Capítulo 50.

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Damon

Mi preciosa Jade está en peligro. Ya todos sabemos en la manada que mañana vienen a atacar para poder llevársela. Algo que no dejaré que ocurra. El Alfa de la manada Ulrich Müller quiere vengarse de Kenzo. También sabe que Jade es una blanca pura, por lo que según dice la gente, Ulrich aprovechará eso y podrá hacerle el doble de daño a Kenzo.

Yo sabía que esta unión era un error. Ellos no pueden estar juntos, por su culpa ahora mi preciosa Jade está en peligro.

Todos estamos aquí en el entrenamiento, muchas lobas también.

Llega Kenzo para hablar en voz alta y todos se ponen firme para escucharlo. Confían demasiado en él.

—Mañana atacan nuestra manada, algo que no va a llegar a la segunda barrera, no podemos dejar que pasen. Nuestras familias están aquí, vuestros hijos, hermanos, padres, abuelos. Vienen a matar y harán lo necesario por llevarse a vuestra futura Luna — declara con voz alta y firme.

—Atacarán al atardecer, son muchos, pero nosotros más. No podemos dejar que vengan y nos quiten todo lo que amamos y hemos construido con esfuerzo. Esta manada ha sido y será una de las más seguras durante años — grita Andreus — ¡No vamos a dejar que cualquiera venga a quitarnos nuestra paz!

—¡No! — gritan todos a la vez.

—Hay que organizarnos, diremos vuestros lugares. Todos tienen que estar en posición — dice un amigo del Alfa. Antón creo que se llama.

—Quiero a la mitad de los guerreros con más experiencia y fuerza en la primera barrera, ahí va a iniciar todo. A la otra mitad los quiero protegiendo la casa donde estará mi mujer y la Luna Sinnia. Los guerreros que llevan de tres a cuatro años, los quiero en la segunda barrera y los que menos, en la tercera — informa Kenzo — los niños, ancianos y mujeres que no van a luchar se quedarán en sus casas.

—¿Cómo sabemos que van a llegar al atardecer? — pregunta uno de los tantos que hay aquí.

—Porque tengo gente en todos lados. Vamos a estar atentos a todo movimiento sospechoso, a cualquiera que quiera pasar nuestras fronteras y a cualquier lobo que no pertenezca a nuestra manada — responde Kenzo en alto para que todos escuchen.

Todos asienten y volvemos al entrenamiento. Para cuando llega la hora del descanso, veo llegar a Sara caminando como si esto fuese un desfile. Que estúpida es. Folla bien, pero nada más.

—Tenemos que hablar, Damon — llega a mi lado y la miro fijamente.

—¿Qué quieres? No tengo tiempo, por si no lo sabes, quieren atacar mañana — le doy una sonrisa tan falsa como su cabello.

Ella me la devuelve y veo que me mira con asco.

—Estoy embarazada. Fuiste un estúpido que dejó salir su nudo. ¿Qué cojones pensabas, Damon? Dijiste que ya te pasó unas veces y que no ocurría nada.

Me quedo de piedra. Embarazada ha dicho. Joder, no es posible otra vez el mismo problema.

—Deshazte de él, no quiero cachorros contigo.

Se lleva la mano al pecho. Claramente ofendida por mi comentario.

—¿Crees que yo si los quiero contigo, imbécil? Vengo porque tengo un plan — dice soltando una risita — podemos drogar a Andreus y hacerle creer que se acostó conmigo y que llevo a su cachorro.

Suelto una carcajada riéndome de ella por lo ingenua que es y niego con la cabeza.

—Ingenua, Sara. Los lobos sabemos si una mujer lleva nuestro cachorro, lo notamos y podemos sentirlo por nuestro olor en ellas.

Me mira sorprendida y a la vez roja por la vergüenza al no saber sobre eso. Se supone que estas cosas las enseñan los padres.

—Entonces, ¿qué hago? — susurra con un nudo en la garganta.

—Ya te lo he dicho — la miro con aburrimiento — deshazte del problema y ya.

—¿Cómo? Sí mi madre se entera me va a matar, Damon.

Está nerviosa, lo noto por la forma en que mueve su pierna.

—No me interesa, Sara. Te abriste de piernas, ahora hazte responsable de las consecuencias.

—También es tuyo, hijo de puta. O me ayudas o le digo a tu padre que es tuyo.

Me levanto y cierro mi mano en su cuello para acercar nuestras caras.

—No vas a decir nada, Sara. Vas a ir y hacerte cargo tu sola como una buena niña.

Ella tiembla sin dejar de negar con la cabeza.

—Este problema es de los dos, hazte cargo tú también. Te juro que si no haces nada le diré.

—No te lo recomiendo, cariño, puedes acabar muy mal.

Me está sacando de mis casillas la niñata esta. No debí follarmela, pero Diosa... como movía sus caderas y ese cuelo redondo. Gruño al sentir como mi polla palpita, quiero hacerlo otra vez.

—Entonces tú también acabarás mal.

Tiro de ella caminando hacia el bosque, con mi mano envuelta en su brazo. No deja de tropezar con las ramas al no poder seguirme el ritmo. No me importa y sigo tirando de ella hasta alejarnos un poco.

Pego su espalda en un árbol de un empujón y le quito el pantalón para levantarla y envolver sus piernas en mi cuerpo. La beso y se la meto de una sola vez.

—¡Damon! — grita y sé que le duele, ya que no está húmeda — despacio.

Una mierda despacio. Sigo empujando hasta el fondo no se cuantas veces escuchando sus quejas, sin embargo, no la escucho.

—Para — dice sin aliento y sigo — basta, por favor.

Su rostro está lleno de lágrimas, no deja de intentar bajarse de mis brazos, pero la sujeto con más fuerza clavando mis manos en sus costillas y sigo empujando hasta que siento como un líquido abundante llena mi pubis y baja por mis muslos. No me hace falta ver para saber que es sangre, puedo olerla. Ella se retuerce rogando que me detenga.

—¡Basta, por favor! — no deja de llorar la estúpida.

La beso antes de bajarla pero ella no me lo devuelve.

—Espero haber ayudado con tu problema, no dudaré en hacerlo de nuevo si no ha funcionado — dejo otro beso y le sonrío.

Ella solloza como una niña pequeña.

—Había... había otros métodos — susurra de rodillas cubriendo su vientre.

Este es mi método cuando tengo un problema como estos. Le he dado fuerte, incluso a mi me ha llegado a incomodar un poco. Solo espero que ese bastardo haya salido. No es la primera vez que lo hago.

Alzo su cara con mi mano y deslizo mi pulgar por su labio que no deja de temblar.

—La próxima vez no me pidas ayuda, bebé.

Me largo dejándola ahí tirada en el suelo, escuchando como me insulta.

De un momento a otro me tiran al suelo y recibo puñetazos firmes en la cara.

—¡Hijo de puta! ¡¿Cómo te atreves?! — me gritan y veo que es Antón, el amigo del Alfa. No me jodas.

Me sigue golpeando y no puedo defenderme contra el hijo de puta, tiene mucha más fuerza que yo y solo llego a darle dos puñetazos antes de ver negro y caer en un sueño.

Mi LunaWhere stories live. Discover now