Capítulo 29.

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Jade

Suena la alarma y no quiero, ni puedo levantarme, quiero seguir en la cama con Kenzo. Sé que le estoy poniendo las cosas muy fáciles, pero es que me dejo llevar con él.

—No quiero ir a clases — murmuro con la cara enterrada en la almohada.

Es viernes, tampoco hacemos nada importante estos días.

—Tienes que ir, además, es viernes y ya mañana descansarás.

Resoplo y me muevo para darle la espalda, cosa que él aprovecha para pegarme a su cuerpo y agarrarme un pecho.

—Por favor, quiero quedarme aquí contigo todo el día — le pido moviendo un poco mi trasero para pegarme a él y siento su erección en mi espalda baja.

Me da un pellizco en el pezón y grito, eso ha dolido.

—¿Por qué haces eso? Duele — lloriqueo mientras hablo.

Pongo mi mano sobre la suya para que acaricie mi pecho y calme el dolor.

—A mí también me duele la polla al no poder follar tu pequeño coño y no me quejo, minions.

Espera, ¿qué? Acaba de llamarme minions. Como los de la película que son amarillos y enanos. Me doy la vuelta para mirarlo con el ceño fruncido pero veo que tiene los ojos cerrados y una sonrisa burlona.

Me levanto quitándole la sábana para ir al baño, pero vuelvo a mirar a hacia atrás para verlo boca arriba. Está estirado con las piernas abiertas y su antebrazo en los ojos. Sin embargo, eso no es lo que llama mi atención, es la erección que se carga. Diosa, ¿Qué quedará de mí?

—Deja de mirarme y vístete que tienes que irte.

—¿Me estás echando de tu casa?

Excelente, me ha dado la excusa perfecta para empezar mi drama. Sí, lo sé, soy increíble.

Estás loca, Jade.

Ponte de mi lado, Frodi, y habla con Sombra para que le diga algo a Kenzo.

—No te estoy echando de ningún lado, mocosa, quiero que te vistas para llevarte a tus clases.

—No, me estás echando porque no me quieres en tu casa y está bien, tranquilo.

Agarro mi teléfono y llamo a Andreus, que responde al segundo, ya que siempre se levanta temprano.

—Andreus, por favor, ven por mí.

—¿Qué pasa? — pregunta en medio de un bostezo.

Kenzo me mira con una ceja alzada y yo levanto mi mentón.

—No quiero ir a clases y Kenzo me ha dicho que me largue en pocas palabras.

¿No te deja faltar a clases y estás haciendo un berrinche para perder el tiempo y no entrar? — dice riendo, sabiendo que es exactamente lo que estoy haciendo.

—No, mucho peor. Me ha echado de su casa y...

No puedo seguir hablando, ya que este señor me ha quitado el teléfono.

—Tu hermana cree que haciendo esto se va a pasar la hora. No quiere ir y tengo cosas que hacer — le dice sin dejar de mirarme con una mano en la cintura mientras bajo la mirada a su amiguito.

Se agarra el miembro al ver que lo estoy mirando y comienza a mover su mano de arriba a bajo. Lo miro con los ojos muy abiertos y tiene una sonrisa lobuna.

—Sí, nos vemos luego, adiós.

Cuelga y tira el teléfono en la cama antes de irse al baño, dejándome ahí como una tonta viendo su trasero y su espalda ancha. Quería ver más, pero no le voy a dar el gusto y vuelvo a tirarme en la cama.

Casi estoy llegando al sueño cuando Kenzo habla.

—Jade, levanta, tienes que ir.

Me bajo la manta para que vea mi cuerpo desnudo, tratando de convencerlo para que se meta aquí conmigo. Se ha duchado y solo tiene su ropa interior.

—Por favor, solo hoy — le pido casi rogándole.

Suelta un suspiro antes de meterse bajo la manta conmigo y se lleva uno de mis pechos a la boca, haciéndome sentir como succiona y mueve su lengua en círculos. No puedo evitar ronronear por el placer.

—¿Te vas a quedar así? — pregunto cuando toma el otro pecho y se queda ahí sin soltarlo.

Él solo asiente y aprovecho para pasar mis dedos por su cabello. Nos volvemos a dormir y cuando despierto lo veo en la misma posición y pienso que me va a dejar el pezón en carne viva.

No te quejes, te gusta.

No me quejo, Frodi.

Lo despierto al moverme y voy al vestidor.

—Podríamos aprovechar para ir a mi casa y ya tener el fin de semana libre.

—Vamos — responde y espero a que se vista.

Cuando llegamos no hay nadie en casa, supongo que nana está haciendo la compra o dando un paseo.

Kenzo me ayuda a guardar ropa, aunque no la llevo toda. Algunos libros y otras cosas más.

Volvemos a casa y veo como llegan varias personas para empezar las obras.

—¿Cuánto tardarán? — pregunto un poco ansiosa. Ya quiero meterme en una bañera y quedarme ahí un buen rato.

—La de su habitación solo tardará dos días, Luna — me dice un hombre al pasar por mi lado.

Me quedo muy quieta al oír como me ha llamado. Miro a Kenzo que solo sonríe. Me dijo Luna...

Me despido de ellos antes irnos al salón, ya que la habitación estará ocupada con los hombres. Hago la tarea de ayer y me pongo al día con mi lectura hasta que escucho como tocan en la puerta y escucho mi nombre. Kenzo se levanta de un salto para mirar quien es, yo le sigo también. Puede ser otra amenaza.

Sonrío al ver a un hombre con su hijo, el mismo que se lanzó a mis brazos. Corre hacia mí cuando me ve y lo alzo en brazos.

—Alfa, disculpe que le moleste en su casa, pero es que mi hijo no paraba de mencionar a Luna diciendo que quiere verla — le habla con mucho respeto, pero sin miedo.

Me río con el pequeño Zack, solo tiene cuatro años y es muy inteligente.

—No se preocupe, puede dejar a su hijo aquí un rato conmigo — le respondo — solo si está de acuerdo.

Escucho a mi hombre resoplar y lo miro de reojo.

—No quisiera molestar, Luna.

Es la segunda persona que me llama así y me gusta mucho.

—No, tranquilo. Puede venir cuando quiera a buscarlo.

Kenzo me mira alzando una ceja y le sonrío con inocencia. El padre del pequeño se va después de decirle a su hijo que tiene que portarse bien.

—Hola, pequeño — le hablo a Zack y veo como Kenzo se cruza de brazos y nos mira muy serio.

—Jade, tenía muchas ganas de verte — me dice mientras deja su manita en mi cara.

Dejo un beso en su mejilla gordita antes de caminar hasta la cocina. En todo momento tengo a Kenzo detrás. No sé que quiere.

—¿Quieres algo? — le pregunto y me pide agua.

Bebe despacio sin dejar de mirarme con un brillo en los ojos. Es un bebé tan hermoso.

Mi LunaWhere stories live. Discover now