Capítulo 59.

3.2K 193 13
                                    

Jade

Dejo a Kenzo solo en la habitación mientras llevo al pequeño al baño para que haga sus cosas. Después nos lavamos los dientes a la vez y noto a Kenzo detrás con los brazos cruzados mirándome con una ceja alzada. No he podido cerrar la puerta, ya que el señor la rompió.

—Hoy despedimos a los que han caído en la lucha, se hará en la tarde.

Asiento y visto al pequeño. Cuando bajamos a desayunar veo que todos están en la mesa.

—Buenos días — habla Zack con voz alegre moviendo su manita.

—Buenos días, grandullón — dice Antón y los demás saludan.

—¿Cómo estás, Sara?

—Estoy mejor, Rosi me está llenando de comida — me responde con una sonrisa.

Tengo que hablar con Aleska y Marie para que puedan dejar el pasado atrás. No las voy a obligar a ser sus amigas ni mucho menos, sin embargo, necesito que cierren esa grieta que hay entre todas, aunque luego cada una vaya por su lado.

—Mi niña, tienes que comer y coger fuerza, lo sabes — habla nana moviendo su cabeza y todos reímos.

—Mi nana siempre nos llena de comida a todos — le informo para que sepa y todos me dan la razón.

Zack llega cuando terminamos el desayuno y noto la tristeza en su cara al haber tenido que rechazar a su mate. Su hijo corre a abrazarlo, sacándole una pequeña sonrisa.

—Muchas gracias por cuidar de él, Jade. No sé cómo pagarte.

—No es nada, Zack. Estoy aquí para lo que sea, el pequeño es muy educado y se porta muy bien — le digo con una sonrisa.

—Mentira — responde Kenzo entre dientes señalando al niño — tu hijo me ha puesto los pies en la cara mientras dormida y no me dejaba acercarme a mi Luna.

El pequeño rueda los ojos y me saca una risa por lo que dice.

—Es mía y tu te quejas mucho, también rocas y no he dormido bien por ti — lo señala con su dedito.

Mi hombre se queda con la boca abierta y las cejas alzadas boqueando como pez fuera del agua.

—Al bosque te voy a llevar, niño — termina por decir.

—Jade no te dejará — lo reta con una sonrisa traviesa y beso su mejilla.

—Vamos, pequeño — le dice su padre después de las risas — hay que prepararnos para esta tarde.

—No quiero ir — susurra — no quiero estar con mamá.

—Mamá ya no está, cariño, ya no te hará sufrir más. Estás a salvo — le dice con un nudo en la garganta.

Mismo que siento yo al ver como al pequeño se le ilumina la mirada. ¿Cuánto ha sufrido como para que se alegre por no ver más a su madre?

Se marchan y veo a Kenzo con la mandíbula tensa.

—¿Qué te pasa?

—¿Tú me quieres, cierto? — su voz sale tensa y suelto una risa.

—Por la Diosa, mi amor. Yo te amo. Siempre sales perdiendo cuando intentas enfadar al pequeño — le digo dejando besos y agarra mis nalgas.

Siseo al sentir el dolor y suelta una risa burlona.

Vamos a la habitación, donde enciendo mi teléfono enviando un mensaje al grupo que tengo con mis amigas y les pregunto si pueden venir, a lo que ellas responden que sí.

Kenzo se va a mirar todos los daños que hay en la manada con Antón y escucho que llama a mi hermano y a Alexander.

Mis amigas llegan un rato después. Sara está en la habitación de Antón, no le he dicho que ellas han venido porque primero quiero hablar con ellas.

—Hay una cosa que quiero decirles — les hablo cuando nos vamos a la biblioteca.

—¡Por la Diosa! — me corta Aleska tirándose sobre un sillón — mataste a un lobo, a un vampiro y cuando aullaste hiciste temblar el suelo.

—Y la entrada que hiciste. Todos dejaron de luchar para admirar a tu loba — habla Marie.

—Escuchen lo que tengo que decir, por favor. Pero gracias por vuestros cumplidos — muevo mi cabello como si estuviese en un anuncio de champús.

Ellas se ríen y esperan a que hable.

—Sara es la mate de Antón, está aquí porque le ocurrió algo. No está en mi deber decirles qué, es personal. Ella habló conmigo y me dijo que todo lo que hacía era porque Aleska y yo nunca la incluimos con nosotras. Dijo que siempre quiso ser nuestra amiga y que cuando Marie se unió a nosotras se puso muy mal. Hice las paces con ella, puede que en un futuro seamos todas amigas, no puedo decidir por vosotras, pero si me gustaría que hablaran con ella y cerréis esa etapa.

Me miran durante un rato. Marie se muerde el interior de la mejilla y Aleska traga saliva. Solo hay silencio.

—Bien, podemos hablar con ella. Dejar las cosas atrás. El rencor no es bueno para nosotras — dice Marie y Aleska mueve su cabeza dándole la razón.

—Entonces voy a hablar con ella, le preguntaré si quiere venir.

Me levanto y salgo para subir a la habitación donde se encuentra Sara. Toco a la puerta y abre a los segundos.

—Hola, Jade — dice con una sonrisa, sin embargo, no le llega a los ojos.

—Hola, venía porque Aleska y Marie están en la biblioteca, si quieres hablar con ellas puedes venir. Ellas quieren hablar contigo.

Veo como su cara se ilumina un poco y se pasa las manos por el pantalón.

—Sí, vamos — en mitad de las escaleras ella se para y me mira — Jade, tú... ¿tú has contado lo que me pasó?

—Claro que no, Sara. No tengo ningún derecho a hacerlo, es tu historia. Solo dilo si estás preparada, recuerda que no fue tu culpa y que nadie te va a juzgar por ello. Si lo hacen los matamos, mi loba ya lo hizo — me río como una niña pequeña cuando hace travesuras.

Recuerdo como Kenzo me puso sobre sus rodillas y empezó a darme nalgadas. Diosa...

Ella me mira con los ojos muy abiertos por la información y luego suelta a reír.

Al llegar a la biblioteca la noto muy nerviosa. Ellas se dan cuenta y Marie es la primera en hablar.

—Hola, Sara. Me enteré que eres mate de Antón. Me alegro mucho por ti, se ve buena persona.

—Hola, chicas. Sí, muchas gracias.

—¿Cómo estás? — pregunta Aleska.

Están hablando de cosas normales para no incomodarla y poco a poco funciona.

—Estoy bien. Yo quería pediros una disculpa a todas. No me he portado bien, no os pido que seáis mis amigas si no queréis, yo solo siento que debo disculparme — dice sin dejar de mirar sus manos y veo como le tiemblan los labios.

Está muy sensible después de todo por lo que ha pasado.

—¡Ey! Ya pasó, Sara. Olvidemos de todo lo que ha pasado. Podemos ser un grupo de cuatro — le dice Aleska con voz suave y agarrando su mano.

Sara suelta a llorar y la abrazo fuerte cuando cuenta lo que Damon le hizo, sobre el bebé que perdió y como se sentía cuando estábamos en el instituto.

A Marie se le llenan los ojos de lágrimas al escuchar lo que ese desgraciado le hizo. Aleska jura que lo va a matar ella misma y yo lo único que hago es abrazarla fuerte para que sepa que aquí tiene a tres personas que la apoyan. Sus padres aún no saben nada, ya que no ha salido de aquí.

Aleska se viene contra nosotras y nos da un abrazo.

—Marie, ven tú también — pide aguantando las lágrimas y haciendo que las cuatro nos unamos en un abrazo.

Reímos y lloramos toda la tarde, intentando hacer sentir mejor a Sara, conectando con ella y haciéndola sentir una más de nuestro grupo.

Mi LunaWhere stories live. Discover now