Capítulo 80.

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Jade

30 semanas de embarazo.

Me levanto y voy al baño para poder bajar con los demás a desayunar.

Estoy ansiosa porque hay gente en el jardín arreglando todo para la fiesta de mis bebés. Mis amigas y yo hemos estado varias semanas buscando ideas, gente del catering y demás para poder tener un baby shower hermoso.

Todo está decorado con globos blancos, azules y rosas. Lo que más trabajo nos costó encontrar, fueron unas letras enormes en inglés que forman las palabras 'boy' y 'girl', que en cuanto las vi en una imagen me enamoré y quise tenerlas en el jardín por este día.

Al terminar el desayuno, salgo para ver las mesas y todos. La familia viene al medio día, ya que a esa hora comenzará la fiesta.

Kenzo llega por detrás y me dejo caer en su pecho. Él aprovecha para pasar sus manos por debajo de mi barriga y la levanta para quitarme el peso, haciéndome suspirar de alivio. Desde que vi en un video de una pareja haciendo esto, le dije a Kenzo de probarlo y es como si él me quitara todo el peso de los bebés y los tuviera en sus manos. Literal.

Solo vamos a ser catorce personas, los de siempre, ya que ellos son mi familia.

Uno a uno van llegando y por supuesto, el primero en aparecer es mi pequeño, que me abraza emocionado y salta por el jardín. Todos están aquí, incluso los padres de Aleska, que desde pequeña me han querido como a una hija más.

Estamos comiendo juntos, ya que están haciendo una barbacoa para el almuerzo. El pequeño se llena hasta no poder más y se queda sentado en la silla con su tablet.

El día se está pasando rápido. Señal de que estamos disfrutando este día en familia. Aleska se acerca a mí.

—Tienes que abrir los regalos de mis sobrinos — salta de emoción sin dejar de hablar.

Me siento en una silla al sentirme cansada. Apenas duermo bien. Abro todos los regalos, desde el más pequeño, al más grande. Hay de todo. Chupetes, biberones, ropita, pañales, baberos. Por la Diosa... han traído dos armarios. La casa está llena de todos los regalos para mis bebés y siento una felicidad enorme al saber que ellos los quieren tanto como yo. Aún no han nacido y ya tiene a una familia esperando por ellos.

Lloro de emoción abrazando a mis amigas, que también lloran conmigo. Sara es la más sensible, por su embarazo tiene las hormonas locas. Ya se le va notando un poco.

—La tarta es lo mejor, Jadeita — Aleska mueve las cejas hacia la tarta y veo que es de merengue y chocolate. Lo que más me gusta.

Por todos los Dioses, espero que nadie quiera de esa tarta.

Puedo sacarlos a todos para que la tarta sea solo tuya — me habla Sombra.

Oh, no, no — me río haciendo que los demás me miren — Estás un poco loco, mi lobito.

Kenzo me mira alzando una ceja y niego con la cabeza.

—Muchas gracias a todos por estos regalos tan hermosos, de verdad.

El pequeño se acerca para tocar mi barriga y uno de mis bebés salta de alegría al reconocerlo.

En la noche me siento tan cansada que creo que me quedaré dormida en la silla.

—Nosotros ya nos vamos — anuncia mi hermano al darse cuenta de mi estado somnoliento — tienes que descansar, pequeña.

Se despide dejando un beso en mi frente y otro en mi barriga. Aleska hace lo mismo. Sus padres se van tras ellos.

—Nosotros también nos vamos. Ha sido suficiente por hoy, te dejamos descansar — habla Marie antes de despedirse y sale con Alex.

Antón y Sara hacen lo mismo.

—¿Puedo quedarme contigo?

—Claro, mi pequeño, pero tienes que preguntarle primero a tu papá — sale corriendo y su padre lo alza. Nos mira y asiente.

—También me voy. Si mi cachorro moles...

—No molesta, tranquilo — lo corto con una sonrisa. Siempre dice lo mismo y en realidad su hijo es un amor.

Sinnia me saca del jardín cuando intento ayudar a recoger y me lleva a la casa.

—Ve a tu habitación y descansa. Nosotros nos encargamos de todo, cariño.

—Gracias — la abrazo, sintiendo como besa mi cabeza y mueve su mano en mi espalda.

Subo las escaleras con Zack, notando la presencia de Kenzo detrás. No me deja subir ni bajar las escaleras sola, ya que según él, puedo caerme y no puede permitir que algo así suceda.

En la habitación me siento en la cama soltando un largo suspiro. No sé que hacer para sentirme menos cansada.

—Yo baño al niño. Quédate ahí tranquila — me ordena y asiento.

Es imposible hacerlo cambiar de opinión cuando se pone en modo Alfa.

Al rato lo veo salir del baño con el niño en brazos y envuelto en una toalla.

—He puesto a llenar la bañera para que te quedes ahí todo el rato que quieras. Yo estaré viendo la televisión con el mocoso.

—Gracias, mi amor, de verdad.

Deja un beso en mis labios y escucho al pequeño refunfuñar por lo bajo. Para que deje de hacerlo, dejo un beso en sus mejillas gorditas y lo envuelvo en mis brazos.

—Vuelvo en un rato.

Kenzo me ayuda a entrar en la bañera después de recogerme el cabello en un moño y gimo aliviada al sentir el agua caliente como me gusta.

—Avisame cuando vayas a salir, no lo hagas sola.

No se cuanto tiempo pasa, pero puedo decir que tengo los dedos arrugados y no escucho al pequeño. Siento que me voy a quedar dormida y no quiero ahogarme.

No hace falta que llame a Kenzo porque él aparece solo y me ayuda a levantarme.

—Vamos, cariño — me ayuda a salir y me envuelve en el albornoz. Aprovecho para abrazarlo y noto como masajea la parte baja de mi espalda.

Suelto un gemido, viendo las estrellas al notar como el dolor de mi espalda se va.

—Ahí, Kenzo, justo ahí.

Lo vuelve a hacer y me dejo caer en su pecho con el masaje que casi me hacer dormirme de pie.

Me ayuda a poner el pijama, ya que cuando el pequeño está, no dormimos desnudos.

En la cama les doy un beso a los dos y caigo en un sueño profundo. Creo que escucho a Kenzo darme las buenas noches y no estoy segura de haberlo hecho yo.

Mi LunaWhere stories live. Discover now