Capítulo 77.

2.2K 143 10
                                    

Jade

25 semanas de embarazo.

Diosa. Estoy gorda, no me veo los pies y no quiero caminar. Solo quiero quedarme tumbada.

Estamos a dos de agosto y hace un calor infernal. Lloriqueo moviendo mis piernas y escucho a Kenzo suspirar.

—¿Qué pasa ahora, Jade? — pregunta con paciencia. Una que no tiene, pero por mí lo intenta.

—Es que tengo calor, no estoy cómoda y no puedo ponerme boca abajo para dormir — me falta un segundo para comenzar a llorar.

Veo como se levanta, enciende el aire acondicionado y vuelve a tumbarse a mi lado.

—Ya está el aire encendido, duérmete.

Son las tres de la madrugada, es tarde, pero no puedo dormir.

—Es que no puedo hacerlo — pataleo para quitarme la sábana.

Estoy cansada, de mal humor y necesito dormir.

Enciende la luz para sentarse en la cama y se va al baño suspirando para volver con un bote de crema en las manos.

—Siéntate.

Lo hago cuando él me pone varias almohadas en la espalda para dejarme inclinada. Estoy desnuda, solo llevo bragas y los pechos me han crecido un montón. También los tengo muy sensibles.

—Relájate, cariño — me pide y respiro para hacerlo.

Me llena el cuerpo de crema para darme un masaje en los pies, subiendo desde mis pantorrillas hasta mis muslos, me hace gemir cuando presiona fuerte, relajando mis piernas. Estoy tocando el cielo con las manos.

Sube a mis brazos haciendo los mismos movimientos dejándome lacia en la cama. Luego va a mi barriga abultada, pasando las manos muy despacio y con suavidad.

—¿Mejor? — pregunta y abro los ojos medio dormida.

Lo miro decepcionada. No ha tocado mis pechos y tengo ganas de llorar. ¿Y si ya no le gusto? Me tiemblan los labios por ese pensamiento y niego con la cabeza en respuesta.

—Estoy dejando tus pechos para el final, Jade, me sigues gustando desde el primer día y así será hasta el fin de los míos — lleva sus manos a mis pechos con lentitud.

Suspirando más relajada cierro los ojos. Estoy muy sensible y los cambios de humor son cada dos por tres. Ya me avisó Astrid sobre esto.

Se tumba a mi lado después de apagar la luz y yo me quedo en la misma posición. Estoy muy cómoda con él tocando mis pechos hasta que me quedo dormida.

A la mañana siguiente cuando despierto, me encuentro sola en la cama. Después de ir al baño y darme una ducha, salgo al vestidor para ponerme un vestido corto de colores.

Al abrir la puerta de nuestra habitación me encuentro a Kenzo con una sonrisa.

—Buenos días, mi Luna.

—Buenos días, mi Alfa.

Me presentó a la manada como Luna y madre de sus cachorros. Todos fueron felices al anunciarlo y me lo hicieron saber gritando mi nombre. Solo fuimos al centro de la manada para dar el anuncio allí, me sentía muy mal para hacer algo grande y los ancianos entendieron la situación. Hicimos el pequeño ritual y volvimos a casa con la familia a pasar el día juntos.

Kenzo sujeta mi mano al bajar las escaleras y vamos a la cocina.

—Buenos días, cariño — Sinnia besa mi frente tocando mi barriga al mismo tiempo.

Mi LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora