Capítulo 41.

3.4K 179 11
                                    

Jade

Casi me quedo dormida con la mano de Kenzo tocando mi muslo. Tengo la bolsa en mi vientre y con la pastilla, el dolor se está yendo.

Para el almuerzo nos sentamos todos juntos hablando otras cosas que no sean sobre la amenaza o los pícaros. Me va a sentar mal la comida y no quiero pensar más en eso, al menos por un rato.

—Más tarde llega Antón — le dice Kenzo a mi hermano.

Él alza las cejas y sonríe incrédulo. Debe ser alguien importante, creo que nunca he oído sobre él y ahora tengo curiosidad.

—Nos trae información valiosa — dice con una sonrisa ladeada.

—Así es, en ella está mi mujer — responde Kenzo y ahora mi hermano me mira fijamente. Yo solo me encojo de hombros.

Hoy no hemos podido hacer nada de tarea. El director nos ha enviado un correo diciendo que mañana estará todo listo para que podamos hacer las clases.

Después de que todos se van, veo a Kenzo tumbarse en el sofá y yo me pongo sobre él, dejando mi cara en su pecho y mis manos entre su cabello. Él aprovecha y mete una mano en mi pantalón para tocar mi trasero.

—Intenta dormir y descansa, cariño — susurra dejando un beso en mi cabeza.

No se cuando me quedo dormida, pero cuando despierto me encuentro sola en la cama. Deben ser al menos las ocho o las nueve de la noche.

Suelto un suspiro antes de levantarme para ir al vestidor a coger un conjunto de lana calentito para ir a la ducha. Sí, me tengo que duchar varias veces cuando estoy en mis días porque me siento sucia.

Cuando termino con mi ducha, salgo para buscar a Kenzo y me lo encuentro en mitad de la escalera. Me sonríe y bajo para darle besitos. Se separa pero necesito más.

—Dame más — le pido sacando los labios y se ríe agarrando mis nalgas para llevarme en brazos y veo que vamos a su despacho.

—Antón ya va a llegar, está en la entrada de la manada.

Se sienta y me deja en su regazo. Su aroma es tan exquisito que nunca me cansaré de él. Y solo yo puedo oler este aroma al ser mi mate.

—Estoy nerviosa por lo que vaya a decir.

—No te preocupes, es un buen amigo, está de nuestro lado.

—Nuna os he escuchado hablar de él.

—No, cariño. Se fue hace unos años de la manada a vivir la vida, sin embargo, él sí sabe de ti. Muchas manadas quieren venir a verte.

Frunzo el ceño y lo miro. No soy un trofeo para que vengan a verme. Él pone su pulgar para que relaje las cejas y deje de hacer muecas.

—No quiero que me vean como un trofeo. Soy una persona.

—Ahí está — dice cuando un toque en la puerta nos interrumpe — ¡Pasa!

La puerta se abre y un hombre rubio con ojos color café entra. Es alto, fuerte y debe tener la misma edad que Kenzo o mi hermano.

Tiene una sonrisa en su rostro cuando se acerca a nosotros.

—Kenzo, mi Luna — dice bajando la cabeza en señal de respeto y lo observo.

—Antón — responde Kenzo con una sonrisa — hacía años que no te veía.

—La vida da muchas vueltas, amigo, pero que tengas a tu mate, futura Luna y que sea blanca pura, me ha hecho volver. Vas a tener problemas.

Se me borra la sonrisa que tenía y lo miro.

—¿Por qué? Nunca he tenido problemas con nadie.

—Tú no, pero Kenzo tiene una larga lista de enemigos y gente que lo quiere ver caer.

Mi LunaWhere stories live. Discover now