirada muy profunda y real. En los ojos de Dakota no hay lágrimas, pero estoy más que seguro que ella sabe todo lo que probablemente le pasará a Barry.

Aunque el ruido de la puerta cerrándose, provoca que ambos me miren y que la magia que se sentía en el aire se vaya de aquí.

—Será mejor que me vaya cariño— comenta Dakota dejando un beso en la mano de mi amigo. Y yo siento un dolor en mi corazón, porque ella nunca me ha llamado "cariño". —Pero te quedas en buenas manos— anuncia ella con su suave y deliciosa voz. Aunque esta vez sí que lleva la mirada hacia mí.

Dakota se pone de pie y deposita un beso en la frente del enfermo. Veo como Barry se sonroja sólo un poco ante el acto de ese ser celestial. Vaya, creo que Barry está muy enamorado de ella. Pero cuando Dakota pasa justo a mi lado, coloca su mano en mi hombro y me susurra.

—Te espero afuera— el aire saliendo de sus labios choca en mi cuello, provocando que sienta unas cosquillas. Ahora creo que soy yo el que se sonroja sólo un poco.

Así es, la misma mujer ha destruido las barreras que ambos nos hemos formado en el corazón. Y desde el punto que lo veas, eso es terrible.

Pero saco a Dakota de mi cabeza y pongo toda mi mente en esta situación. Barry está frente a mí. Cómo su madre me lo dijo, tiene una mascarilla que le proporciona oxígeno. Cuando escuchamos que la puerta se cierra, Barry apaga sus ojos cerrándolos y yo me acerco a él. A decir verdad se nota muy agotado. Por lo que me siento en el sillón en el que Dakota estaba hace un segundo. El sillón es verde y bastante cómodo, quizás pueda quedarme aquí un buen rato.

|2 0 : 1 7| ¿Hasta cuándo?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora