Capítulo 45.

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Jade

Es martes y estamos en el campo de entrenamiento. Van a atacar el viernes, pero no sabemos la hora, por eso tenemos que estar preparados. Kenzo no me va a dejar luchar, no tengo experiencia en mi forma lobuna, pero no voy a dejarlo solo.

Tengo al pequeño en brazos y siento a Kenzo suspirar. Sé que está haciendo un esfuerzo por no quitarme a Zack de los brazos y dejarlo en el suelo como hizo la otra vez. Incluso lo he visto morder su labio para aguantar la risa.

Llegamos al lugar donde se encuentra su padre, que también se llama Zack.

—Zack, cariño, no puedes estar molestando a Luna siempre — me mira con una disculpa y niego con la cabeza.

—No me molesta en absoluto, de hecho, quería preguntarte si él puede venir a casa de Alfa.

—Nuestra casa — me corta Kenzo y lo miro sin decir nada.

Es verdad que llevo días en su casa y él no deja de decir que también es mía.

—De verdad no quiero que mi cachorro moleste, Luna.

Niego con la cabeza y el pequeño habla.

—No molesto, papi. Ella sí me quere — le responde muy feliz.

A mí se me rompe el corazón al entender sus palabras y beso sus mejillas gorditas.

—Claro que no y se dice 'quiere' — me muestra una sonrisa traviesa antes de apoyar su cabeza en mi hombro.

No soy su madre para corregir sus fallos, sin embargo, quiero ayudarlo y hacerle saber que alguien además de su padre, se preocupa por él.

—Entonces puedo pasar a buscarlo cuando Alfa me llame.

—Claro, te avisamos — le digo con una sonrisa.

El pequeño sigue con su cabeza en mi hombro.

—Hasta luego, Luna. Y gracias por esto, lo hace muy feliz. No deja de hablar se ti — me dice con una sonrisa, pero veo su tristeza.

—Él a mí también me hace feliz.

Siento ganas de llorar porque es que no entiendo como una madre no puede querer a su hijo.

Kenzo pasa su brazo por mi cintura y nos despedimos de Zack. Siento al pequeño muy relajado y con la respiración tranquila.

—Vamos a casa, cariño — habla Kenzo y caminamos hasta su auto. Los demás también vienen.

—Creo que se ha dormido — le susurro al ver que Zack tiene sus ojitos cerrados y sus manitas en puños agarrando mi camisa.

Kenzo lo mira fijamente y asiente.

—Sí, quizás no ha dormido bien esta noche.

Cuando llegamos a casa, Zack está completamente dormido y lo subo a nuestra habitación para dejarlo en la cama. Hago montañas de almohadas alrededor de su cuerpo para que no se caiga si se mueve mucho.

Kenzo suspira. Otra vez. Se va a quedar sin aire como siga así.

Bajo al salón y me despido de mis amigas cuando me dicen que tienen cosas que hacer. Cojo todas mis cosas y subo a la habitación para hacer la tarea en la cama.

Veo al pequeño estirado como una estrella de mar, con los brazos y las piernas abiertas.

—¡Ya quiero que tengamos cachorros! — grita Afrodita feliz.

Sonrío y me tumbo con la espalda apoyada en el cabecero de la cama. Paso horas haciendo tareas y pronto es la hora de la comida, así que termino este ejercicio y dejo las cosas en la mesita de noche para tumbarme al lado del pequeño. Él se acerca buscando que lo abrace y lo envuelvo con mis brazos.

Escucho como abren la puerta y miro para ver a Kenzo sentado en el sillón mirando fijamente a la cama. No sé que está pasando por su mente, pero solo espero que no me haga otra escena como el otro día.

—¿Qué ocurre? — susurro sin querer despertar al pequeño.

—Nada, cariño. Solo estaba viendo. Venía a decirte que la comida está lista, te estamos esperando.

Suspiro levantándome. El pequeño tiene que comer también.

—Zack, cariño. Levanta — lo llamo y se mueve un poco.

—Déjalo ahí — dice Kenzo entre dientes y lo miro mal. Él desvía la mirada como si nada.

—Cariño, vamos a comer algo — lo llamo pasando mis manos por su cabecita.

Él abre sus ojitos sentándose en la cama y restriega sus puños soltando un bostezo. Es tan tierno.

—Vamos — responde envolviendo sus brazos en mi cuello.

Escucho a Kenzo suspirar otra vez y me río de él.

Nana, Sinnia y Antón están en el salón hablando.

—Oh, mira este pequeño — dice nana y Zack levanta la cabeza de su escondite con una sonrisa.

—Me llamo Zack y voy a poteger a Jade, ¿verdad?

Todos sonríen y veo a Kenzo bajar la cabeza con una sonrisa. No le cae tan mal como dice.

—Claro que sí, porque eres un niño muy fuerte.

—Seguro que lo harás muy bien, Zack — le dice Sinnia y el asiente seguro.

Hay de todo un poco sobre la mesa y siento a Zack en la silla de al lado. Lleno su plato de patatas, verduras y carne, que le corto en trozos pequeños.

Comemos tranquilos y hablando de varias cosas, pero veo que no se come el brócoli.

—¿No te gusta el brócoli? — le pregunto y me mira con sus ojitos llenos de lágrimas.

Me levanto para tomarlo en brazos, sin embargo, él se encoge en la silla.

—No me pegues — me congelo en el sitio y no puedo apartar la mirada de su cuerpo pequeño.

No. No puede ser. Trago saliva más de dos veces. Él ha estado dejando señales desde el primer día y yo no las vi. Cuando lo vi por primera vez, tenía sus bracitos llenos de arañazos y ahora se encoge cuando quiero alzarlo.

Todos han dejado de comer y miran a mi pequeño.

Sujeto su carita con suavidad y lo lleno de besos.

—No llores, cariño. A mi tampoco me gustan, están muy malos y no saben bien — me tiembla el labio y quiero llorar, gritar y matar a esa mujer. Pero no puedo dejar que me vea en este estado.

Le quito la verdura de su plato y yo misma le doy de comer. Él no deja de mirarme y siento su dolor, sus ojos transmiten mucho.

Kenzo lo mira con rabia, una que no va dirigida a él, si no, a su madre. Se levanta y veo que va a su despacho.

—Va a decirle a papá que no me he portado bien — solloza y se aferra a mi camisa.

—No, pequeño, él solo va a trabajar. No te preocupes y no llores más, por favor — beso su frente y me pongo en pie — nos vemos luego.

Me despido de los demás. El ambiente se ha vuelto gris y todos han entendido lo que ha dicho el pequeño.

Paso por el despacho de Kenzo y entro. Está hablando por teléfono y noto como el pequeño tiembla en mis brazos.

—¿Puedes decirle a Marcos que venga otro día? Mi tocador puede esperar a la semana que viene cuando todo pase.

Solo quiero estar con Zack y tratar de quitar su dolor. No quiero un tocador ni quiero nada.

Kenzo asiente y me doy la vuelta para irme.

—Jade — me llama cuando estoy en la puerta.

—¿Sí?

—Vamos a hablar con él. Sé que te importa y no voy a dejar que nada malo le paso.

Asiento mordiendo mi labio para no llorar. Se refiere a mi pequeño.

Mi LunaWhere stories live. Discover now