1. Hablemos sobre Sawyer (parte dos)

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love, cande.

Capítulo editado.


SAWYER.

Cierro la puerta de la habitación de Mackenzie y recargo mi espalda contra ella. Echo mi cabeza ligeramente hacia atrás mientras un solo pensamiento me consume: ¿Cómo puede ser que cada vez que la veo me gusta aún más?

Cinco segundos después, recupero mi compostura. Esto es ridículo. Niego con la cabeza, solo para intentar convencerme de nuevo que es una idiotez estar así por una chica. Sin embargo, internamente sé que Mackenzie no es "una chica" en mi vida. Es la chica de mi vida, por más aunque ella no sepa qué tan grave es el asunto.

Me echo a caminar por el pasillo vacío de la residencia. Paso los baños compartidos que nunca disfruté, y llego al elevador. Siendo este mi tercer año de universidad, he aprendido un par de cosas importantes. Como por ejemplo: evitar las residencias si puedes hacerlo. No son terribles... Aunque las de primer año sí, son un jodido desastre. El resto no tanto. Solo que compartir baños, no poder hacer ruido y compartir absolutamente todos los espacios no es mi fuerte.

Salgo del edificio y noto que la lluvia ha empezado a golpear con más fuerza. Camino rápido hacia mi camioneta y enciendo el motor. El limpiaparabrisas hace su trabajo mientras que conduzco por las calles vacías.

Un rato después, llego a la famosa calle griega, donde todas las fraternidades y hermandades de la universidad están en la misma zona. Vivir en una fraternidad tampoco es la mejor opción, pero no hay más remedio cuando necesitas vivir en un lugar que no sea tan odioso como una residencia ni tan costoso como un departamento propio.

Estaciono mi camioneta en su lugar habitual y me bajo. Atravieso la entrada, y una vez que estoy dentro, me doy cuenta de que la casa por poco está vacía. Apenas son las dos, todos deben seguir de fiesta. Debería estar allí. Después de todo, anoté dos de los goles que nos llevaron a la victoria. Debería ser el jodido monumento de la fiesta. Pero mi hermana borracha decidió arruinarme los planes. Por lo menos pude ver a Mackenzie.

Subo hasta mi habitación que está en el tercer piso. La casa tiene tres en total. El primero son las áreas en común, las salas de estar, la cocina, el comedor y el gigante patio trasero. El segundo piso son para los de primero y segundo año, y son habitaciones dobles. El tercer piso es para los de tercero y último año, son habitaciones individuales y mucho más cómodas.

En el pasillo, me cruzo a mi mejor amigo Alec. Me detengo sorprendido. Alec Hoffmann es un chico que parece de perfil bajo, pero nunca vas a encontrarlo en casa un fin de semana. Mucho menos de noche.

—¿Qué haces aquí? —espeto casi ofendido que sea viernes a la noche y no este de fiesta.

Alec no es parte del equipo de hockey. Esta en tercero junto a mi, bajo una beca parcial de informática, pero eso no quita que sea muy cercano al equipo. Nunca se pierde una fiesta.

—Volví antes con una chica. Pero se quedó dormida antes de que pudiéramos empezar. Una mierda ya lo sé —suspira—. La estoy dejando dormir en mi cama así que voy a un sofá —explica.

Ahora todo tiene sentido.

—¿Tienes ganas de unas cervezas? —le pregunto, aprovechando que mañana es sábado y solo tengo dos horas de gimnasio a la tarde. No hay entrenamientos por lo que puedo beber.

Puede sonar una estupidez, pero realmente me preocupo de todas estas cosas. No beber, ni siquiera pensar en drogas, no quedarme despierto hasta tarde y tratar de ser lo más responsable posible. Me volví así. Meticuloso, cuidadoso y siempre vigilando cada uno de mis pasos. El entrenador Wells tiene una regla de tres strikes —irónico ya que entrena hockey—, y cuenta llegar tarde o no ir a los entrenamientos, llegar con resaca, faltar a las horas de gimnasio obligatorias, entre tantas cosas más que ya perdí la cuenta. Tres strikes significan una semana en la banca. Vamos dos meses de clases y aún no tengo ni uno.

La Conquista. [TERMINADA]Where stories live. Discover now