Capítulo 24.

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Marie

Después del susto que nos llevamos al saber que Jade ha recibido una amenaza, tenemos un guardaespaldas. Aunque nosotras sepamos defendermos y seamos fuertes por naturaleza, no quiere decir que vayamos a poder con un ataque de tres seres a la vez. Por lo general, los lobos machos son más fuertes que las hembras.

Jade y Aleska me han unido a su dúo. No tenía amigas, siempre estaba trabajando o estudiando. No es que me haga falta el dinero, mis padres tienen buenos trabajos, pero yo quiero tener el mío propio.

En Bonnie's pagan muy bien y todo lo que gano es para mí. Mis padres no me dejan pagar nada de la casa, dicen que ese dinero es mío.

Sara no me ha molestado más, una cosa con la que estoy agradecida con Jade porque si no hubiese sido por ella, seguirían molestando y no solo a mí, si no a todos.

Alexander es muy atento con nosotras, creo que me gusta. Cada vez que lo veo me pongo muy nerviosa y es muy buena persona.

Igual que la señora Rosi. Diosa, que no me escuche llamarla señora... me llenó de comida ayer y sentía la barriga pesada. Por supuesto, yo no me negué, su comida es deliciosa.

Al salir de clases veo que Jade se sube al auto del Alfa y sonrío. Me contó un poco lo que sucedió entre ellos. No tengo mate, pero estoy segura de que se debe sufrir mucho cuando te rechazan.

El hombre de Kenzo me sigue hasta casa. No habla aunque yo intente hacerlo y tampoco quiero ser pesada. En casa no hay nadie, como siempre.

—¿Te apetece tomar algo? — le pregunto y niega con la cabeza antes de quedarse en el porche de casa.

Suelto un suspiro antes de subir a mi habitación y tumbarte un rato.

Mi teléfono suena y veo una llamada de Aleska.

¡Fresita!, ¿nos vemos? Podemos hacer la tarea y luego salir a tomar algo. ¿En tu casa o en la mía?

Sonrío como tonta al escucharla. Nunca ninguna amiga se tomó la molestia para llamarme.

—¡Hola! Está bien, podemos hacerla donde quieras.

En mi casa, voy de camino. ¡No tardo!

Cuelga y vuelvo a tomar mi mochila antes de bajar al porche. El hombre, que ni siquiera me ha dado su nombre, sigue ahí de pie y le informo que iré con Aleska. Él solo asiente.

A los minutos escucho que llega un auto con la música a todo volumen.

—Vamos, Fresita. Ya estoy aquí.

Me río negando con la cabeza. Como para no darse cuenta de que ha llegado. El hombre sube a su auto y nos sigue.

Al llegar a la casa de Aleska, veo que su madre me mira con curiosidad.

—¿Y esta hermosa niña? — pregunta con un tono maternal.

Me sonrojo al escucharla. Hace años que no tengo amigas ni conozco a sus familias y no saben cuanto me alegra que ellas me den estos momentos.

—Es la nueva integrante al grupo, ahora somos tres — responde Aleska con orgullo.

Alexander entra y me llega un olor único. Café, madera y menta.

—¡Mate! — grita Venus y me quedo muy quieta.

Alexander clava sus ojos en mí y se acerca. No, no puede ser. ¿Por qué lo noto ahora y no cuando lo vi por primera vez en Bonnie's?

Llega a mi lado y sujeta mi brazo tirando de mí hasta que choco con su cuerpo duro. Escucho a alguien jadear, pero me olvido de ellos cuando él aparta mi cabello y pasea su nariz por mi cuello.

Joder. Su familia están mirando y están sonriendo.

—Mía — dice con autoridad sin apartar sus ojos.

Tiemblo y quiero llorar. Sabía que en algún momento lo iba a encontrar, pero no tan joven. Maldición, no quiero perder mis estudios y empezar a procrear. Se me escapa un sollozo y me suelta mirándome con temor.

—¿Qué tienes? — pregunta y siento su angustia.

—No quiero — se aleja de mi en cuanto me oye y veo como su mirada pierde color.

—¿Qué es lo que no quieres, Marie? — escucho que Aleska pregunta con miedo.

—No quiero — se me saltan las lágrimas y quiero salir corriendo de la vergüenza — no quiero dejar mis estudios y empezar a parir.

Alexander me agarra las mejillas para que lo mire y habla con seguridad.

—No quiero que dejes tus estudios, tampoco te voy a obligar a tener cachorros, Marie. No haría algo así jamás, yo también quiero terminar mis estudios.

Lo miro con desconfianza. Toda mi vida he escuchado a mis padres decir que debo encontrar a mi mate y tener muchos cachorros. Ellos solo pudieron tenerme a mí y quieren una familia grande, por lo que la responsabilidad queda en mí.

Alex sonríe notando mi temor y deja un beso en mi frente. Eso... eso se sintió muy bien.

—Te juro por la Diosa que nunca jamás te voy a obligar a nada.

Asiento y me abraza mientras escucho a su familia suspirar de alivio. Seguro pensaron que lo iba a rechazar y si soy sincera, me faltó un segundo para hacerlo.

—Siento haber reaccionado así, es que... es que mis padres...

—Tranquila — me dice su madre dejando su mano en mi mejilla — nunca nadie te va a obligar a hacer algo que no quieras, cariño. Tu eres dueña de tu vida.

Asiento viendo su sonrisa. Me tiembla el labio al saber que mi madre nunca me habló así ni me regaló una sonrisa.

—Vamos a dar un paseo — dice Alex tirando de mi mano.

—¡Oye, que la traje para hacer las tareas! — grita Aleska desde la puerta y Alex me lleva a su moto.

¿Piensa que me voy a montar ahí? Me dan miedo.

—Iré con cuidado — dice como si leyera mi mente.

Él mismo me pone el caso y me monto detrás. Diosa, cuida de mí.

Acelera, pero me sorprendo al notar que conduce con cuidado hasta la laguna. El agua está cristalina y se ve hermosa.

—¿Por qué no pude olerte la primera vez?

—No tengo ni idea, algunos les pasa eso, pero me alegro mucho de haberte encontrado. Siempre me has gustado, Marie.

Me sonrojo al oírlo. Él a mí también.

Hablamos sentados en el pasto y hablamos para conocernos.

—Quiero hacerte una pregunta.

—Haz las que quieras, hermosa — responde con una sonrisa brillante.

—¿Has estado con alguna mujer?

Sonríe de lado y eso me confirma que sí. Mi loba gruñe en desacuerdo, tiene que bajarle a los celos.

—Sí, no te voy a mentir, y con muchas.

Dejo de mirarlo para concentrarme en el pasto que estoy arrancando con mis manos y él sujeta mi barbilla para que lo mire.

—No me prives de tus ojos. Son hermosos, Marie. He estado con varias mujeres, pero te puedo asegurar que de ahora en adelante solo serás tú. No ahora, huelo tu pureza y quiero que me tengas confianza primero, que me conozcas y sepamos el uno del otro — habla y siento que mi cara se vuelve del color de mi cabello.

Que vergüenza...

Sin embargo, me alegra saber que no miente y habla con seguridad.

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