Ambos estamos rotos

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Los golpes secos que lanza Kenneth y los alaridos de Dante provocan que los cuerpos de ambas chicas no dejen de temblar

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Los golpes secos que lanza Kenneth y los alaridos de Dante provocan que los cuerpos de ambas chicas no dejen de temblar. Hillary no lo ha querido admitir, pero siempre escucha el momento en el que Dante es lastimado, e incluso también ha escuchado como Kenneth hiere a su madre. Sin embargo esta vez no está sola, en esta ocasión escucha el sonido acompasado del corazón de Dakota. Aunque Hillary siente como su cabello se moja con las lágrimas de la rubia. La pequeña morena no puede pasar desapercibido que de sus ojos salen gotas gruesas y amargas, porque, ¿cuándo se imaginaría Dakota que la vida de Dante sería así? Lo cierto es que Dakota se imaginó la vida de Dante millones de veces y cada vez le parecía más perfecta. Ella creyó que tenía una casa perfecta, una familia perfecta, notas perfectas y... eso siempre estuvo muy lejos de la realidad.

«¿Desde cuándo lo golpeará su padre?», piensa la rubia entre lágrimas. Aunque ahora que lo analiza mejor, ha visto el rostro de Dante maquillado, incluso hubo ocasiones en las que había visto como la ropa del muchacho se llenaba de ese maquillaje. Dakota siempre creyó que Dante era bastante perfeccionista. Jamás imaginó que ese maquillaje bien montado escondiera una verdad horripilante.

Pero de repente ambas dan un brinco en su lugar cuando escuchan que la puerta de la habitación de enfrente se azota. Dakota sabe que esa es la habitación de Dante, lo cual le da un gran alivio, su padre no lo dejó muerto en el suelo de abajo. O quizás... no, ella quiere creer que es Dante y no Kenneth.

—¿Quieres ver una película Hillary? —pregunta Dakota mientras limpia las lágrimas de sus mejillas. Aunque la pobre pequeña sigue aferrada a su pecho y comienza a negar despacio. La respiración de la pequeña niña es pesada y llena de miedo.

—¿Me podrías cantar una canción Dakota? —Esta vez la pequeña morena es la que cuestiona a Dakota. Aunque no puede dejar de acariciar la cabellera rubia y suave de su amiga Dakota. El olor que ella desprende es el de las fresas, y Hillary ama esa fruta. Por eso llegó a confiar en ella muy rápido, creyó que alguien que huele a fresas es una buena persona. Vaya que la lógica de un niño es muy simple, pero al mismo tiempo muy significativa.

—Pero no sé cantar muy bien —sentencia Dakota un poco apenada. Aunque Hillary comienza a sonreír con alegría mientras se aferra más al pecho de Dakota. No le importa que no sepa cantar, ella sólo quiere oír una voz dulce y hermosa como la de Dakota.

—¿Alguien alguna vez te dijo que eres muy hermosa? Eres como una sirena y las sirenas cantan muy bonito —Dakota sonríe ante el comentario de la pequeña. La verdad es que mucha gente le dice eso, pero Dakota nunca lo ha creído, ella piensa que es una belleza bastante común, no como la de una sirena. Pero deja ese pensamiento a un lado para llenar de aire el pecho y comenzar a cantar.

 Pero deja ese pensamiento a un lado para llenar de aire el pecho y comenzar a cantar

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|2 0 : 1 7| ¿Hasta cuándo?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora