Capítulo 30.

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Kenzo

Estamos en la cocina y la veo con el mocoso ese. ¿Quién se cree para robarme a mi Luna? Ella no me hace caso, parece que se ha olvidado de mí.

Me quedo mirando al niño a ver si consigo intimidarlo, pero ni siquiera aparta la mirada de Jade. Cuando termina con el vaso de agua se lo lleva al jardín de atrás.

Se sientan en el columpio que parece un sofá flotante y ella lo alza dejándolo en su regazo. Tengo que tragar saliva al imaginarla con nuestros cachorros.

—Todos hablan de ti poque eres la nueva Luna — le dice el come mocos.

—Es un niño, Kenzo — me regaña Sombra.

Un niño que no ha salido de mis huevos — le respondo y corta el link.

—Se dice 'porque', te has comida la r, pequeño — le dice dándole con el dedo en su nariz — y sí, pronto seré Luna.

Mi lobo aulla con alegría y yo sonrío con orgullo al pensarlo.

—Serás la mejor — le responde el niño ese.

Hablan entre ellos y yo solo observo al pequeño monstruo que me ha quitado a mi mujer. Le está diciendo algo cuando se encoge de hombros y apoya su cabeza en su pecho. EN SU PECHO. No, eso sí que no.

Levanto al niño de su regazo y lo dejo en el suelo. Ella me mira como si hubiese perdido la cabeza. Escucho a mi lobo muerto de risa y me da igual, esas tetas son mías.

—¿Qué haces, Kenzo? — vuelve a alzar al niño que me mira enfadado y lo miro igual.

Nos quedamos así unos minutos y el niño no baja la mirada. Por la Diosa, dame paciencia.

—Me largo — me levanto enfadado y me voy porque si me quedo lo voy a llevar al bosque a que se pierda.

Que su madre se haga cargo de él, no mi mujer. Escucho a Jade reír y me da igual que sepa que estoy celoso, no me importa.

—Ven, mi amor — me habla y que me llame su amor es todo lo que necesita para doblegarme.

A mí, un lobo Alfa. Mis antepasados me cortarían la cabeza al saber que me dejo dominar por una mujer que no mide ni 1'60.

Niego con la cabeza acercándome a ella para sentarme de nuevo a su lado, sin dejar de mirar al niño. Se remueve y sonrío pensando que al fin lo he intimidado, sin embargo, el niño se cambia de pierna para darme la espalda soltando una risita. Será...

A la hora del almuerzo nos sentamos todos junto con mi madre. Como Jade no sabe lo que le gusta al niño, pide que le preparen patatas fritas con filetes de pollo. Eso le gusta a todo el mundo.

Ella misma le corta su filete para que coma bien. Sé que será la mejor madre para nuestros cachorros, no tengo ninguna duda.

Se queda todo el día aquí hasta que por la tarde llega su padre. Se despide dejando un beso en su mejilla y moviendo su mano.

—Vuelve cuando quieras, pequeño — le dice.

Cierro los ojos soltando un suspiro.

Se gira a mirarme y me doy la vuelta para subir a la habitación. Los de la reforma ya se han ido para seguir mañana. La escucho venir detrás pero no me molesto en girarme.

—Kenzo — me llama a mitad de las escaleras.

Vuelve a llamar tres veces más y no le respondo.

Deja de hacer el imbécil, Kenzo. La vas a cagar.

Llego a la habitación para ir directo a la ducha. Estoy celoso. Celoso de un maldito crío.

Me quito la ropa y abro el agua caliente para quitar la tensión de mis hombros, entonces siento que Jade entra y se desviste.

¿Se va a duchar conmigo?

Mi polla me traiciona al verla desnuda y reprimo el gemido al ver sus pechos. Ella entra pasando por mi lado sin tocarme para ponerse delante y quedar bajo el agua.

—Lo que haces me hiere — habla con voz dura y fría — que me ignores solo trae el recuerdo de ese día cuando me rechazaste. No sé si he hecho algo malo o no, pero te estás comportando como un niñato. No hablas conmigo, te alejas. Quieres que te de confianza, pero no la das tú. Quieres que hable de mis cosas, pero no lo haces tú. Esto es una relación de dos, Kenzo, no solo mía.

Dice todo eso mientras se lava el cabello y sin mirarme. La observo y sé que tiene razón, pero no sé actuar en estos casos.

—Estoy celoso — le hago saber porque no sé cómo controlar mis impulsos.

Nunca he tenido nada serio con nadie, no he sentido esto por nadie que no sea ella y no se como actuar. Solo sé que con ella soy un tóxico, celoso y egoísta porque solo la quiero para mí.

—Es un niño. Un niño de cuatro años que solo quiere compañía porque dice que su mamá no lo quiere y si te molesta mi forma de ser, no tienes que decírmelo otra vez que ya mismo me largo a mi casa. No pedí venir aquí, en pocas palabras me obligaste a estar aquí por esa amenaza. Y por si fuera poco, lo bajaste de mis piernas para dejarlo en el suelo como si se tratara de un perro sarnoso.

Habla con rabia sin dejar su cabello y empieza a tallar su cuerpo con una esponja.

—Soy posesivo, muy celoso y no pensé. No voy a pedir perdón.

—Tampoco lo necesito.

Se vuelve a poner bajo el agua y se quita los restos de la crema y demás.

—Jade — la llamo cuando se pone el albornoz y sale del baño.

Te advertí, pedazo de mierda — me gruñe Sombra.

Me paso las manos por la cabeza y me pongo una toalla en la cintura cuando termino.

Al salir veo que está tumbada y tenso la mandíbula con las manos en puños al ver que se ha puesto un puto pijama. Me está privando de su cuerpo.

Me termino de secar y me meto en la cama desnudo. Me está dando la espalda pero sé que está despierta y en tensión.

Mi LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora