2. Una noche puede cambiarlo todo (parte 2)

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Capítulo editado.

SAWYER

Puedo jurar que mi corazón cosquillea.

¿Hace cuantos años sueño con tener a Mackenzie así de cerca?

Sus grandes ojos marrones bajan con un cuidado y una sutiliza que me vuelve loco. Se detienen en mis labios.

Sin embargo, sé que por más que quiera esto, no estaría bien. Ni ella, ni yo estamos en las mejores condiciones. Ella claramente está borracha y yo... Bueno, podría decir que estoy borracho del efecto que tiene en mi.

Mack corta aún más la distancia. Siento sus labios rozar los míos, se tocan apenas. Ni siquiera lo suficiente como para apoyarlos. Siento que están tan cerca, tan a mi alcance que con solo estirarme un poco más, podría besarla. Fantaseé con sus labios tantas veces que contar sería estúpido.

Hasta las malditas puntas de mis dedos cosquillean cuando Mackenzie se inclina aún más y hace que nuestros labios se choquen. Mi primer instinto, por más que lo odie, es echarme hacia atrás.

—No —murmuro en voz baja.

—Lo siento —dice ella. Sin poder evitarlo, la miro. A pesar de la oscuridad, noto sus mejillas sonrojadas y sus ojos intentando esquivar los míos con vergüenza—. Lo siento, los siento  —repite y toma una gran bocanada de aire—. No debí hacer eso.

Antes de que pueda reaccionar y decirle algo, se levanta del suelo. Se tropieza con sus propios pies y me apresuro a pararme a ayudarla.

—¿Estás bien?

—Sí, sí, sí —me asegura rápidamente. Una de mis manos sostiene su brazo y la otra pasa por su cintura para mantenerla de pie.

—¿Quieres que te acompañe abajo? —le pregunto sin saber muy bien que hacer.

—Eh... No —contesta. Carraspea—. Estoy bien, puedo sola. Ehh... nos vemos por ahí.

Me deja con las palabras en la boca. Voltea haciendo volar su cabello y se aleja por el pasillo rápidamente. La pierdo de vista cuando toma el giro de la esquina.

Resoplo y me recargo contra la pared. Como un disco rayado, la cercanía y el calor de Mackenzie se replican en mi cabeza una y otra vez. Casi la beso. Cierro mis ojos con fuerza y respiro hondo. Mi autocontrol es envidiable.

Cuando siento que le he dado tiempo suficiente de ventaja a Mackenzie, hago el camino por el pasillo oscuro y desolado, y vuelvo a meterme en la fiesta. Como toda fiesta en esta fraternidad, esta a su tope y es de las mejores del campus. Me abro paso entre la multitud y me dirijo hacia el patio trasero, donde sé que encontraré a Alec.

Mis ojos buscan a Mackenzie a pesar de la carga en mi mente que me dice que tengo que dejarla ir. No puedo jugar así, no si ella tiene novio.

Juego al hockey desde que tengo memoria y sigo las reglas a raja tabla. ¿Por qué no aplicarlas con Mackenzie? Tengo que seguir las reglas y alejarme porque sé que solo le complicaría la vida.

Una vez en el patio, noto que a pesar de la gente, se encuentra mas tranquilo que otros lugares de la casa. Saludo de pasada a varios hermanos de la fraternidad y encuentro a Alec al borde de la piscina. Tiene a chica sobre su regazo y ambos se ríen a carcajadas.

Normalmente, no lo interrumpiría, porque es una especie de regla entre nosotros de no molestarnos cuando tenemos compañía. Mucho menos cuando Alec mira a esta chica como si fuese su próxima comida.

Lo llamo por su nombre y carraspeo a unos metros de ellos. Deja de reír y alza sus cejas en mi dirección. Inclina sus labios hacia el oído del ligue la noche y le dice algo que no logro atrapar. La chica asiente y deja un beso ruidoso en la mejilla de mi mejor amigo.

La Conquista. [TERMINADA]Where stories live. Discover now