Capítulo Cinco

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Nunca me había pasado que alguien que no conociera, o que no hubiese tratado con anterioridad, me sacase de quicio de la forma en la que Rìgh Bastian lo había logrado. No era fácil sacarme de mis casillas, tenía un buen control de la situación y de mis emociones, era una de las cosas de las que estaba más orgullosa. No obstante, el cantante había sido capaz de alterar mi calma con simples gestos y palabras. No debería haber hablado, dejar que la conversación la llevase mi equipo, pero había sido incapaz de quedarme callada ante su actitud. ¿Por qué?

Puede ser que como a Freya le gusta tanto el cantante, ya que su nombre sale de su boca al menos tres veces por hora, no quisiera ser dura con él, para no decepcionar a mi hermana; la conocía tanto que si hubiese sido muy dura con él luego me lo hubiese reprochado. Debía ser eso, al no querer tratarlo como se merecía, vio mi debilidad y la usó en su propio beneficio.

No era el primer hombre que intentaba hacerme perder los papeles, pero sí el primero que lo había logrado en tan poco tiempo.

—¿Crees que resultará efectivo? —le pregunto a mi jefe de seguridad una vez que se han ido y he acabado de leer un documento que me acaba de llegar al correo por parte de la jefa de prensa. Eran sencillos, en los que se especificaban el tipo de acuerdo al que habíamos accedido y de qué forma se iba a tratar. Supongo que si yo daba el visto bueno se los enviarían al agente del cantante para que se firmasen. No era más que legalizar lo que habíamos hablado para hacerlo más formal.

—Al final ha acabado accediendo a dar respaldo al comunicado. Eso es importante. —Sí, era algo necesario para intentar calmar a la opinión pública, que era lo que más me preocupaba en este momento—. Sin embargo...

—¿También piensas que me va a traer problemas? —completo—. Porque esa es la sensación que he tenido en el momento que ha dicho que sí.

—Alteza...

—No hay nadie delante —le interrumpo—. Llámame Lena. Sabes que odio que me trates con tanta formalidad.

—Me es complicado hacerlo, lo siento. —No digo nada, tantos años refiriéndose a mí como Alteza, y delante de tanta gente, debe ser difícil dejar de hacerlo cuando se lo pido—. Vamos a reforzar la seguridad para evitar altercados con la prensa. No queremos que te molesten o te veas agasajada por periodistas entrometidos.

—Pero aún no saben que estamos alojadas aquí. Eso nos da un punto de ventaja. Quizá deberíamos adelantar nuestro viaje de vuelta... ¿Tú qué crees, Freya? —espero a que mi hermana me responda, pero solo hay silencio—. ¿Freya? —Alzo la vista y no la encuentro por ningún lugar de la suite—. ¿Dónde está mi hermana?

—Debería estar aquí —comenta uno de los guardaespaldas.

—Pues no está —remarco lo obvio—. No —me apresuro a decir sabiendo lo que ha hecho mi hermana—. Debe de haberse ido con el cantante.

La soledad de la coronaWhere stories live. Discover now