La Conquista. [TERMINADA]

38. Planes. (Parte 1)

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MACKENZIE.

Un golpe.

Dos golpes.

Muchos golpes.

Ese es el sonido con el que me despierto.

Pongo las manos en el suelo y apenas soy capaz de tomar una respiración profunda, arrugo mi nariz. ¿Este baño siempre olío tan mal o recién me doy cuenta? Con las pocas fuerzas que tengo, consigo sentarme.

Más golpes en la puerta.

Mi cabeza da vueltas. Es la sensación que me hace saber que no comí casi nada durante todo el día y estoy pagando las consecuencias. Gruño cuando consigo levantarme. ¿Cuánto tiempo habre estado durmiendo?

Los golpes en la puerta son persistentes así que me apuro a abrir la puerta del baño. Cruzo la habitación y cuando estoy en la puerta me detengo. No voy a abrir sin saber quien es. No después de la mirada que me dio el hombre en recepción.

—¡Mackenzie, sé que estás ahí! —exclama una voz familiar.

No puede ser posible.

¿Cómo me encontró?

Dejando de lado esos pensamientos, estiro mi mano y abro la puerta. Me congelo al ver que mis sospechas son ciertas.

Chris, el amigo de Sawyer, está parado en el umbral de la puerta. Su mano está suspendida en el aire en un puño, listo para volver a tocar.

Frunce el ceño apenas me ve.

—¿Qué haces aquí? —le pregunto. Tengo que apoyarme en la puerta para que mi cabeza deje de dar vueltas.

Chris, con su cabello castaño desordenado y las cejas juntas de la confusión, sacude ligeramente la cabeza.

—Debería preguntarte eso a ti —responde.

No me deja continuar. Me hace a un lado y entra a la habitación como si fuera suya. Escanea absolutamente todo con la mirada.

—¿Por qué estás aquí? —interroga sin voltear a verme mientras observa la cama.

Ignoro su pregunta.

—¿Sawyer despertó?

—Sí. Me mandó a buscarte —habla finalmente girando a enfrentarme. Chris es alto y musculoso, se siente como si la habitación le quedara pequeña—. ¿Sabes lo fácil que es rastrear el celular de una persona? —arquea una ceja.

—Chris, no tengo tiempo para esto... —empiezo y busco con la mirada mi celular. Necesito saber qué hora es y armar un plan. Y comer algo.

Si esperaba a que se quede callado, estaba equivocada. En dos grandes zancadas está en frente de mi. Tengo que subir un poco la cabeza, ya que tiene la misma altura de Sawyer.

—Estás pálida —resalta. Puedo leer la preocupación en sus ojos. No sé si sentirme halagada u ofendida—. ¿Hace cuánto que no comes?

Pondría mis ojos en blancos si no pensaría que eso haría que mi cabeza duela más.

—Estoy bien.

Chris y yo mantenemos la mirada por unos segundos. Parece notar que no voy a ceder, porque niega con la cabeza resignado.

—¿Qué haces aquí? ¿Por qué no estás en casa de tus padres? —vuelve a presionar.

—Porque quiero.