Capítulo 61.

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Jade

Diosa. Hice una mamada, he tenido arcadas, sin embargo, no podía parar, incluso me he tragado su semilla.

Me levanta para subirme al escritorio, donde me quita la ropa y me deja completamente desnuda para él. Me besa alzando mi mentón y sigue bajando por mi cuello hasta llegar a mis pechos.

—Estas me pertenecen, cariño — gruñe antes de prenderse de ellas como un muerto de hambre.

Llena mi barriga de besos al mismo tiempo que mete dos de sus dedos en mi canal, haciéndome gemir alto. Beso sus labios mientras sigue embistiendo con sus dedos.

Se aparta de mí y desciende su boca por todo mi cuerpo hasta llegar a mis pliegues. Hunde su cabeza entre mis piernas y mi corazón se vuelve loco. Sus manos separan más mis piernas, dándole una vista de mi sexo empapado y necesitado por su atención.

Cierro los ojos al sentir como su lengua toca mi clítoris de arriba a abajo, tragando todos mis jugos. Curvo mi espalda a causa del placer y araño sus manos con mis uñas cuando introduce su lengua en mi canal y la mueve en círculos. ¡Por la Diosa!

—Kenzo, mi amor — gimo, jadeo, suplico. Ni siquiera se lo que hago.

La cabeza me da vueltas. Succiona mi clítoris y comienzo a ver puntos blancos, el corazón me late como loco cuando el orgasmo me golpea. Intento respirar bien después de lo ocurrido.

De un momento a otro siento su miembro clavarse de una embestida brutal. Me deslizo en el escritorio por el sudor y él me agarra de la cintura para dejarme quieta. Su miembro me maltrata por dentro y me derrito de placer.

—Eres hermosa, mi amor — susurra y gimo en respuesta.

Sigue entrando y saliendo. Toca mi clítoris y entonces, un segundo orgasmo me golpea duro y siento como me levanta para sentarse en la silla para pasarme su nudo. Ya no me duele, solo respiro con dificultad por la profundidad de esta pose.

—Kenzo, te amo. Dime que me amas — lo beso con necesidad y muevo un poco mis caderas al sentir su nudo.

—Te amo, mi dulce Luna — pasa sus manos por mi espalda y me relajo en su pecho.

Después de que su nudo baja, salimos para irnos a nuestra habitación para ducharnos. Él mismo me lava como siempre y hago lo mismo con él.

—Pronto pasarás a ser Luna y madre de mis cachorros — dice cuando nos tumbamos.

Ha pedido que nos suban la comida aquí.

—Mi bebé se llamará Ethan — hablo con ilusión envolviendo mis brazos en su cuerpo — Ethan Parker Brown.

—Yo le pondré el nombre a la niña.

—¿Cómo la llamarías?

—Genevieve o Anneliese. Aunque tendremos varios, estoy seguro — responde convencido y sonrío.

—Así será. Tendremos todos los que Diosa Luna nos dé.

La comida no dura ni quince minutos cuando nos la traen. Estaba hambrienta.

—¿Podemos hablar de la universidad? — tomo por sorpresa a Kenzo con mi pregunta y él asiente despacio — Quiero ir a alguna, aún no tengo segura a cual, pero seguir con mis estudios. Quiero estudiar derecho ser una gran abogada.

—Puedo traer a los mejores a la universidad de aquí, lo sabes. Pero no te vayas de mi lado.

Lo miro atenta. Se que es capaz de traer a quien sea y asiento.

—Iremos viendo conforme pase el tiempo. Aún no he terminado el instituto.

Él asiente y me llena de besos. Pasamos toda la tarde juntos y solo bajamos cuando llega la hora de la cena para hacerlo con los demás.

—Te hice lasaña, mi niña — me dice nana al verme y se me llena la boca de agua.

—Por la Diosa, te amo, nana — la abrazo y siento que deja un beso en mi cabeza.

Sinnia nos mira con atención y le devuelvo la mirada cuando sonríe de lado.

—¿Qué pasa?

—Nada, cariño — se hace la loca como siempre — solo estaba pensando.

Es muy raro, ella nunca se queda callada. Todo lo dice.

La mesa ya está puesta y veo bajar a Antón y Sara, que ya se ve mejor en el aspecto físico. No tiene las ojeras de antes ni está tan pálida.

—Podríamos hacer algo mañana todas juntas — le hablo a Sara.

Ella me mira y luego a Antón, que asiente con una sonrisa.

—Claro, podríamos ir a algún lugar.

Asiento y me como la lasaña en cinco minutos aunque siga ardiendo y me queme la boca. Está deliciosa.

—¿Quieres más? — me pregunta Sinnia.

¿Qué le pasa? Está actuando muy raro y Kenzo se da cuenta porque la mira con los ojos entrecerrados, pero ella solo sonríe y pide que me pongan más comida en el plato.

Me la como igual y aparto el plato cuando me siento llena.

—Buenas noches a todos — me despido de ellos y subo a la habitación.

Kenzo viene a los minutos y nos tumbamos juntos.

—¿Me das un masaje en la espalda, por favor?

Se ríe y asiente. Me levanto para coger una de mis cremas y me tumbo boca abajo. Me llena la espalda de crema y siento sus manos calientes haciendo presión en los lugares exactos. Se siente muy bien y no se cuando me quedo dormida, pero lo hago sintiendo como Kenzo me pone bien y me tapa con una manta.

Mi LunaWhere stories live. Discover now