Capítulo 163: Enfadado hasta desmayarse

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Después de que atendiera a la llamada de Wei Dongheng, Xie Qingcheng había llegado a su destino. Quería ir a pedirle a Xie Xue una explicación, pero no tenía ya ninguna fuerza, así que tuvo que volver al dormitorio aturdido y se quedó sentado durante mucho tiempo.

Sintió que Xie Xue realmente le estaba haciendo pasar un mal rato.

Tras la conmoción y la rabia iniciales, lo único que quedaba en su corazón era la tristeza.

“¿Qué estaba haciendo Xie Xue?”

Sólo le quedaban cinco malditos años de vida, y al principio había pensado que era tiempo suficiente para hacer un buen arreglo para Xie Xue, pero ¡¿quién iba a saber que ella podía ser tan caprichosa en materia de relaciones?!

¿Entonces a quién fue a elegir?

¡Ese chico era Wei Dongheng, el precioso descendiente de la familia Wei!

Wei Dongheng tenía una mala personalidad, por no mencionar el hecho de que a los ocho años ya bebía, a los diez ya se escapaba de la escuela, a los quince ya se involucraba en peleas y casi cumplía condena en un centro de detención de menores. El que hubiera vivido hasta ahora sin ir a la cárcel hacía que todo el mundo se preguntara si los antepasados de la familia Wei gastaron ocho generaciones de virtud a cambio de conseguir la paz.

“¡Odio a ese Wei Dongheng!”

“Cuando crezca y tenga mucho dinero, contrataré a un grupo de putos golpeadores para que lo maten a golpes.”

“¡Gege! Wei Dongheng me intimida… buaaaa…Ah!."

Las quejas sobre Wei Dongheng mientras Xie Xue crecía todavía estaban frescas en los oídos de Xie Qingcheng. Xie Qingcheng incluso recordaba una ocasión en la que Xie Xue fue molestada en público por el grupo de jóvenes pandilleros de Wei Dongheng y la hizo enojar tanto que corrió a casa llorando y se echó a llorar en sus brazos, lo que hizo que Xie Qingcheng estuviera tan disgustado y furioso que corrió a la escuela de Wei Dongheng sin decir una palabra.

“¡Si la provocas de nuevo, te romperé los dedos! ¡Me importa una mierda quiénes sean tus padres!”

Xie Xue estaba observando desde el costado. Para ese momento, todos los compañeros de Wei Dongheng habían sido golpeados por Xie Qingcheng y lloraban llamando a sus padres, mientras que Wei Dongheng, que era estudiante de secundaria, también había sido golpeado hasta el punto de llorar, pero aún así se puso las manos en los bolsillos de su pantalón y se apoyó perezosamente contra la pared de azulejos blancos, levantando su barbilla, que estaba hinchada por la paliza: “¿Qué pasa? ¿No estás siendo un poco irracional? ¿Acaso le he pegado? ¿Acaso su meimei es una flor delicada? Ni siquiera me molesté en mirarla. Mi amigo le hizo algunas bromas, ¿y me está queriendo echar la culpa a mí?”

Había un ligero olor a tabaco en el aliento del chico, no demasiado fuerte, pero su rebeldía era tan obvia que revelaba abiertamente la falta de disciplina que acababa de cometer.

Wei Dongheng se burló “Doctor Xie, ¿usted cree que soy como He Yu, que hace lo que usted dice? Yo no soy tan perro como él, deje que le enseñe.”

Cuando inclinó la cabeza, Xie Qingcheng pudo ver los cinco piercings alrededor del lóbulo de su oreja, dos de los cuales estaban incluso en el cartílago de la oreja.

Era un adolescente que, incluso aunque eso le causara algún dolor, rompía abiertamente las normas de disciplina con una actitud arrogante y hacía caso omiso de las reglas.

¿Cómo podían los dos estar juntos?

Xie Qingcheng estaba tan enojado que su frente se arrugó, levantó la mano y se frotó la nuca con fastidio, luego la soltó y se paseó de un lado a otro del dormitorio.

Libro de Casos ClínicosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora