Capítulo 83.

2.2K 148 35
                                    

Kenzo

No puedo describir como me sentí al ver a mi hijo Ethan en el pecho de mi mujer. Nació dando un grito para que el mundo supiera que había nacido

Y cuando vi a mi Anneliese... Diosa. Pequeña, rosita y callada. No lloró, no hizo nada y me volví a enamorar por segunda vez. Primero de mi reina y luego de mi pequeña princesa.

Zack no se ha despegado de Jade, que ahora tiene a nuestros hijos en su pecho dándoles de comer. Ethan traga con ansias, todo lo contrario a mi pequeña.

No puedo dejar de besar la frente de mi mujer. Está sudada, pálida y no deja de temblar.

—Voy a llamar a Astrid. No creo que sea normal que sigas así.

Al salir de la habitación me encuentro con todos en la sala de espera y se levantan en cuanto me ven.

—¿Cómo está mi hermana y mis sobrinos?

—Cálmate. Necesito encontrar a Astrid, llámala y dile que venga a nuestra habitación.

—¿Ella está bien?

Palmeo su cara para que espabile, si sigue así se va a desmayar el débil este.

—Andreus, tu hermana es fuerte y está bien

Asiente antes de ir a buscar a Astrid y yo le pido a otra doctora que la localice para que vaya a la habitación.

Cuando vuelvo veo que siguen prendidos a sus pechos. Tienen que alimentarse.

—¿Me llamabas? — entra Astrid.

—No deja de temblar y está muy pálida.

Ella sonríe y mira a los bebés.

—Alfa, es normal. Acaba de dar a luz a dos bebés hace tan sólo veinte minutos. Su cuerpo ha pasado por un cambio hormonal increíble, está llena de adrenalina por el esfuerzo y el momento. Eso va a bajar poco a poco, puedes estar tranquilo.

—Ya me siento un poco mejor — me dice Jade

—Bien, estaré pendiente — Astrid se despide de nosotros.

Veo que Zack no le quita la mirada a mi princesa y lo miro fijamente.

—Es hermosa, ¿verdad? — le pregunto.

—Ella es muy bonita — responde sin apartar los ojos de ella.

Por todos los Dioses... que no sea lo que pienso o me voy a volver loco.

Estás jodido, humano.

Cierra el hocico, imbécil.

Jade ríe besando la cabeza del mocoso.

—Espero que los cuides bien, cariño.

—Siempre — dice con seguridad.

Aún no he tenido a ninguno en mis brazos, estoy esperando que terminen de alimentarse. Tienen que estar sanos.

Anneliese es la primera que deja el pecho y Jade me mira.

—Tómala en tus brazos justo como yo los tengo, mi amor — me levanto y me pongo a su lado.

Me tiembla el labio cuando me acerco para cogerla en mis brazos y acunarla. Tengo a mi pequeña, a mi Anneliese. Ella abre sus ojos dejándome sin aliento al notar que son igual a los míos. El mismo azul.

—Mi Luna, tienes mis ojos — le digo a mi mujer y sonríe con lágrimas en los ojos cuando pongo la cara de mi niña a la vista de ella.

Mira a su madre con atención y le da una sonrisita.

Mi LunaWhere stories live. Discover now