7. Las ojeras de un corazón partido.

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hola:)

Capítulo editado. (09/04/22)


MACKENZIE.

Cuando regreso a mi dormitorio, no hay rastro de Marcus por ninguna parte. No sé cuánto tiempo habré pasado en lo de Jordyn, llorando y balbuceando sobre cuanto quería a Marcus. Solo que ahora es de noche y que Jenna seguramente está a nada de arrancarse los pelos porque no me encuentra.

Toco la puerta de mi habitación porque en la huida, no tuve siquiera dos segundos para pensar en llevar mi tarjeta de entrada y mi celular. Jenna la abre al instante y echa un suspiro de alivio que me hace volar los mechones que se escapan de mi coleta.

—Me asustaste, dejaste tu celular en la habitación y...—su voz se apacigua a medida que se toma el tiempo de examinar mi rostro con más detalle. De seguro debe notar mis ojos rojos e hinchados.

Palidece y se queda quieta como una piedra. Soy yo la que tiene que hablar primero.

—Terminó conmigo —suelto. Con cada palabra, todo parece volverse más real. Echo mis hombros hacia atrás y siento las lágrimas volver a caer sobre mis mejillas.

Jenna no dice nada, solo se abalanza y me abraza. Siento que puedo respirar mejor. Es difícil de explicarlo. Solo sé que necesitaba a Jenna. Ojalá hubiese sido ella quien me encontrará en el elevador y no Jordyn. No digo que Jordyn este mal, porque no lo está. Le agradezco mucho lo que hizo por mi para ser tan solo desconocidas pero... Jenna es mi mejor amiga, su consuelo vale y ayuda mucho más.

—Mackenzie —murmura cuando sollozo con más fuerzas—. Va estar todo bien.

Lo dice de tal manera que soy capaz de creérmelo. Me estrecha con más fuerzas a lo que entierro mi cabeza en su hombro sintiendo la tela suave de su suéter contra mi rostro.

—Dios, Jenna. ¿Cómo voy a hacer para vivir sin él? —le pregunto dejando todas mis cartas sobre la mesa, depositando toda mi confianza en Jenna. Sé que si esta no fuese la situación, mi mejor amiga empezaría a regañarme por pensar que un hombre es mi razón de vivir. Sin embargo, la conozco bien como para saber que ahora su estómago se revuelve en amargura mientras se calla todo lo que quiere decir y pasa una mano por mi espalda. Por eso lo he dicho.

—Aprenderás. Como todos aprendemos todo. Eres una chica inteligente, Mackenzie. Vas a poder superar esto, vamos a superarlo juntas.

Solo me hace querer llorar más. Ahora la única persona en mi vida en la que confío tanto que pondría las manos en el fuego por ella, es Jenna. Nadie más.

***

SAWYER.

—Eh, cap. Arriba pajarito que tenemos entrenamiento —canturrea Chris entrando a la cocina.

Me obligo a levantar la cabeza de la mesa y mirarlo. Ahí entra él, con su sonrisa del millón de dólares y un extraño buen humor para ser las seis de la mañana. Sí. Seis puta mierda de la mañana. Los martes y jueves tenemos entrenamiento a esta hora, desde siempre fue así, hace tres años que sigo esta rutina y sigo sin acostumbrarme a madrugar.

—Es demasiado temprano para que me taladres los oídos con tu buen humor, Christopher —mascullo. Se ríe y pasa de mi para buscar su desayuno.

Somos los únicos imbéciles despiertos en esta casa que aloja veinticinco personas. Y es que somos los únicos que pertenecemos al equipo de hockey.

—¿Qué pasó, capitán? ¿Por qué esa cara? ¿No te la chuparon bien?

—Parece que a ti te la chuparon demasiado bien, imbécil.

La Conquista. [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora