Capítulo 153: Fluyendo desenfrenadamente

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Después de que Xie Qingcheng y He Yu hubieran terminado su comida, He Yu todavía no quería que Xie Qingcheng se fuera.

Después de pensarlo, volvió a molestarlo- Xie Ge, ya has pasado tanto tiempo conmigo, pasemos un rato más, ven al bar conmigo un rato. De todos modos, es fin de semana, no hay que trabajar ni estudiar.

Xie Qingcheng dijo- Ya es demasiado tarde, aún tengo libros que leer cuando vuelva.

He Yu dijo- Leyendo libros el fin de semana, estarías viviendo peor que un cerdo. [1]

-... repite eso de nuevo.

He Yu carraspeó- cof, ¿te quedarás conmigo un poco más?

-De ninguna manera.

-Hoy cumplo veinte años.

-Ya lo pasé contigo anoche.

He Yu pensó a diestra y siniestra, y de repente se le ocurrió algo.

-Entonces, ¿todavía recuerdas que hiciste una apuesta conmigo antes?

Xie Qingcheng frunció el ceño- ¿Qué?

-Fue la vez que te ayudé con tus Power Point, ¿no me pediste que persuadiera a los alumnos de tu clase que se habían ausentado de la escuela para que volvieran a las clases presenciales? Si convencía a más que tú para que volvieran, se consideraba que tú habías perdido, y si perdías tendrías que acceder a una petición mía.

Xie Qingcheng no podía recordar, pero al oírle decir eso, le parecía que había dicho algo así.

-¿No accedí ya a alguna petición tuya?

-No, todavía estás en deuda.

Xie Qingcheng frunció el ceño- ¿De verdad?

-De verdad. Eres un hombre mayor, tienes que mantener tu palabra -He Yu aprovechó el punto que más le preocupaba a Xie Qingcheng-. Un gran hombre no puede renegar de sus deudas.

Xie Qingcheng dijo-Tu petición es que vaya al bar contigo, ¿verdad?

He Yu asintió con la cabeza.

Xie Qingcheng no pudo evitarlo, y finalmente accedió- Muy bien, ¿a cuál? Llamaré a un taxi -estaba completamente entregado a darle cara a su amante, el pequeño gigoló [2]

He Yu inclinó la cara, se lo pensó un momento y dijo- No está lejos. Caminemos juntos hasta allá, sólo para la digestión.

Había mucha gente en el Bund los fines de semana: turistas extranjeros mirando todo a su alrededor, parejas caminando de la mano, hombres y mujeres mayores tomando fotos con sus teléfonos móviles, extranjeras rubias corriendo por la noche...

Los dos hombres que caminaban el uno al lado del otro en medio de ellos no llamaban la atención entre la gente.

O tal vez esta ciudad era tan tolerante y llena de magia que incluso a la anciana que vendía flores le daba igual si la pareja era del mismo o de otro sexo, o incluso si sólo eran colegas o amigos, ella vendía con alegría sus rosas y flores.

-Chico guapo, compra una flor y dáselas a tu novia...

"-Tío, compra una flor para dársela a tu esposa.

"-Pequeña niña toma una flor. No pasa nada si no la compras, sólo piensa que es un regalo de la abuela. Vamos, tómala, tómala.

Las señoras de las flores estaban bien versadas en su oficio y sabían muy bien que, aparte de los hombres a los que les gustaba quedar bien delante de sus novias, los mejores objetivos para venderles eran a las chicas jóvenes.

Libro de Casos ClínicosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora