Capítulo 16.

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Sombra

—Mi dulce Luna — le digo con admiración a la loba que me pertenece.

—Mi Alfa — responde con amor.

Me llena el pecho de orgullo, me acerco pasando mi hocico por su cabeza y cuello para mezclar su aroma con el mío mientras ella ronronea y se deja. Mi humano y yo somos muy posesivos.

Sinceramente me encantaría oler y lamer su pequeño coño, pero está el lobo de su hermano y no quiero incomodar a mi Luna.

—Nuestra, jodido imbécil — gruñe mi humano.

—Eres hermosa, Afrodita — dice su nueva amiga.

—Tú también lo eres, Venus.

Le doy un empujón con mi cabeza a su cuerpo, dándole a entender que quiero que camine, necesito correr junto a ella, pero antes tiene que saber caminar.

—Quiero que vayas despacio, te puedes lastimar y no quiero que eso suceda.

—No me va a pasar nada, mi lobito lindo — me da un lengüetazo en la cara y ronroneo pidiendo más pero ella se aleja.

Resoplo poniéndome a su lado. Los demás están más atrás, pero solo me concentro en ella, es realmente hermosa y mía.

—Sombra, no me toques los huevos que son nuestras. Nuestras, no tuya solo — dice con rabia y me burlo de él.

—¿Te recuerdo que la rechazaste?

No me responde y Susurro, el lobo de Andreus habla.

—Vamos al bosque.

Todos vamos juntos, pero mi Luna y yo estamos un poco separados de los demás. Voy a hablar cuando escucho un conejo. Tengo que atraparlo y dárselo a mi loba, será mi ofrenda para ella.

Salgo corriendo y muerdo su cuello para que no sufra cuando lo atrapo, mi mate es sentimental y no quiero que se ponga triste. Me dirijo a ella de nuevo con el animal en la boca, me paro justo frente a ella y ladea su cabeza mirándome con atención cuando lo suelto en el suelo y se lo acerco con mi hocico.

—Para ti, mi dulce Luna.

Ella mira el conejo y se acerca a frotar su cuerpo junto al mío sin dejar de mover su cola. Tengo que hacer uso de todo mi autocontrol para no montarla aquí mismo, mi humano no me dejaría salir más.

Mi Luna se alimenta con el animal que yo le conseguí y se le queda el hocico junto a las patas delanteras manchadas de sangre. Me acerco a lamer su hocico para quitarle los restos mientras ella ronronea haciéndome disfrutar como nunca. Ni cuando mato a mis enemigos me siento tan pleno como estoy ahora.

Es mi Luna, mi mate y mi compañera, pero tuvo que venir el imbécil de Kenzo a joderlo todo. Me alegra que Jade no se lo esté poniendo fácil, se lo merece por no darse cuenta de la hembra que tenía delante.

—Quiero correr — escucho a Dulce, la mate de Susurro.

—Vamos — responde él.

Boris y Venus, los lobos de Alex y Marie van juntos, espero que sean destinados porque no lo quiero cerca de mi Luna. Somos celosos por naturaleza, pero con ellas me siento tóxico. No es que me importe serlo.

Dejo que los demás corran y mi Afrodita hace el intento de ir tras ellos, pero la detengo con mi cuerpo para comenzar a rodearla como si fuera mi presa y yo su cazador.

—Cuando los humanos tengan su primera vez, luego vamos nosotros, mi hermosa Luna.

Ella hace una especie de gimoteo, frotando su cabeza bajo mi cuello.

—Espero que sea pronto, mi Alfa.

Aullo de felicidad para que todos sepan que esta hermosa loba me pertenece, es mía y de nadie más. Escucho a mi humano resoplar.

Comenzamos trotando, ya que no quiero forzarla mucho porque cuando Jade vuelva a tomar el control le va a doler el cuerpo y va a terminar muy cansada. Las primeras veces suelen doler.

Llegamos a la laguna donde los demás están con sus patas metidas y bebiendo agua. Mi loba camina con una elegancia digna de ella.

—Ni que estuviese en un desfile — se burla el idiota que tengo por humano.

—Cierra la boca si no quieres que le cuente a mate todo lo que sueñas con ella y te deje en ridículo. Si le digo, le subiré el ego y te lo pondrá más difícil.

No responde más.

Ya está oscureciendo y no quiero que Jade se enferme, sé que es fuerte, pero hoy ha tenido un día difícil. Siempre que mencionan a su madre se pone mal.

—Volvamos a casa — hablo para todos.

Mi lobita lloriquea, sé que ha estado muy poco, pero mañana podemos hacerlo de nuevo y todas las veces que quiera.

Cuando llegamos a su casa nos damos la vuelta para que Jade tome el control de su cuerpo y pueda vestirse. Le da mucha vergüenza que vean su desnudez.

—Es que nadie tiene que ver su cuerpo — dice mi humano que no es celoso... para nada.

En la manada es normal ver cuerpos desnudos, estamos acostumbrados a quedarnos sin ropa cuando le damos paso a nuestros lobos si antes no nos quitamos la ropa.

Cuando todos vuelven a su forma humana, Jade suelta un grito y me pongo en alerta, solo para darme cuenta de que está saltando como una niña. Imagino que debe sentirse genial, así que le doy paso a mi humano.

Mi LunaWhere stories live. Discover now