Dante, yo puedo explicarlo.

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Capítulo XXIX

Dorothy no me ha dirigido la palabra desde que llegué a su casa. Ahora vamos de camino a la fiesta de Chad, el sonido de la música es lo único que entra a mis oídos mientras vamos en el auto. Mi madre dice que a veces el silencio es la mejor cura para un corazón roto, pero yo creo que es todo lo contrario. Sin duda, a veces no entiendo a esta mujer, pero estoy seguro que pronto se le va a pasar el enojo. Porque debo de admitir que aún la amo. Dorothy Hanks es una mujer increíble, aunque la han cegado los celos, y eso, eso no me gusta para nada.

Termino por estacionarme frente a la casa de Chad. Está más que claro que la fiesta ya ha encontrado un ambiente favorable. Hay muchas personas entrando y saliendo, el sonido de la música invade todo el lugar. Siento que hoy será una gran noche, no me pregunten porque, pero eso es lo que creo. De pronto a la mente me llega una idea y la llevo a cabo. Tomo a Dorothy de la mano y la jalo hacia mí cuerpo. La atraigo hasta mí, antes de que se baje del auto. Lo siguiente es lo mejor, pues ambos comenzamos a besarnos como unos desesperados, incluso escucho gemidos salir de sus labios. Ella muerde mi labio inferior y yo gruño.

—Perdón— sale de mi garganta y mi voz sale más gruesa de lo que esperaría. —Es sólo que estaba harto de que trataran mal a Dakota— Dorothy se separa bruscamente de mi agarre y se limpia los labios con la manga del suéter.

—Ni creas que este beso lo ha cambiado todo— sentencia mientras se baja del auto y azota la puerta con mucha fuerza. Lanzo un bufido fastidiado. Aunque podré vivir con ese enojo.

Bajo derrotado del auto y comienzo a adentrarme a la fiesta. Todos me saludan con amabilidad y yo les respondo de igual manera. Como me encantaría que Barry estuviera aquí, ya sé que lo pienso en cada momento, pero es que me da miedo saber que ya no se encuentra con nosotros. No estoy listo para ver una lápida con su nombre, aún no estoy listo.

Pero dejo a Barry de un lado y me adentro a la casa de Chad. El lugar ya está lleno de jóvenes bailando, luces de colores se reflejan en los rostros de todos y el ambiente se ve bastante animado. Trato de buscar a Dorothy entre la multitud, pero no la encuentro en ningún lado. Está bien, ella no me quiere ver, no la puedo obligar, quizás deba de darle su espacio. Aunque mi mundo se alegra, cuando a lo lejos veo a Dakota, quién está con Chad. La alegría se transforma en molestia, ella no debe de estar con él, ella no debe de sonreírle de esa manera, ella no debe permitir que enrede su cabello entre sus dedos. No Dakota, él no, yo ya he llegado, mejor sonríeme a mí así, mejor déjame acariciar tu cabello como yo sólo sé hacerlo.

Así es que me acerco a ellos decidido. Siento como los celos invaden todo mi cuerpo. Y de seguro no tengo una mirada amigable, pues cuando Dakota me ve, deja de sonreír.

—Hola amigo Dante— grita Chad, pues la música está un poco fuerte. —Me alegra que ya estés aquí, ¿y Dorothy?— me giro a ver a Dakota y noto cómo se ha puesto un poco tensa al escuchar el nombre de mi novia. De inmediato comienzo a sonreír, ese enojo me fascina. Punto para Dante queridos amigos.

—La estoy buscando, pero bueno, me he encontrado con ustedes— contesto sin eliminar esa sonrisa coqueta del rostro. Al darse cuenta Dakota de mi actitud, rueda los ojos y comienza a negar con una sonrisa hermosa en sus labios.

(Escuchar canción en multimedia)

De pronto la canción Midnight City de M83 comienza a sonar en todo el lugar. Esta canción es una de mis favoritas y creo que ya sé con quiero bailarla. Así que le extiendo la mano a Dakota y le digo.

—¿Bailas Dakota?— cuestiono con una sonrisa coqueta y sin despegar los ojos de ella ni un sólo segundo. De nuevo nos encontramos en esta situación. Ella ahí, una canción y yo con unas ganas inmensas de acercarla a mi cuerpo en un baile.

|2 0 : 1 7| ¿Hasta cuándo?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora