Capítulo 65.

2.8K 177 16
                                    

Jade

Han pasado tres semanas desde el ataque y cinco desde que estoy viviendo con Kenzo. Siempre me levanta con besos y tenemos sexo durante el día y la noche.

Dioses. Si no lo pide él, lo pido yo, no puedo parar.

Al bajar al comedor para desayunar, veo que hay de todo un poco y deboro las fresas con chocolate que Kenzo pone frente a mí. De verdad, me las trago en menos de tres minutos. Agarro varias más y veo que todos me miran fijamente.

Antón y Sara ya no están, se fueron la semana pasada a su nueva casa. Sara no habla con sus padres, entiendo la razón y la apoyo. Es una más de nuestro grupo y ahora somos cuatro, hemos conectado muy bien con ella.

—¿Qué miráis? — pregunto a la defensiva. Nana, Kenzo y Sinnia me miran directamente.

He estado comiendo mucho estas semanas, pero no es para que me miren tanto. Puedo pagar la comida.

—Nada, cariño. Come todo lo que quieras — responde Sinnia con voz suave y los ojos brillosos.

Sigo comiendo, pero con desconfianza. No me gusta que me observen tanto.

Me levanto cuando termino y Kenzo viene detrás, agarrando mi mano para llevarme a su despacho. Se sienta en el sofá y deja caer su frente en mi barriga. ¿Qué hace?

Cuando levanta la cabeza veo que tiene los ojos llenos de lágrimas.

—¿Te cuentras bien, mi amor? — pregunto preocupada. Él nunca ha mostrado una simple lágrima.

—¿No lo notas, cariño? — responde y niego con la cabeza haciéndolo reír — llevas a mi cachorro, Jade. Estás embarazada.

Me quedo paralizada, notando como él pasea su nariz y sus manos por mi barriga. Nunca he estado plana, he tenido mi grasita, pero no tengo barriga de embarazada y mi loba ha estado muy callada estos días.

—¡¿Qué?! — grito cuando mi cerebro procesa lo que me acaba de decir mi Alfa.

—Vamos a la clínica, tienen que ver que todo esté bien y no haya ningún problema.

Comienzo a llorar de alegría y miedo a la vez. Estoy embarazada del hombre que amo. Mi Alfa y mi mate.

Me lanzo a sus brazos besándolo como una demente y él me envuelve con fuerza.

—Vamos a la clínica — pido sin poder creérmelo.

Nana y Sinnia nos acompañan. Están saltando como niñas y no pueden ocultar la felicidad que tienen. ¿Por eso Sinnia me miraba tanto en el desayuno? Ella siempre ha sabido cosas.

En la clínica nos recibe una mujer de mediana edad, con una sonrisa amable y ojos suaves.

—Buenos días, ¿en qué les puedo ayudar?

—Mi mujer está embarazada, necesito que la doctora Astrid la atienda — habla Kenzo por mí, ya que no puedo hacerlo con los nervios. Hasta siento que quiero orinar.

—Ahora mismo está disponible, os puede atender en veinte minutos.

—Está bien, la esperamos — responde él.

Se sienta y me lleva a sus piernas para abrazarme y siento su mano en mi barriga. Siento muchos nervios. Por la Diosa, creo que me voy a desmayar.

—Astrid es la mejor doctora de la manada y esta es la mejor clínica. No tienes de qué preocuparte, cariño — susurra en mi oído y me calmo.

Pasan los minutos que parecen horas hasta que llega la mujer de antes y nos avisa para poder pasar a consulta.

—Buenos días — saluda quien supongo es Astrid — es vuestra primera consulta.

Mi LunaWhere stories live. Discover now