Capítulo 152: El enredo descubierto

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Efectivamente, el resultado de regresar a su casa con He Yu era previsible.

Xie Qingcheng no pudo irse en toda la noche del cumpleaños de He Yu.

He Yu, que ya tenía veinte años, al fin sentía que podía deshacerse de la humillación de Xie Qingcheng, quien le decía que “en la antigüedad todavía serías un menor”, y se enredó con Xie Qingcheng repetidamente, haciéndolo todo lo que podía.

Incluso cuando He Jiwei regresó mitad de la noche y le dijo algunas palabras a He Yu a través de la puerta, no pudo interrumpir los nobles intereses de su hijo, sino que, por lo contrario, lo entusiasmó aún más, haciendo que se lo hiciera aún más intenso a Xie Qingcheng.

Xie Qingcheng sintió que este bastardo de He Yu, simplemente no era un ser humano. He Yu lo dejó inconsciente dos veces en el medio. Pero cuando se despertaba, aún veía la expresión extasiada de He Yu. La pasión continuó casi un día y una noche, y salvo por el descanso necesario, He Yu nunca detuvo su insolencia.

Los dos no se despertaron de su sueño hasta la tarde del día siguiente.

Cuando Xie Qingcheng se despertó, descubrió que He Yu lo estaba mirando seriamente.

—Ge, buenos días.

—... ¿qué hora es? —su voz era ronca como el infierno.

El rostro de He Yu se puso un poco rojo y susurró— Ya son… casi las dos de la tarde…

Xie Qingcheng estaba acostado en la cama. Sus largas pestañas temblaban ligeramente. Después de mucho tiempo, recuperó lentamente sus sentidos. Su humor era un poco complicado.

Afortunadamente, no estaba acostumbrado a impresionarse, su temperamento era frío. No importaba lo confundido que estuviera cuando lo hicieran, podría reencontrarse consigo mismo rápidamente después de terminar.

Sin decir nada, suspiró y extendió su blanca, delgada, y elegante mano, tratando de sacar un cigarro del bolsillo de su ropa que había sido arrojada a un lado de la cama.

He Yu lo detuvo.

Esta bestia había sido bastante salvaje en la cama y dijo todo tipo de tonterías. Esta vez lo había intimidado por completo, por lo que estaba un poco avergonzado, y su tono fue casi persuasivo— No fumes, no es bueno para tu salud.

Xie Qingcheng estaba tan molesto con él que lo miró con frialdad y le dijo— ¿Y tú eres bueno para mi cuerpo?

He Yu, consciente de sí mismo, no respondió.

Después de pensar por un rato, susurró— Ge, déjame masajear tu cintura.

—...

Se autopromocionó de nuevo— Se sentirá bien.

Xie Qingcheng no se sintió nada cómodo cuando escuchó las palabras “se sentirá bien” saliendo de la boca de He Yu y lo ignoró. Tal vez la forma más apropiada de complacer a este tipo de perro grande y problemático era ignorarlo. Si no lo ignoraba, la cola del oponente se levantaría y entonces sería interminable.

Como Xie Qingcheng lo ignoró, He Yu tomó la iniciativa y presionó su cintura con cuidado.

He Yu no usó mucha fuerza, pero encontró la posición exacta, masajeando desde la cintura hasta los muslos y luego hasta las pantorrillas.

Antes había leído una novela romántica japonesa llamada Chūnqín chāo, que contaba la historia de un par de amantes que eran maestro y discípulo, pero también amo y sirviente. En esa historia, el discípulo masculino una vez puso los pies de su maestro en su pecho caliente para darle calor, y para que el maestro se sintiera cómodo. [1]

Libro de Casos ClínicosWhere stories live. Discover now