Déjenla en paz.

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Capítulo XXV

Abro mi casillero sin ganas de seguir aquí en la escuela. Justo ahora nos encontramos en un descanso. He estado buscando a Dakota entre las multitudes, pero no la he visto. De igual manera Barry no llegó a las dos clases que tenemos juntos. Esto me parece bastante extraño, Barry nunca falta a la escuela. Quizás... no, es bastante descabellado, Barry no se fugaría con Dakota ¿verdad? De inmediato saco esa idea de mi cabeza. Será mejor que les hable a ambos por la tarde llegando a casa.

Ya que aún tengo mucho tiempo de descanso, y ya que estoy solo, pues Lilly está con mi novia, decido salir de la escuela e ir a las canchas de fútbol. Como ya he dicho, estar solo no me desagrada, incluso creo que amo estar solo.

Voy con la cabeza gacha pateando una piedrecita que me encontré. Y mientras me acerco a las canchas, me doy cuenta que hay un grupo de chicas lastimando a otra. La han puesto contra un árbol, mientras miles de barbaridades salen de las bocas de las agresoras. Comienzo a caminar con rapidez en auxilio de la pobre chica. Pero mientras me voy acercando más, me doy cuenta que es Dakota, por lo que corro con más velocidad.

No tardo nada en llegar hasta este acto de acoso. Y las chicas al darse cuenta que me aproximo, comienzan a mirarme con una sonrisa felina en sus rostros. Creo que están planeando algo, y no creo que sea bueno.

—Hola querido Dante— anuncia la que tiene a Dakota contra el árbol.

El nombre de esa chica es Samantha. Es una de las chicas populares. Me atreveré a decir, sólo en mi cabeza, pues si lo digo en voz alta recibiré un golpe, que Samantha es la chica más popular de la escuela, mucho más que Dorothy. Claro está que eso se le ha subido a la cabeza, lo cual la vuelve una persona intratable, egocéntrica y mimada. Ella nunca me ha agradado. Lo peor de esto, es que su padre trabaja para el mío, por lo que me la he topado en muchas reuniones de negocios. Quería ser mi novia, pero, no gracias.

—¿Te unes a la diversión?— comenta con burla Samantha, mientras su séquito de maldad comienza a reírse. Veo a Dakota, quien tiene unos ojos asustados. Estoy más que seguro que ésta no es la primera vez que Samantha y su grupo plástico y falso, le hacen daño a la pobre Dakota.

—Será mejor que te alejes Samantha— la amenazo con un tono de voz molesto. No quiero acercarme a ellas y hacerles daño. No quiero que intente golpearme, o golpear a Dakota.

—¿O sino qué Dante?— me desafía Samantha. Bien Dante, su padre trabaja en la empresa del mío, y sin duda puedo meterle un buen susto. Jugar un rato con ella será divertido.

—Puedo llamarle a mi padre y decirle que despida al tuyo, ¿cómo se llama? Ah sí, Baxton— al escuchar el nombre de su padre en mis labios, ella comienza a mirarme con el ceño fruncido. Ambos nos miramos desafiantes, ninguno de los dos quiere perder, por lo que agarro mi teléfono.

De manera veloz llevo la mirada a Dakota, quien se pone roja por el esfuerzo que hace de quitarse a Samantha de encima. Así es que hago la segunda fase de mi plan. Marco a la pizzería, ya que tengo una rara manía desde siempre. Yo cambio el nombre de las personas por comida. A mi padre lo tengo registrado como pizza en mi teléfono y a las pizzas como padre. ¿Gracioso? No lo creo.

—Pizzas Verona, ¿qué se le ofrece?— escucho del otro lado del teléfono. Espero que pizzas Verona no me odien después de lo que haré. Amo sus pizzas y no podría vivir sin ellas.

—Hola pa, sí estoy muy bien, sólo tengo un pequeño problema— contesto al pobre hombre del otro lado del teléfono. Seguro se molestará conmigo por no pedir pizza.

—Disculpa, creo que te has confundido, estás son pizzas, P-I-Z-Z-A-S, no papi, así que voy a colgar— dice el hombre, pero yo lo detengo. Lo he reconocido, es Matteo, así que no se molestará tanto cuando le cuente la razón de mi llamada.

—No por favor padre, no llames al guardaespaldas matón, es sólo sobre uno de tus empleados— los ojos de Samantha se llenan de furia y yo le sonrío victorioso. Sí tan sólo ella supiera que mi padre me golpea y jamás me ayudaría.

—¿Uno de los empleados? ¿Qué ha pasado?— responde el hombre de las pizzas. Pobre Matteo.

—Intentó golpearme y...— pero Samantha me detiene y suelta a Dakota.

—Creo que ahora Dakota tiene guardaespaldas— comenta llena de furia. —Que HL eres querida— lo último lo dice mientras la mira molesta. —Seguro dejaste de acostarte con Barry y ahora le haces el favor al papi de Dante, que lista eres— Samantha y su séquito de maldad se van derrotadas y yo comienzo a reír. Así es, el bien ha triunfado de nuevo.

Pero mis risas se detienen cuando Dakota cae al suelo. De inmediato corro hasta ella y la tomo entre mis brazos.

—¿Estás bien linda?— cuestiono mientras tengo su rostro cerca del mío. Respira con dificultad, creo que le estaban aplastando el pecho. Incluso las manos de Samantha se han marcado en su cuello.

—Sólo no me sueltes Dante— susurra mientras comienza a aferrarse a mi abrazo. Así que paso mi mano por su cintura para tomarla con más fuerza. Ese movimiento logra que Dakota pueda esconder su rostro en mi cuello.

—No planeaba hacerlo hermosa— contesto. Dejando que su aroma a fresa me embriague el alma una vez más.

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Nota de la autora:

Pobre Dakota, sin duda ella ha tenido que vivir muchos de estos abusos sola. Me gustaría que me dijeran. Si ustedes vieran lo mismo en su escuela, o sino van a la escuela, sólo imagínenlo, ¿qué harían? ¿Actuarían como Dante? O lo dejarían pasar.

Sin duda estamos viendo una evolución en su ser. Estoy más que segura que si antes, Dante hubiera visto eso, él no hubiera hecho nada.

Gracias por seguir aquí, enserio muchas gracias. Ya falta menos para que la historia llegue a su fin. Quiero comentarles que la siguiente parte será muy interesante. Sabremos algo de Barry. Así que no se lo pierdan. Nos leeremos para mañana o en dos días.

Atte.
D.R

|2 0 : 1 7| ¿Hasta cuándo?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora