11. El principio del fin.

87.9K 5.8K 2.5K
                                    

MACKENZIE.

Despierto con los brazos de Sawyer envueltos en mi cintura. No sé qué hora es, tampoco me importa. Es domingo y tengo el derecho de dormir todo lo que quiera.

El cuerpo de Sawyer está casi pegado a mi espalda. El olor a colonia me inunda, está en la remera que me prestó, en las sábanas, en las almohadas e incluso me toca vivirlo de cerca al estar a centímetros de mi. Cierro los ojos por uno segundos disfrutando la sensación aunque tal vez parezca una rara.

Finalmente, volteo para enfrentarlo.

—¿Qué hora es? —balbucea Sawyer sin siquiera abrir los ojos. Me estrecha más atrayéndonos.

—No sé —respondo. Y de repente, me acuerdo. En un disparo me siento en la cama y busco con la mirada mi celular—. Jenna —es lo único que digo.

Mi celular está sobre el escritorio, que ahora con la luz del día entrando por la ventana, veo que hay muchos libros esparcidos. No me olvido todo lo que pasó encima de ese escritorio anoche. Mis mejillas se incendian pero no le presto atención, hay algo mucho mas importante.

Todavia tiene veinte por ciento de bateria. Lo cual es un alivio. Sin embargo, no tengo ningún mensaje ni llamada perdida de Jenna. Es mala señal.

—¿Sabes algo de tu hermana? —le pregunto a Sawyer. Rápidamente entro a Snapchat. Hay fotos y videos de la fiesta de mucho después de que Sawyer y yo hayamos subido a su habitación. Nada mas. Extraño, ya que son las dos de la tarde.

—No, ¿debería? —inquiere.

Volteo a su dirección. Dios. La vista debería estar prohibida. Está sentado sobre su cama con la espalda apoyada en la cabecera. Sus abdominales se tensan en esa posición.

Trago saliva. Sawyer lo nota porque se ríe.

—¿Quieres ir a comer algo? —me pregunta.

Sí, creo que tengo ganas de comer algo.

Carraspeo.

—Tengo que pasar por la residencia primero y asegurarme de que Jenna esté allí.

—Siempre Jenna —resopla Sawyer antes de correr el edredón y levantarse. Para que mi cordura no se pierda, evito mirarlo mientras se dirige a su armario para vestirse.

Le envío un mensaje a mi mejor amiga preguntándole dónde está. Lo recibe, pero como esperaba, no contesta.

Busco y encuentro mi ropa que usé ayer en el suelo. La levanto y me la pongo rápidamente aprovechando que Sawyer está de espaldas. Sin embargo, me vio lo suficiente anoche. No tiene tanto sentido.

—¿Quieres ir a almorzar luego? —me pregunta. Cuando voltea me encuentra arreglando mi cabello frente al espejo. La máscara de pestañas se me corrió apenas, paso mi dedo pulgar por debajo eliminando los rastros.

Me resulta divertido que Sawyer esté todo el tiempo invitándome a comer. Tiene un apetito gigante y creo que eso lo hace pensar que el resto del mundo también.

—No puedo —bufo—. Tengo que terminar un trabajo que vengo empujando hace tiempo y adelantar algo de estudio para mis exámenes.

Pone un puchero y me río.

—Supongo que me viene bien. Tengo que ir al gimnasio.

—¿Cómo te fue con el ensayo de Literatura? —le pregunto apenas lo recuerdo. Estuve una tarde corrigiendo lo que había escrito, luego me pagó con comida mexicana y un beso inolvidable, así que no me quejo.

—Me aprobó —responde—. Gracias por la ayuda.

—Cuando quieras —le guiño un ojo a través del espejo y termino de ponerme mis zapatillas.

La Conquista. [TERMINADA]Where stories live. Discover now