Capítulo 22.

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Jade

No puedo enseñarle lo que hay en algunas bolsas, verá lo que compré.

Niego con la cabeza pero él asiente dejándose caer en el sillón con las piernas abiertas y los brazos atrás en el respaldo. No me queda de otra que enseñarle las cosas.

Diosa... me dan ganas de arrodillarme entre sus piernas.

Sacudo la cabeza por ese pensamiento y me quito las botas y los calcetines antes de sentarme en la cama y empezar por la bolsa del maquillaje. No le interesa esto pero tengo que hacer tiempo para buscar una excusa y no mostrar la ropa interior.

—Esto es una esponja, sirve para aplicar la base de maquillaje y así tener un acabado uniforme — le explico y sonríe con diversión, sabe que estoy haciendo tiempo.

—Sigue.

Termino de sacar todo el maquillaje, explicando cada cosa y lo vuelvo a guardar. Sigo con los conjuntos de deporte que son tres en total y los dos pares de tenis.

—Me gusta el rosa — señala con la cabeza y sonrío.

Tengo muy buen gusto. Sigo con la otra bolsa, sacando tres pantalones vaqueros, dos camisas de manga corta y un vestido.

—Muéstrame como te queda el vestido.

Lo miro y sé que no bromea, así que me levanto para ir al baño. Cuando entro veo que no tiene bañera. Por la Diosa, me niego. También puedo usarlo como excusa para volver a mi casa.

Bien, vamos a ponerlo a prueba. Ojalá me deje ir. Vuelvo a salir y lo miro como si hubiese matado a un animal.

—No tienes bañera. Esa bolsa de ahí está llena de cosas para una — le digo indignada y señalo la bolsa que aún no le he mostrado.

—Mañana mismo mando a reformar todos los baños, no te preocupes.

—O me puedo ir a mi casa — le hago ojitos y se ríe señalando el baño para que me pruebe el vestido.

Tiene un baño amplio, hay sitio para todas mis cosas y más. Creo que no voy a estar mal después de todo. Salgo con el vestido puesto, me llega a las rodillas y es como arrugado, pegado y de tirantes finos. De color celeste que combina muy bien con mi piel.

Él se levanta mirándome de arriba abajo, da una vuelta sobre mi cuerpo y se queda atrás, noto como me observa el trasero. Lo dejo y él me pone una mano en la barriga y con la otra rodea mi cuello acercándome a él. Por la Diosa.

—El vestido te queda muy bien, pero esos tirantes son muy finos. No estoy seguro de que vayan a aguantar el peso de tus pechos, no quiero que cuando andemos por la calle alguien los vea — susurra en mi oído.

—Aguantarán — respondo muy bajo.

—Eso espero, cariño — pasea su nariz por mi cuello — Muéstrame más.

Se aleja para volver al sillón, dejándome muy nerviosa y lo veo con una sonrisa ladeada. Sabe el efecto que causa en mí.

Vuelvo a la cama cuando me he cambiado de ropa. Solo me quedan cuatro bolsas para llegar a las de mi ropa interior. Sigo sacando cosas, calcetines, accesorios para el auto, un colgante y varias tonterías más. Estaban en oferta, no pude resistirme.

Sigo con la que contiene las cosas del baño y lo saco todo muy despacio, es la última. Estoy muy nerviosa y no encuentro ninguna excusa. Saco uno por uno cada bote de champú y demás viendo como Kenzo me mira con el ceño fruncido.

—¿De verdad utilizas todas esas cosas?

—Sí, cada una tiene una función. Por ejemplo, esto es un exfoliante para dejar la piel muy suave después de la depilación, pero lo utilizo aunque me haya hecho el láser en todo el cuerpo hace... — cierro la boca de golpe al darme cuenta de que acabo de decirle que voy depilada en mis partes.

Mi LunaWhere stories live. Discover now