Capítulo 23.

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Kenzo

Me voy a otra habitación para ducharme y solo me pongo unos calzoncillos negros para provocarla. Es muy competitiva y va a querer pagarme con la misma moneda.

Me tiro en la cama con las piernas estiradas y los brazos por detrás de mi cabeza para esperarla.

Sale con el albornoz para ir al vestidor y se queda muy quieta mirándome. Sonrío porque he cumplido mi misión.

—¿Se te perdió algo, cariño? — me burlo un poco.

Frunce el ceño pasando de largo. Se ve adorable cuando hace caras. Vuelve al baño y cierro los ojos mientras espero.

Cuando abre la puerta me quedo mirándola para ver si no me he equivocado al jugar con su mente, pero lo que no esperaba era que saliese solo con unas simple bragas que tapan lo justo. Juro que dejo de respirar un momento cuando sale sin nada que cubra sus pechos.

Oh, Diosa. Esos pechos generosos con pezones rosados buscan mi atención.

Se acerca caminando como si estuviese en un desfile, haciéndole honor a su loba interior y se sube a la cama dándome la espalda para subir la sábana hasta su cuello. Sin embargo, ya la he visto y sé lo que esconde su ropa.

—Buenas noches, mi Alfa — dice en apenas un susurro.

Mi lobo la escucha y aulla como un loco.

—Buenas noches, mi Luna — respondo sintiendo mi voz más ronca.

Estoy muy excitado, mi polla quiere lo que quiere, pero no se lo voy a dar. No hasta que esté preparada.

Seré un narcisista, egoísta y todo lo que me quieran llamar, pero jamás he forzado a una mujer y tampoco lo haré. Eso en mi manada es inaceptable, nunca ha ocurrido y si alguna vez sucede, esa persona está muerta.

No está dormida, está nerviosa y es normal, nunca ha estado con un hombre y mucho menos dormir. Mi lobo vuelve a aullar con orgullo.

Se da la vuelta mirándome por encima de la sábana mientras yo sigo en la misma posición.

—Estás nerviosa.

—Es que nunca hice esto y no se que tengo que hacer — me dice y giro la cabeza.

—No tienes que hacer nada que no quieras, nunca nadie tiene que decirte que hacer.

Ella se acerca un poco y voy sintiendo su calor. Su aroma me está matando, es muy intenso y exquisito.

—Me gustaría estar más cerca de ti.

Diosa, dame control. Su loba está clamando mi atención, ella es más orgullosa y al no saber dominarla, Afrodita la está manejando.

—Dile a Afrodita que siga.

—Aunque quiera tu atención, Jade no te la pondrá fácil, humano mediocre — se ríe y corto el link.

—Acércate todo lo que quieras, no te voy a tocar si no quieres, mi Luna — le hago saber.

Ella se acerca mucho más y siento su brazo tocar mi torso. No se acerca más porque no quiere que le note los pechos.

—Así estoy bien.

Asiento dejándola estar como más le guste. Al rato noto que su respiración es más lenta, está dormida. Su cuerpo está relajado y se acerca aún mas intentando poner su cabeza en mi brazo y lo bajo para que lo use de almohada. Suelta un suspiro cuando lo hace y me quedo observando su rostro lleno de inocencia con esos labios rellenos en forma de corazón y su nariz pequeña. Es mía y es perfecta.

—Nuestra, pedazo de imbécil — gruñe Sombra con enfado. No le responde y sigo observando a mi mujer.

Ella intenta acercarse más, es su loba buscando calor. Cada mate necesita a su otra mitad para poder estar bien. Tengo que tragar saliva cuando está pegada a mí y noto sus pechos al lado de mi torso.

No se cuando me duermo, pero me levanto sintiendo un peso encima. Es ella. Está jodidamente encima con sus tetas presionando mi pecho, tiene los dedos enredados en mi cabello y si no me la quito de encima va a notar mi erección. Me duele y necesito descargarme.

Intento quitarla sin hacer mucho movimiento, pero al mover mi mano por su espalda, ella gimotea en sueños.

Diosa, cómo se escuchará cuando la esté embistiendo en mi cama y entrando en lo más profundo de su coño.

La voy a dejar hasta que suene la alarma y cierro los ojos oliendo su cabello, pero cada vez siento más necesidad de meterle la polla.

Pienso en cómo matar a los pícaros y en el que se atrevió a amenazar a mi mujer para intentar bajar la erección aunque sea un poco, pero ella no ayuda al moverse rozando su pierna en mi polla. Maldición, no te muevas, Jade.

Ella sigue moviéndose hasta que cae a la cama y se acomoda de lado dándome la espalda. No puedo evitar pegarme a ella y rodear su cuerpo con mi brazo. Dejo un beso en su cabeza y se pega más a mi. Tengo mi erección pegada en su culo y me quedo muy quieto.

A la media hora suena la alarma y ella se queja.

—Mi Alfa — murmura entre sueños.

Jodido infierno, está soñando conmigo.

Mueve su mano, pero cuando toca mi espalda abre los ojos de golpe y da un grito rodando en la cama hasta caer al suelo y veo como sus tetas rebotan. Escucho su quejido y la miro con las cejas alzadas.

—Por la Diosa, ¿qué estás haciendo?

—Durmiendo, lo mismo que tú, pero has tenido que pegar un grito al cielo, mocosa — le digo tapándome los ojos con el antebrazo para no seguir viéndole los pechos.

Necesito llenarme la boca con ellos.

Se levanta quitándome la sábana antes de ir al vestidor para coger ropa y desparecer en el baño. Sonrío quedándome en la cama recordando sus mejillas rojas por la vergüenza. No sabe lo que le espera.

—Tienes que llevarme al instituto — dice al salir vestida.

Me levantado pasando por su lado dejando un beso en su cabeza y apreto una de sus nalgas.

—Cuida el tono, cariño. Te recuerdo que soy un Alfa y no me gustan las órdenes — le guiño un ojo y voy al vestidor.

Escucho como sale para bajar y termino de vestirme.

En el salón la veo hablando con mi madre y la miro con desconfianza cuando me da una sonrisa inocente. No tengo ninguna duda de que mi madre le ha tenido que decir algo.

—Paso a recogerte cuando salgas. Podemos ir a tu casa más tarde — le digo cuando llego al instituto y ella asiente para salir del auto sin despedirse.

Sujeto su brazo y estampo mi boca contra la suya en un beso lento.

—Kenzo... — susurra sin aliento cuando la suelto.

—Así es como tienes que despedirte, mi Luna.

Mi LunaWhere stories live. Discover now